Estabilidad.
Compró monadas de lencería en boutiques, iba hacia otra cuando tropezó con dos amigas.
.- ¡Qué sorpresa…¡ ¿de compras no…?
.- Pues si ya veis, reponiendo la artillería…
.- ¡Qué bien…! Y tu Paco.
.- En el extranjero, haciendo un curso. Ciao guapas…
.- Todos los novios se le van a hacer cursos. No logrará ser estable...
.- ¡Qué tarde es...! Adios.
Corrieron a sus domicilios. Habían bajado al mercado y aún tenían que hacer las camas, limpiar comedor y baños, poner la lavadora, hacer la comida y recoger a los niños del colegio.
¡Como la estabilidad no hay nada…!
martes, 28 de diciembre de 2010
Umbral
Don Francisco y una amiga.
.- ¡Menos mal que hoy me acompañas…! Ya te echaba de menos, te noto más delgada, así como alargada… No hagas caso de consejos de dietas, tu estás bien, bastante bien de silueta. Eso si te da por aparecer, claro, porque a veces te pegas unas vacaciones de órdago y no tengo idea de por donde andas.
Cuando te da por retrasarte, tengo cierta sensación de soledad. En general me gusta tu presencia, nunca discutes, ni vas al Corte Inglés, ni me hablas de la Belén, ni te quejas… Además te puedo hablar de mi libro…
En resumen eres buena gente…
Es muy confortante tener buena sombra…
.- ¡Menos mal que hoy me acompañas…! Ya te echaba de menos, te noto más delgada, así como alargada… No hagas caso de consejos de dietas, tu estás bien, bastante bien de silueta. Eso si te da por aparecer, claro, porque a veces te pegas unas vacaciones de órdago y no tengo idea de por donde andas.
Cuando te da por retrasarte, tengo cierta sensación de soledad. En general me gusta tu presencia, nunca discutes, ni vas al Corte Inglés, ni me hablas de la Belén, ni te quejas… Además te puedo hablar de mi libro…
En resumen eres buena gente…
Es muy confortante tener buena sombra…
lunes, 27 de diciembre de 2010
Espejos
Espejos molestones.
El caso es que la imagen tiene un aire familiar…
La observaba con intensidad en todos sus detalles intentando asimilar los cambios habidos, pero por mucho que lo intentara, yo no era así, al menos yo no me veía así. Todos tenemos una imagen aproximada de cómo somos, de los rasgos que tenemos, de la habitual expresión de nuestra cara y yo al verme desde dentro de una forma determinada, observo con cierta alarma que no coincide con la que el espejo refleja, ¿tanto he cambiado…, o será el espejo que no me traga…?
Pero procedamos al análisis de esta caricatura que no me convence. En primer lugar mi cabellera, si bien no excesivamente, más bien tiraba a oscuro. Y digo no excesivamente ya que siempre lucí, por la parte central de mi cabellera, una especie de reflejo blanco, no de frasco, tal vez producto de un antojo materno, pero que me dotaba de cierta personalidad. Ahora resulta que luce un blanco perfecto, ¡es que no tengo ni un cabello oscuro para muestra…! ustedes dirán que es natural, que el paso del tiempo, etc…Pues a mi no me parece nada natural que una cosa que es negra se vuelva blanca porque sí, ni al revés tampoco claro, aunque creo existirían más probabilidades. De todas formas y aunque sea un hecho consumado, “yo desde mi interior no me veo así” y de esta forma me mentalicé la otra tarde cuando salí de casa a tomar el autobús. Pero hete aquí que recién incorporado al mismo, dos jovencitas se levantaron para cederme el asiento… ¡mi gozo en un pozo…! Menos mal que me sigo peinando con la raya a un lado y la frondosidad, no tan evidente como antaño, no ha disminuido en consideración. Esto de peinarse con la raya a un lado, parece que no, pero ayuda. En primer lugar es señal de que se puede hacer raya…, y por otra parte puede rematarse con un aprendiz de tupé, que algo contribuye al rejuvenecimiento.
Sigamos analizando. Yo tenía un lunar en el pómulo izquierdo, como el actor aquel que subía a las mujeres en brazos por las escaleras…, que ha desaparecido (el actor también). Ahora recuerdo que se puso tonto y el cirujano me aconsejó quitarlo, ¡leñe, pero es que yo me lo sigo viendo! Era resultón... Sin embargo ha aparecido otro semejante encima de la ceja derecha, no habiendo sido invitado al paisaje con toda certeza, que tal vez pretende la sustitución, pero analizado el cotejo no hay color…
Volviendo al norte, en la ceja izquierda las malas compañías van haciendo su incorporación y unos pelillos de tono blanco surgen sorpresivamente, si bien son prestamente eliminados antes de que cunda el mal ejemplo. Pero el caso es que desde dentro yo me las veo morenitas, morenitas…
Bajemos a la mandíbula, la mía, la de siempre, creo denotaba firmeza y la que veo en el espejo la noto así como algo blandengue…y eso va contra mi personalidad. Es decir que me creo algo cabezón. Bueno a lo mejor he cambiado un poco, pero poco…
En resumen que me tiene algo disgustado el espejito de marras. Me muestra una imagen, sin duda con la mejor intención, que no se ajusta a la que siempre me ha acompañado y no tenía necesidad de retocar en absoluto.
Encima no admite retoque alguno como las fotografías, tal como te refleja así te quedas, quieras o no.
Por eso he decidido que los espejos, cuanto más pequeños sean, pues mejor…
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El caso es que la imagen tiene un aire familiar…
La observaba con intensidad en todos sus detalles intentando asimilar los cambios habidos, pero por mucho que lo intentara, yo no era así, al menos yo no me veía así. Todos tenemos una imagen aproximada de cómo somos, de los rasgos que tenemos, de la habitual expresión de nuestra cara y yo al verme desde dentro de una forma determinada, observo con cierta alarma que no coincide con la que el espejo refleja, ¿tanto he cambiado…, o será el espejo que no me traga…?
Pero procedamos al análisis de esta caricatura que no me convence. En primer lugar mi cabellera, si bien no excesivamente, más bien tiraba a oscuro. Y digo no excesivamente ya que siempre lucí, por la parte central de mi cabellera, una especie de reflejo blanco, no de frasco, tal vez producto de un antojo materno, pero que me dotaba de cierta personalidad. Ahora resulta que luce un blanco perfecto, ¡es que no tengo ni un cabello oscuro para muestra…! ustedes dirán que es natural, que el paso del tiempo, etc…Pues a mi no me parece nada natural que una cosa que es negra se vuelva blanca porque sí, ni al revés tampoco claro, aunque creo existirían más probabilidades. De todas formas y aunque sea un hecho consumado, “yo desde mi interior no me veo así” y de esta forma me mentalicé la otra tarde cuando salí de casa a tomar el autobús. Pero hete aquí que recién incorporado al mismo, dos jovencitas se levantaron para cederme el asiento… ¡mi gozo en un pozo…! Menos mal que me sigo peinando con la raya a un lado y la frondosidad, no tan evidente como antaño, no ha disminuido en consideración. Esto de peinarse con la raya a un lado, parece que no, pero ayuda. En primer lugar es señal de que se puede hacer raya…, y por otra parte puede rematarse con un aprendiz de tupé, que algo contribuye al rejuvenecimiento.
Sigamos analizando. Yo tenía un lunar en el pómulo izquierdo, como el actor aquel que subía a las mujeres en brazos por las escaleras…, que ha desaparecido (el actor también). Ahora recuerdo que se puso tonto y el cirujano me aconsejó quitarlo, ¡leñe, pero es que yo me lo sigo viendo! Era resultón... Sin embargo ha aparecido otro semejante encima de la ceja derecha, no habiendo sido invitado al paisaje con toda certeza, que tal vez pretende la sustitución, pero analizado el cotejo no hay color…
Volviendo al norte, en la ceja izquierda las malas compañías van haciendo su incorporación y unos pelillos de tono blanco surgen sorpresivamente, si bien son prestamente eliminados antes de que cunda el mal ejemplo. Pero el caso es que desde dentro yo me las veo morenitas, morenitas…
Bajemos a la mandíbula, la mía, la de siempre, creo denotaba firmeza y la que veo en el espejo la noto así como algo blandengue…y eso va contra mi personalidad. Es decir que me creo algo cabezón. Bueno a lo mejor he cambiado un poco, pero poco…
En resumen que me tiene algo disgustado el espejito de marras. Me muestra una imagen, sin duda con la mejor intención, que no se ajusta a la que siempre me ha acompañado y no tenía necesidad de retocar en absoluto.
Encima no admite retoque alguno como las fotografías, tal como te refleja así te quedas, quieras o no.
Por eso he decidido que los espejos, cuanto más pequeños sean, pues mejor…
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Prensa
Odisea periodística.
Bueno, acabo de aterrizar en la cafetería. Acudo con frecuencia, a eso de las doce y algo, a la misma cafetería anexa a un hotel. Vengo aquí porque dispone de una aceptable variedad de prensa, de forma que mientras saboreo el acostumbrado cortadito mañanero, puedo ojear un par de periódicos, uno local y otro de índole nacional. De esta forma creo encontrarme al cabo de la calle, en cuanto a noticias se refiere. Pero hoy estaban todas las mesas ocupadas así como la prensa, por lo que he optado por sentarme en un taburete de la barra y solicitar mi consumición diaria, consistente en el citado cortado y un buen vaso de agua fresca, esta última para desatascar cañerías, que con motivo de estas Fiestas andan algo atoradillas.
De reojo observaba las mesas en atención a una posible liberación.
Tras unos diez minutos, un caballero se levantó para propiciar la retirada de la silla de su dama acompañante, a la par que dejaba un periódico en el estante al objeto.
Raudo me he desprendido de la banqueta y taza en mano he ocupado la mesa vacante, pero cuando fui a tomar el diario me vi sorprendido de una penetración sprintada (esto no se si me lo pasará la Academia…) por la banda, de un sujeto que se apoderó del artículo en cuestión, dejándome con dos palmos de narices.
Total que vuelta a la mesa y me pongo a revisar la cartera para matar el tiempo.
El sprinter de vez en cuando levanta la vista del diario y me dirige una sonrisa, no se si guasona.
Pasa un buen rato y lanzo una mirada desafiadora a la mesa contigua en la que un matrimonio tiene en su poder un periódico cada uno…¡No hay derecho…!
De pronto deciden levantarse y cierran los diarios posándolos sobre la mesa. Casi sin dejarles respirar echo mano a uno de ellos y mediante un “¡con permiso…!” procedo a incautarlo.
Pero en esto que el caballero musita: “Es que nos marchamos…” y le respondo:
“Pues por eso…”, “Si, pero es que es mio”. Quedo azorado y con un disimulado
“Perdone…” me retiro a mi mesa con el rabo entre las piernas, dispuesto a apurar el café y salir pitando.
En esto varias mesas se desocupan y una tanda de periódicos ocupan su plaza en el estante, no obstante mi dignidad me impide acudir al mismo y lanzando una mirada a mi reloj de pulsera, esbozo un gesto de resignación, como diciéndome: “es algo tarde…”, y me dirijo a la puerta procediendo a su apertura. Pero antes de salir me doy cuenta de que no he pagado y retorno al mostrador para hacerlo.
El sprinter, que todavía estaba dentro, también se levanta para irse y me ofrece el periódico con una sonrisa. Cortésmente le doy las gracias, me dirijo al estante y lo deposito cuidadosamente en el mismo.
Después y puertas afuera muy dignamente, emprendo mi paseo habitual, pensando haber realizado lo correcto pero que en el fondo no he leído la prensa y he hecho algo el canelo…
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martes, 23 de noviembre de 2010
Aquellas visitas...
Aquellas visitas de la infancia.
Una de las torturas más despiadadas de tiempos pasados era ir de visita.
Cuando una buena madre decía : “esta tarde vamos a hacer una visita“, era para echarse a temblar. Aquello significaba un baño a fondo, el agua caliente no estaba muy disponible, pulcra vestimenta, con probable corbatita
estranguladora, zapatos de charol brillando a rabiar y ¡ojo con rozarlos…! manos y uñas inmaculados, yo no se por que las uñas eran una batalla, claro que en aquellos tiempos comíamos otras cosas, pero el caso era que las susodichas se ponían de luto y debían presentar un aspecto inmaculado.
La cosa empezaba cuando el niño conducido, más bien arrastrado, por la mamá se trasladaba al domicilio de la concertada, Las visitas se hacían previo acuerdo, pues había quien alquilaba una sirvienta con cofia y todo para la ocasión, la vivienda en cuestión, no se por qué, estaba de un cuarto piso para arriba y sin ascensor, ¡no había ni una que viviera en un bajo o en un primero, leches...! Cuando se llamaba a la puerta mediante una palomilla giratoria, se percibía un “riiing, riiing…“ de lo más cursi, una mirilla interior giratoria se ponía en marcha y tras una detallada inspección, se oía un “ ¡ya voy…!” lejano, como si viniera de Burgos la visitada.
.- ¡Que sorpresa, de visita y has venido con el niño….!
Como si no supiera de antemano que iba a ser visitada.., seguramente llevaba desde por la mañana limpiando la casa y sacando brillo a la plata del comedor.
En cuanto al niño, exclamaba previo aleccionamiento .
.- ¿Cómo está Vd, señora?...
.- ¡Qué bien educado está…! -buenos capones le costaba al pobre-….
A continuación venía la incógnita, ¿la señora tendrá perrito o gatito… ?.
Si se trataba del primer caso, existía la probabilidad de que fuera un baboso de esos que te ponen perdido y te olfatean hasta el …, o bien uno de esos que tienen cara de buena persona y tras los dos primeros aulliditos no se meten contigo para nada, no obstante se podía aparentar miedo insuperable para que la visitada en cuestión lo pusiera a buen recaudo. Pero la cosa variaba si era gatito, que era aceptable para las señoras en general, pero no en mi caso, que no me fío un pelo de los felinos y parentela. Por tanto si existía el tal gatito, no había que perderlo de vista ni un momento y más si era negro.
Generalmente se acomodaba a la víctima en el mismo cuarto de estar donde se celebraba el evento, en una mesita aparte donde se había dispuesto de sendas galletas María y un par de onzas de chocolate y un vasito de naranjada, a la vez que un montoncito de cuentos de Roberto Alcazar y Pedrín o el Guerrero del Antifaz , muy atrasados por supuesto, esperando con tales presentes hacer las delicias del impúber.
Las torturadoras empezaban con la amiga más querida y terminaban con la portera, poniéndolas a todas a parir y hablando casi a la vez, lo peor era cuando eran tres o más, entonces se armaba tal guirigay, que si aparecía algún familiar salía disparado por la primer puerta que encontrara.
-“Qué jodidos, ¿y yo qué ..?” – pensaba el infante, mientras se estaba meando y no se atrevía a interrumpir.
Alguna que otra misericordiosa propietaria le indicaba a veces
.- Nene, el baño es la segunda puerta del pasillo, por si…
Entonces el penado aprovechaba la ocasión para escabullirse un rato, desfogarse y de paso hacer buches en el lavabo, ya que el chocolate sabía a rayos.
Cuando abatidas por el parloteo, la bandeja de pastitas a cero grados, la tetera escurrida y rostros desmadejados, decidían levantar la sesión, alguna comentaba:
.- ¡Ay que ver el niño, ni se ha notado que estaba ahí! – “si no has parado de hablar tía loro“– pensaba el peque.
.- ¿Has leído los cuentos guapo...?, ¿te han gustado…?.
El aludido movía la cabeza afirmativamente, cuando en realidad quería contestar: “cinco veces señora y son de hace tres meses“.
Tras darte un clamoroso besuqueo y conducidas las visitas en tropel hasta la puerta, se escuchaba un poco convincente:
.- Volver cuando queráis, ¡qué bien lo hemos pasado...Pero qué niño más rico!
Créanme, los niños de aquella época no se apuntaban a la Legión Extranjera por que no sabían que existía…..
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Una de las torturas más despiadadas de tiempos pasados era ir de visita.
Cuando una buena madre decía : “esta tarde vamos a hacer una visita“, era para echarse a temblar. Aquello significaba un baño a fondo, el agua caliente no estaba muy disponible, pulcra vestimenta, con probable corbatita
estranguladora, zapatos de charol brillando a rabiar y ¡ojo con rozarlos…! manos y uñas inmaculados, yo no se por que las uñas eran una batalla, claro que en aquellos tiempos comíamos otras cosas, pero el caso era que las susodichas se ponían de luto y debían presentar un aspecto inmaculado.
La cosa empezaba cuando el niño conducido, más bien arrastrado, por la mamá se trasladaba al domicilio de la concertada, Las visitas se hacían previo acuerdo, pues había quien alquilaba una sirvienta con cofia y todo para la ocasión, la vivienda en cuestión, no se por qué, estaba de un cuarto piso para arriba y sin ascensor, ¡no había ni una que viviera en un bajo o en un primero, leches...! Cuando se llamaba a la puerta mediante una palomilla giratoria, se percibía un “riiing, riiing…“ de lo más cursi, una mirilla interior giratoria se ponía en marcha y tras una detallada inspección, se oía un “ ¡ya voy…!” lejano, como si viniera de Burgos la visitada.
.- ¡Que sorpresa, de visita y has venido con el niño….!
Como si no supiera de antemano que iba a ser visitada.., seguramente llevaba desde por la mañana limpiando la casa y sacando brillo a la plata del comedor.
En cuanto al niño, exclamaba previo aleccionamiento .
.- ¿Cómo está Vd, señora?...
.- ¡Qué bien educado está…! -buenos capones le costaba al pobre-….
A continuación venía la incógnita, ¿la señora tendrá perrito o gatito… ?.
Si se trataba del primer caso, existía la probabilidad de que fuera un baboso de esos que te ponen perdido y te olfatean hasta el …, o bien uno de esos que tienen cara de buena persona y tras los dos primeros aulliditos no se meten contigo para nada, no obstante se podía aparentar miedo insuperable para que la visitada en cuestión lo pusiera a buen recaudo. Pero la cosa variaba si era gatito, que era aceptable para las señoras en general, pero no en mi caso, que no me fío un pelo de los felinos y parentela. Por tanto si existía el tal gatito, no había que perderlo de vista ni un momento y más si era negro.
Generalmente se acomodaba a la víctima en el mismo cuarto de estar donde se celebraba el evento, en una mesita aparte donde se había dispuesto de sendas galletas María y un par de onzas de chocolate y un vasito de naranjada, a la vez que un montoncito de cuentos de Roberto Alcazar y Pedrín o el Guerrero del Antifaz , muy atrasados por supuesto, esperando con tales presentes hacer las delicias del impúber.
Las torturadoras empezaban con la amiga más querida y terminaban con la portera, poniéndolas a todas a parir y hablando casi a la vez, lo peor era cuando eran tres o más, entonces se armaba tal guirigay, que si aparecía algún familiar salía disparado por la primer puerta que encontrara.
-“Qué jodidos, ¿y yo qué ..?” – pensaba el infante, mientras se estaba meando y no se atrevía a interrumpir.
Alguna que otra misericordiosa propietaria le indicaba a veces
.- Nene, el baño es la segunda puerta del pasillo, por si…
Entonces el penado aprovechaba la ocasión para escabullirse un rato, desfogarse y de paso hacer buches en el lavabo, ya que el chocolate sabía a rayos.
Cuando abatidas por el parloteo, la bandeja de pastitas a cero grados, la tetera escurrida y rostros desmadejados, decidían levantar la sesión, alguna comentaba:
.- ¡Ay que ver el niño, ni se ha notado que estaba ahí! – “si no has parado de hablar tía loro“– pensaba el peque.
.- ¿Has leído los cuentos guapo...?, ¿te han gustado…?.
El aludido movía la cabeza afirmativamente, cuando en realidad quería contestar: “cinco veces señora y son de hace tres meses“.
Tras darte un clamoroso besuqueo y conducidas las visitas en tropel hasta la puerta, se escuchaba un poco convincente:
.- Volver cuando queráis, ¡qué bien lo hemos pasado...Pero qué niño más rico!
Créanme, los niños de aquella época no se apuntaban a la Legión Extranjera por que no sabían que existía…..
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miércoles, 6 de octubre de 2010
La llegada
El ruido de los motores era imperceptible
El azul del mar, timidamente, comenzó a reflejar nuestra sombra amiga.
Las pálidas nubes se perdieron en la lejanía.
Y de pronto el azul de cielo y el azul de mar nos rodearon.
Pero el verde acabó inundándolo todo
Verde de campiña sonriente,
verde de olivar y de zarzal.
Aldeas blancas en fondo verde se asomaban buscando el mar.
Colinas verdes ascendían al cielo
Entre montañas, pequeños burgos adornaban el paisaje.
Y descendimos lentamente, con dulzura,
con alas de mariposa en verde prado.
Habíamos llegado a Mallorca...
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El azul del mar, timidamente, comenzó a reflejar nuestra sombra amiga.
Las pálidas nubes se perdieron en la lejanía.
Y de pronto el azul de cielo y el azul de mar nos rodearon.
Pero el verde acabó inundándolo todo
Verde de campiña sonriente,
verde de olivar y de zarzal.
Aldeas blancas en fondo verde se asomaban buscando el mar.
Colinas verdes ascendían al cielo
Entre montañas, pequeños burgos adornaban el paisaje.
Y descendimos lentamente, con dulzura,
con alas de mariposa en verde prado.
Habíamos llegado a Mallorca...
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martes, 28 de septiembre de 2010
La invitación
La invitación.
Se había empeñado en llevarme a comer al nuevo restaurante.
.- Verás, es un local nuevo que acaban de inaugurar dos esquinas más abajo del multicine. Donde antes había una papelería.
.- Ya se que papelería dices, una que una vez me vendió un periódico de hacía tres días.
.- ¿Y no le dijiste nada, yo habría…?
.- ¿Qué no le dije nada…? Bueno, es que se me escapó. Verás me fui con el diario a mi cafetería habitual y agazapado en la mesa del rincón inicié la lectura mientras el camarero me traía el café. Cuando lo trajo, echó una ojeada al periódico y comentó.
.- ¿Qué, buenas noticias…?-no apartaba la vista del diario-
.- Pschh… las de todos los días. Nada interesante. Es que parece el mismo todos los días…
.- Claro, claro…
Comprobé la “primitiva de ayer” y me llevé el sorpresón de verificar que me habían tocado 150 euros. Pagué y me dirigí al lotero a toda velocidad. Metió el boleto en la maquinita y observé con emoción la pantalla. Tras unos instantes apareció el letrerito: “boleto no premiado”. Me quedé tieso e interpelé al lotero: ¡Oiga eso debe estar equivocado, en el periódico dice que he ganado 150 euros, mire…! Entonces don Antonio, el lotero, que es muy buena persona y tiene más paciencia que un santo, se caló unas gafas mínimas, tomó el periódico y señalándome la fecha agregó: ¡Hombre, no compre usted periódicos atrasados, aunque sean más baratos...! A todo esto, se había formado cola y el cachondeo era de órdago…
.- ¿Volverías a la papelería…, no?
.- Hecho una furia, pero se había ido al médico y estaba un niño tras el mostrador.
.- Me ha dicho mi papá que usted volvería, porque se ha llevado un diario de ese montón que son para devolver y a lo mejor no le gusta…
Me quedé mirándole, sin saber si lanzar un berrido o no, y calmado contesté: Pues dile a tu papá que si, que me ha gustado y además no lo había leído. Pero como no he visto su esquela, se lo devuelvo. Y ahora dame el de hoy…
Llegamos al nuevo restaurante.
.- El local me da mosca, porque todo lo que montan aquí acaba cerrado.
Penetramos en el nuevo local y un solícito camarero, algo oriental, nos acompañó a una mesa. A poco vino el que parecía ser el encargado, boli en mano nos entregó una carta de vinos, que parecía la lista de la lotería.
.- No, tráiganos el de la casa y una Casera.
.- Como manjares tenemos conejo estofado, ternera en salsa Orly, lenguado calabrés…
.- Mire tráiganos el conejo, que parece más hispano… ¿no…?
.- Para los dos, -agregó mi amigo-.
Rematamos el almuerzo con un helado de turrón y tras abonar la minuta, salimos a dar un paseo para bajar la comida, en el que se produjeron sendos eructus Magnus , que según Hipócrates son suspiros de satisfacción.+
.- ¿Qué te ha parecido…, aceptable verdad?
.- Bueno, lo que no sabemos seguro es si era conejo o gato…
.- Pues ahora que lo dices, últimamente no se ve un gato por el barrio.
Mi amigo no sabía que yo era supersticioso, bueno un poco, y aquella salvedad se me quedó dentro y de tal manera, que con disimulo y desde ese momento no hacía más que buscar con la mirada algún gato, que rectificase la opinión de mi amigo.
Al regresar a casa, ya con la tarde avanzada saludé a la portera:
.- Buenas noches doña Mercedes, ¿y su gatito, anda por ahí…?
.- ¡Calle, calle, que Manolo y yo tenemos un disgusto…!
.- ¡No me diga que ha desaparecido…!
.- No, que le atropelló un taxi y me lo trajeron reventadito…
Yo tenía que cerciorarme:
.- ¿Lo enterrarían, no…? Pobrecito.
.- Pues si, lo metimos en una caja de cartón y lo llevamos a la Casa de Campo. Allí al lado de un olmo a la derecha entierran a muchos…
.- Animalito, pues les doy mis condolencias.
No me quedé tranquilo y me dije: “Mañana voy a comprobar las sepulturas”
A la mañana siguiente y tras el desayuno, en vez de decir “adios” a la familia,
se me escapó un “Miauu…”, que los dejó con cara de haba.
En la Casa de Campo habían puesto un guarda al lado del olmo de marras. Pregunté el motivo y me aclararon:
.- Es que últimamente hay por aquí mucho meneo, sabe...
Fui al mercado y me eché al bolsillo tres sardinas que robé en la pescadería, me senté en un banco del Parque y me las comí crudas. Perseguí entre los arbustos a una gata en celo que me había enseñado el culo y salí de allí despavorido porque un bulldog la tomó conmigo. Me encontré a mi amigo en la cafetería, con la cara llena de arañazos sorbiendo un tazón de leche. Los dos nos mirábamos con tristeza, decidimos que aquel atardecer nos daríamos un paseíto por los tejados del barrio…
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Se había empeñado en llevarme a comer al nuevo restaurante.
.- Verás, es un local nuevo que acaban de inaugurar dos esquinas más abajo del multicine. Donde antes había una papelería.
.- Ya se que papelería dices, una que una vez me vendió un periódico de hacía tres días.
.- ¿Y no le dijiste nada, yo habría…?
.- ¿Qué no le dije nada…? Bueno, es que se me escapó. Verás me fui con el diario a mi cafetería habitual y agazapado en la mesa del rincón inicié la lectura mientras el camarero me traía el café. Cuando lo trajo, echó una ojeada al periódico y comentó.
.- ¿Qué, buenas noticias…?-no apartaba la vista del diario-
.- Pschh… las de todos los días. Nada interesante. Es que parece el mismo todos los días…
.- Claro, claro…
Comprobé la “primitiva de ayer” y me llevé el sorpresón de verificar que me habían tocado 150 euros. Pagué y me dirigí al lotero a toda velocidad. Metió el boleto en la maquinita y observé con emoción la pantalla. Tras unos instantes apareció el letrerito: “boleto no premiado”. Me quedé tieso e interpelé al lotero: ¡Oiga eso debe estar equivocado, en el periódico dice que he ganado 150 euros, mire…! Entonces don Antonio, el lotero, que es muy buena persona y tiene más paciencia que un santo, se caló unas gafas mínimas, tomó el periódico y señalándome la fecha agregó: ¡Hombre, no compre usted periódicos atrasados, aunque sean más baratos...! A todo esto, se había formado cola y el cachondeo era de órdago…
.- ¿Volverías a la papelería…, no?
.- Hecho una furia, pero se había ido al médico y estaba un niño tras el mostrador.
.- Me ha dicho mi papá que usted volvería, porque se ha llevado un diario de ese montón que son para devolver y a lo mejor no le gusta…
Me quedé mirándole, sin saber si lanzar un berrido o no, y calmado contesté: Pues dile a tu papá que si, que me ha gustado y además no lo había leído. Pero como no he visto su esquela, se lo devuelvo. Y ahora dame el de hoy…
Llegamos al nuevo restaurante.
.- El local me da mosca, porque todo lo que montan aquí acaba cerrado.
Penetramos en el nuevo local y un solícito camarero, algo oriental, nos acompañó a una mesa. A poco vino el que parecía ser el encargado, boli en mano nos entregó una carta de vinos, que parecía la lista de la lotería.
.- No, tráiganos el de la casa y una Casera.
.- Como manjares tenemos conejo estofado, ternera en salsa Orly, lenguado calabrés…
.- Mire tráiganos el conejo, que parece más hispano… ¿no…?
.- Para los dos, -agregó mi amigo-.
Rematamos el almuerzo con un helado de turrón y tras abonar la minuta, salimos a dar un paseo para bajar la comida, en el que se produjeron sendos eructus Magnus , que según Hipócrates son suspiros de satisfacción.+
.- ¿Qué te ha parecido…, aceptable verdad?
.- Bueno, lo que no sabemos seguro es si era conejo o gato…
.- Pues ahora que lo dices, últimamente no se ve un gato por el barrio.
Mi amigo no sabía que yo era supersticioso, bueno un poco, y aquella salvedad se me quedó dentro y de tal manera, que con disimulo y desde ese momento no hacía más que buscar con la mirada algún gato, que rectificase la opinión de mi amigo.
Al regresar a casa, ya con la tarde avanzada saludé a la portera:
.- Buenas noches doña Mercedes, ¿y su gatito, anda por ahí…?
.- ¡Calle, calle, que Manolo y yo tenemos un disgusto…!
.- ¡No me diga que ha desaparecido…!
.- No, que le atropelló un taxi y me lo trajeron reventadito…
Yo tenía que cerciorarme:
.- ¿Lo enterrarían, no…? Pobrecito.
.- Pues si, lo metimos en una caja de cartón y lo llevamos a la Casa de Campo. Allí al lado de un olmo a la derecha entierran a muchos…
.- Animalito, pues les doy mis condolencias.
No me quedé tranquilo y me dije: “Mañana voy a comprobar las sepulturas”
A la mañana siguiente y tras el desayuno, en vez de decir “adios” a la familia,
se me escapó un “Miauu…”, que los dejó con cara de haba.
En la Casa de Campo habían puesto un guarda al lado del olmo de marras. Pregunté el motivo y me aclararon:
.- Es que últimamente hay por aquí mucho meneo, sabe...
Fui al mercado y me eché al bolsillo tres sardinas que robé en la pescadería, me senté en un banco del Parque y me las comí crudas. Perseguí entre los arbustos a una gata en celo que me había enseñado el culo y salí de allí despavorido porque un bulldog la tomó conmigo. Me encontré a mi amigo en la cafetería, con la cara llena de arañazos sorbiendo un tazón de leche. Los dos nos mirábamos con tristeza, decidimos que aquel atardecer nos daríamos un paseíto por los tejados del barrio…
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martes, 31 de agosto de 2010
El naipe coquetón
El naipe coquetón.
Estaba decidido a dejarlo. Si con un enorme derroche de voluntad había prescindido del pernicioso vicio de fumar, si se había prometido no acudir jamás a un estadio, para evitar enfermizas discusiones que nada bueno le reportaban. Si había prescindido de cuanto se había propuesto, como no iba a ser capaz de dominar su pasión por el juego de las cartas.
Pensó que había otras muchas cosas en la vida que merecían más la pena. Las mujeres, por ejemplo. Habían pasado por su vida como el rayo de luz por el cristal, sin romperlo ni mancharlo. Cuando veía una película con un tema amoroso, disfrutaba mientras lo hacían los protagonistas. Pero después ni se acordaba del asunto, ni se le ocurría pensar por asomo, que él podía se actor de una pasión semejante. Decidió que le dedicaría más atención al tema en cuestión y así tal vez eludiera el recuerdo de la dichosa baraja. El caso es que no se trataba de un ávido jugador de póker o similar, era un forofo del tute, con la simple baraja española.
Cuando circulaba por las calles, evitaba la vista hacia los escaparates que mostraban juegos de cartas, cuando entraba en algún bar lo hacía retiradamente de los posibles jugadores de las mesas. Eliminó de su domicilio todos los naipes que tenía, evitaba…, en fin la declaración de guerra era absoluta.
Tomó por objetivo la viuda del tercero derecha, que era un jamón con chorreras y que le dirigía, al cruzarse con él en la escalera, unas miradas de cordero degollado que derretían a cualquiera. Un día la vio en el mercado escogiendo zanahorias y sus miradas se cruzaron mientras ella sopesaba una de regular tamaño, él la guiñó un ojo con intención haciendo que retirara la vista avergonzada, pero esbozando una sonrisa. Otra vez la sorprendió en el escaparate de una tienda de ropa íntima femenina y situándose a su lado, la volvió a guiñar el ojo. Ella sonrió de nuevo, pero emprendió la huida.
¡Tenía que decidirse, estaba en el bote! Y empezó a soñar con ella un día tras otro, es más procuraba acicalarse antes de acostarse, para acudir a su sueño lo más atractivo posible. Una vez soñó que había penetrado en su casa y se disponía a curiosear en el cajón de su ropa íntima, las tomaba una a una y aspiraba sus perfumados olores. Apareció en el umbral de la puerta y le preguntó si la deseaba:
.- Seré tuya, pero aguarda a que me vista de forma apropiada para el evento.
Desapareció tras un vestidor, mientras él aguardaba sentado a los pies de la cama. Apareció embutida en una minifalda azulada, con una chaquetilla verde y un gracioso gorrito rojo con dos alitas de adorno. Tomó del vestidor una especie de batidor de béisbol apoyándolo sobre su hombro derecho y se dirigió hacía él con pasos coquetones. Él por su parte se aprestó al combate, pero aquella imagen le recordaba algo, fijó su vista en el centro de su pechera y entre las protuberancias de sus senos, distinguió el emblema de Heraclio Fournier. Se despertó de golpe y quedó sentado en la cama horrorizado.
Había estado a punto de meterle mano a la Sota de Bastos… J.L.G.R.
Estaba decidido a dejarlo. Si con un enorme derroche de voluntad había prescindido del pernicioso vicio de fumar, si se había prometido no acudir jamás a un estadio, para evitar enfermizas discusiones que nada bueno le reportaban. Si había prescindido de cuanto se había propuesto, como no iba a ser capaz de dominar su pasión por el juego de las cartas.
Pensó que había otras muchas cosas en la vida que merecían más la pena. Las mujeres, por ejemplo. Habían pasado por su vida como el rayo de luz por el cristal, sin romperlo ni mancharlo. Cuando veía una película con un tema amoroso, disfrutaba mientras lo hacían los protagonistas. Pero después ni se acordaba del asunto, ni se le ocurría pensar por asomo, que él podía se actor de una pasión semejante. Decidió que le dedicaría más atención al tema en cuestión y así tal vez eludiera el recuerdo de la dichosa baraja. El caso es que no se trataba de un ávido jugador de póker o similar, era un forofo del tute, con la simple baraja española.
Cuando circulaba por las calles, evitaba la vista hacia los escaparates que mostraban juegos de cartas, cuando entraba en algún bar lo hacía retiradamente de los posibles jugadores de las mesas. Eliminó de su domicilio todos los naipes que tenía, evitaba…, en fin la declaración de guerra era absoluta.
Tomó por objetivo la viuda del tercero derecha, que era un jamón con chorreras y que le dirigía, al cruzarse con él en la escalera, unas miradas de cordero degollado que derretían a cualquiera. Un día la vio en el mercado escogiendo zanahorias y sus miradas se cruzaron mientras ella sopesaba una de regular tamaño, él la guiñó un ojo con intención haciendo que retirara la vista avergonzada, pero esbozando una sonrisa. Otra vez la sorprendió en el escaparate de una tienda de ropa íntima femenina y situándose a su lado, la volvió a guiñar el ojo. Ella sonrió de nuevo, pero emprendió la huida.
¡Tenía que decidirse, estaba en el bote! Y empezó a soñar con ella un día tras otro, es más procuraba acicalarse antes de acostarse, para acudir a su sueño lo más atractivo posible. Una vez soñó que había penetrado en su casa y se disponía a curiosear en el cajón de su ropa íntima, las tomaba una a una y aspiraba sus perfumados olores. Apareció en el umbral de la puerta y le preguntó si la deseaba:
.- Seré tuya, pero aguarda a que me vista de forma apropiada para el evento.
Desapareció tras un vestidor, mientras él aguardaba sentado a los pies de la cama. Apareció embutida en una minifalda azulada, con una chaquetilla verde y un gracioso gorrito rojo con dos alitas de adorno. Tomó del vestidor una especie de batidor de béisbol apoyándolo sobre su hombro derecho y se dirigió hacía él con pasos coquetones. Él por su parte se aprestó al combate, pero aquella imagen le recordaba algo, fijó su vista en el centro de su pechera y entre las protuberancias de sus senos, distinguió el emblema de Heraclio Fournier. Se despertó de golpe y quedó sentado en la cama horrorizado.
Había estado a punto de meterle mano a la Sota de Bastos… J.L.G.R.
jueves, 26 de agosto de 2010
Ordenadores mudos.
Ordenadores mudos.
Mi ordenador no hace ruido alguno y eso me tiene mosca. Si realizara el tableteo que orquestaban las máquinas de escribir de antaño, seguramente me libraría de ser interrumpido con tanta frecuencia por mis allegados, que pensarían: “dejémosle, que está trabajando…” Incluso pudiera ser que el tecleo instara a pensar a la vecindad, “debe haber un escritor entre nosotros…”.
Pero nada de esto acaece, no hace ruido alguno, se limita a reflejar mis relatos sin el más mínimo comentario, acepta sin rechistar mis correcciones y al final me muestra el producto para mi aprobación o deshecho.
Es frío e impávido no dice absolutamente nada, ni aplaude ni censura. ¡Hombre…, yo tampoco espero una ovación cerrada a cada intento de relato! Tampoco un abucheo, por supuesto, pero podía estar programado al menos para animar al ejecutante, admitiendo su esfuerzo. Con un “¡adelante que la cosa mejora…!”, o algo así, me conformaría, pero que si quieres arroz…
Por eso he decidido escribir bajo la influencia de alguna música, alguna melodía de esas que te levantan la moral y al pairo de sus sones, y tras las oportunas correcciones, estimo correcto pulsar el “guardar”, obviando el “eliminar”. La letra impresa, independiente de la calidad de lo escrito, es fría, insensible, no transmite afecto ni ilusión, Habrá que inventar el libro sonoro.
Por todo ello querido lector, si alguna vez te viene bien, te agradecería que me enviaras alguna postal, cualquier postal, escrita a mano… No hace falta que me digas nada interesante, tan sólo quiero ver tu palabra manuscrita.
¡Me haría tanta ilusión…!
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Mi ordenador no hace ruido alguno y eso me tiene mosca. Si realizara el tableteo que orquestaban las máquinas de escribir de antaño, seguramente me libraría de ser interrumpido con tanta frecuencia por mis allegados, que pensarían: “dejémosle, que está trabajando…” Incluso pudiera ser que el tecleo instara a pensar a la vecindad, “debe haber un escritor entre nosotros…”.
Pero nada de esto acaece, no hace ruido alguno, se limita a reflejar mis relatos sin el más mínimo comentario, acepta sin rechistar mis correcciones y al final me muestra el producto para mi aprobación o deshecho.
Es frío e impávido no dice absolutamente nada, ni aplaude ni censura. ¡Hombre…, yo tampoco espero una ovación cerrada a cada intento de relato! Tampoco un abucheo, por supuesto, pero podía estar programado al menos para animar al ejecutante, admitiendo su esfuerzo. Con un “¡adelante que la cosa mejora…!”, o algo así, me conformaría, pero que si quieres arroz…
Por eso he decidido escribir bajo la influencia de alguna música, alguna melodía de esas que te levantan la moral y al pairo de sus sones, y tras las oportunas correcciones, estimo correcto pulsar el “guardar”, obviando el “eliminar”. La letra impresa, independiente de la calidad de lo escrito, es fría, insensible, no transmite afecto ni ilusión, Habrá que inventar el libro sonoro.
Por todo ello querido lector, si alguna vez te viene bien, te agradecería que me enviaras alguna postal, cualquier postal, escrita a mano… No hace falta que me digas nada interesante, tan sólo quiero ver tu palabra manuscrita.
¡Me haría tanta ilusión…!
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lunes, 23 de agosto de 2010
Despertares chungos...
¡Despertares chungos…!
Me levanté algo raro. Debía ser porque no había dormido de un tirón la noche transcurrida y yo cuando duermo por etapas, me levanto fatal. Pero había que sobreponerse. Fui al cuarto de baño y me dispuse a tomar una ducha, empecé a accionar los grifos del agua para lograr la temperatura deseada y no logré mi objetivo. O salía muy fría o hirviendo, el caso es que no recordaba haber encendido el termo. Me duché con la fría y en lugar de espabilarme como es preceptivo, salí de la ducha más atontado todavía. Vestido de una forma ligera e informal, ya que estamos en verano y el calor es pegajoso, tomé la dirección de la parada de la guagua al objeto de dirigirme a la Biblioteca y al Parque de San Telmo a escuchar el concierto de la banda Municipal como todas las semanas. El bono de la guagua no estaba en su lugar habitual de la cartera y tenía que pagar en metálico, pero el metálico tampoco estaba en su sitio y pidiendo excusas me bajé del vehículo. Nada más pisar la acera me percibí de que el metálico si estaba, pero en otro bolsillo posterior, donde debió ir a parar por error. Volví a la parada y aguardé de nuevo la llegada del transporte.
Al subir me pareció que el conductor era el mismo de la guagua anterior y tras sentarme en mi plaza favorita, tras la mampara y a su espalda, quede meditando que no podía ser, a lo mejor tenía algún hermano gemelo también conductor, pero el mismo no podía ser. El caso es que antes de bajarme le pregunté con educación:
.- Perdone, ¿tiene usted algún hermano gemelo trabajando también en esta Empresa?
El conductor con cara de molesto, me respondió:
.- A usted que le importa…
.- Está bien, en todo caso su otro hermano es más educado.
Y me bajé sin más. Mientras me dirigía a la Biblioteca y subía los escalones, que son la tira…, volví a repetirme, como siempre, que debería haber un ascensor para los parroquianos veteranos. (Ya se lo he dicho al vigilante y a tres bibliotecarios, pero que si quieres arroz…)
Al llegar a la cúspide me percaté de que no había traído libro alguno para devolver y que en realidad no me tocaba devolver nada. O sea ¿qué coño había ido yo a hacer allí…?. Como ya estaba dentro me puse a revolver sin ton ni son en las revistas, descansé un poco y me fui al Parque a oír la música.
A medida que me acercaba, observé que allí no había nadie. Naturalmente, en verano no hay actuaciones de la Municipal. ¡Qué día llevo…!
Me fui a dar una vuelta por Triana para matar el tiempo y curiosear un poco cuando ví en un escaparate a mi amigo Florencio con su familia señalando unos artículos. Estaba algo pálido. No quise interrumpir el coloquio familiar y me introduje en un café. Solicité uno solo, cargadito, a ver si me espabilaba y algo más avivado continué el paseo. De pronto me puse a meditar. ¿pero que coño Florencio…, si se murió hace un año?. ¡Uff…, esto va de mal en peor…!
Con inusitada ligereza me dirigí a la parada de la guagua de regreso, por fortuna apenas tardó. No miré la cara del conductor, me senté en el fondo y en cuanto llegué a mi zona, me dirigí a casa a todo trapo.
Corrí escaleras arriba, es sólo un piso, abrí la puerta y me dirigí a mi cuarto poniéndolo en absoluta oscuridad. Me metí en la cama en calzoncillos musitando: “Seguiré durmiendo, no se puede ir por ahí sin despertarse…”
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Me levanté algo raro. Debía ser porque no había dormido de un tirón la noche transcurrida y yo cuando duermo por etapas, me levanto fatal. Pero había que sobreponerse. Fui al cuarto de baño y me dispuse a tomar una ducha, empecé a accionar los grifos del agua para lograr la temperatura deseada y no logré mi objetivo. O salía muy fría o hirviendo, el caso es que no recordaba haber encendido el termo. Me duché con la fría y en lugar de espabilarme como es preceptivo, salí de la ducha más atontado todavía. Vestido de una forma ligera e informal, ya que estamos en verano y el calor es pegajoso, tomé la dirección de la parada de la guagua al objeto de dirigirme a la Biblioteca y al Parque de San Telmo a escuchar el concierto de la banda Municipal como todas las semanas. El bono de la guagua no estaba en su lugar habitual de la cartera y tenía que pagar en metálico, pero el metálico tampoco estaba en su sitio y pidiendo excusas me bajé del vehículo. Nada más pisar la acera me percibí de que el metálico si estaba, pero en otro bolsillo posterior, donde debió ir a parar por error. Volví a la parada y aguardé de nuevo la llegada del transporte.
Al subir me pareció que el conductor era el mismo de la guagua anterior y tras sentarme en mi plaza favorita, tras la mampara y a su espalda, quede meditando que no podía ser, a lo mejor tenía algún hermano gemelo también conductor, pero el mismo no podía ser. El caso es que antes de bajarme le pregunté con educación:
.- Perdone, ¿tiene usted algún hermano gemelo trabajando también en esta Empresa?
El conductor con cara de molesto, me respondió:
.- A usted que le importa…
.- Está bien, en todo caso su otro hermano es más educado.
Y me bajé sin más. Mientras me dirigía a la Biblioteca y subía los escalones, que son la tira…, volví a repetirme, como siempre, que debería haber un ascensor para los parroquianos veteranos. (Ya se lo he dicho al vigilante y a tres bibliotecarios, pero que si quieres arroz…)
Al llegar a la cúspide me percaté de que no había traído libro alguno para devolver y que en realidad no me tocaba devolver nada. O sea ¿qué coño había ido yo a hacer allí…?. Como ya estaba dentro me puse a revolver sin ton ni son en las revistas, descansé un poco y me fui al Parque a oír la música.
A medida que me acercaba, observé que allí no había nadie. Naturalmente, en verano no hay actuaciones de la Municipal. ¡Qué día llevo…!
Me fui a dar una vuelta por Triana para matar el tiempo y curiosear un poco cuando ví en un escaparate a mi amigo Florencio con su familia señalando unos artículos. Estaba algo pálido. No quise interrumpir el coloquio familiar y me introduje en un café. Solicité uno solo, cargadito, a ver si me espabilaba y algo más avivado continué el paseo. De pronto me puse a meditar. ¿pero que coño Florencio…, si se murió hace un año?. ¡Uff…, esto va de mal en peor…!
Con inusitada ligereza me dirigí a la parada de la guagua de regreso, por fortuna apenas tardó. No miré la cara del conductor, me senté en el fondo y en cuanto llegué a mi zona, me dirigí a casa a todo trapo.
Corrí escaleras arriba, es sólo un piso, abrí la puerta y me dirigí a mi cuarto poniéndolo en absoluta oscuridad. Me metí en la cama en calzoncillos musitando: “Seguiré durmiendo, no se puede ir por ahí sin despertarse…”
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martes, 20 de julio de 2010
La Peña
La peña.
Me entusiasma cuando contemplo a los “old seniors”, sentados alrededor de una mesa a la hora del cafetito medio-mañanero, departir sobre sus temas de actualidad. Siempre me sitúo en sus aledaños a disfrutar del mío y con la prensa desplegada a modo de disimulo, pongo la antena en servicio.
Aclararé que en un principio son dos los que toman posiciones en el local, en una zona que permita la incorporación de sucesivos asientos para los que vayan viniendo. A medida que se van incorporando tres o cuatro más, les saludan con un amago de alzamiento como deferencia y alguno que otro tiende la mano en señal de bienvenida, sin demasiado entusiasmo.
Entonces llega el camarero, por tercera vez pues ya le dijeron que estaban esperando, y block en mano toma nota de las peticiones de descafeinados, poleos-menta, tónicas, etc…
Don Ramón (no se si se llama así, pero a mi me gusta) comienza el parloteo:
.- ¿Qué pasa Antoñito, cómo te salió la foto…?
.- No se de que me hablas, pureta…
.- No decías que te iban a hacer una radiografía, por lo del dolor…
.- ¡Ah, pero eso fue la semana pasada! No me vieron nada. Ahora donde me
duele es …
.- La cartera, a ti donde te duele es en la cartera, porque no pagas ni amarrao
. ¿Habéis visto la tía esa del Paraguay, que dice que si ganan nos enseñará
todo…?- irrumpe el más bajito con cara de picaruelo-.
.- A mi ya me puede enseñar lo que quiera, que no me inmuto…
.- Como que ya has sobrepasado la fecha de caducidad…- añade el de la
visera, que es el más salao-.
.- ¡Mira éste…! habrás de saber que sin ir más lejos la semana pasada…
.- Pues yo todos los días hago algo de gimnasia…-comenta el del bastón-
.- Lo que tenéis que hacer es levantar la plancha con …
.- Con la vista, yo la levanto con la vista…
.- Mis memorias, voy a escribir mis memorias…
.- ¿Pero tú te acuerdas de algo…?
.- Ese es el problema, de anteayer para adelante algo…
.- Pues yo me voy a ir a los baños de Archena, dicen que allí se endereza uno
que es un gusto.
.- Pregunta si son de escayola, si no, no pierdas el tiempo…-¡el de la visera es la leche…!-
Y así, entre picardías, dolencias, ilusiones y demás ocurrencias, con un humor envidiable, se lo pasan bomba. Pienso que a no mucho tardar, igual yo disfruto de una peña semejante. Me dan ganas de invitarles, pero me contengo no sea que se acostumbren…
Mañana vuelvo.
Me entusiasma cuando contemplo a los “old seniors”, sentados alrededor de una mesa a la hora del cafetito medio-mañanero, departir sobre sus temas de actualidad. Siempre me sitúo en sus aledaños a disfrutar del mío y con la prensa desplegada a modo de disimulo, pongo la antena en servicio.
Aclararé que en un principio son dos los que toman posiciones en el local, en una zona que permita la incorporación de sucesivos asientos para los que vayan viniendo. A medida que se van incorporando tres o cuatro más, les saludan con un amago de alzamiento como deferencia y alguno que otro tiende la mano en señal de bienvenida, sin demasiado entusiasmo.
Entonces llega el camarero, por tercera vez pues ya le dijeron que estaban esperando, y block en mano toma nota de las peticiones de descafeinados, poleos-menta, tónicas, etc…
Don Ramón (no se si se llama así, pero a mi me gusta) comienza el parloteo:
.- ¿Qué pasa Antoñito, cómo te salió la foto…?
.- No se de que me hablas, pureta…
.- No decías que te iban a hacer una radiografía, por lo del dolor…
.- ¡Ah, pero eso fue la semana pasada! No me vieron nada. Ahora donde me
duele es …
.- La cartera, a ti donde te duele es en la cartera, porque no pagas ni amarrao
. ¿Habéis visto la tía esa del Paraguay, que dice que si ganan nos enseñará
todo…?- irrumpe el más bajito con cara de picaruelo-.
.- A mi ya me puede enseñar lo que quiera, que no me inmuto…
.- Como que ya has sobrepasado la fecha de caducidad…- añade el de la
visera, que es el más salao-.
.- ¡Mira éste…! habrás de saber que sin ir más lejos la semana pasada…
.- Pues yo todos los días hago algo de gimnasia…-comenta el del bastón-
.- Lo que tenéis que hacer es levantar la plancha con …
.- Con la vista, yo la levanto con la vista…
.- Mis memorias, voy a escribir mis memorias…
.- ¿Pero tú te acuerdas de algo…?
.- Ese es el problema, de anteayer para adelante algo…
.- Pues yo me voy a ir a los baños de Archena, dicen que allí se endereza uno
que es un gusto.
.- Pregunta si son de escayola, si no, no pierdas el tiempo…-¡el de la visera es la leche…!-
Y así, entre picardías, dolencias, ilusiones y demás ocurrencias, con un humor envidiable, se lo pasan bomba. Pienso que a no mucho tardar, igual yo disfruto de una peña semejante. Me dan ganas de invitarles, pero me contengo no sea que se acostumbren…
Mañana vuelvo.
Viva la revista
La música en su punto álgido se hace dueña del foro teatral. Son las últimas notas de aquel entretenido espectáculo que aglutinaba situaciones cómicas, chistes fáciles, coros de bailarinas de cuerpos semivestidos, canciones de las vedettes (con más voluntad que acierto), decorados deslumbrantes, orquesta activa siempre acaparadora y todo ello formando parte de un libreto intrascendente, hábilmente diseñado para rellenar espacios. La apoteosis final hace que los entusiastas del género despidan en pie a los protagonistas de la función.
Ellos por su parte, y en riguroso orden de importancia, hacen su aparición en el escenario saludando con profusión al público, se inclinan cortésmente extendiendo sus brazos y miradas hacia todos los asistentes con la sonrisa del agradecimiento iluminando sus rostros. Por último la espléndida vedette, la hembra central del espectáculo, embutida en un carnavalesco y despampanante bikini de plumas, recorre, seguida fielmente por todo el elenco de la compañía, la pasarela del escenario, enviando amorosamente al público ostensibles gestos cariñosos que hacen la delicia del aforo, ella apenas puede gesticular dada la aparatosidad del traje que luce, pero en su amplia sonrisa se concentra la gratitud y simpatía que almacena.
Era la apoteosis final de LA REVISTA. Aquel espectáculo, en apariencia carente de calidad, con diálogos a veces absurdos y música facilona, que sin embargo llenaba a rebosar los teatros madrileños con el público más diverso.
Porque la revista gustaba, sus pegadizos números musicales se tarareaban por las calles madrileñas y las bailarinas eran asediadas en las puertas traseras de salida de personal de los teatros. Yo todavía rememoro el Pichi de Celia Gámez en el Alcázar, Soy madrileña de Maruja Díaz en el desaparecido Fontalba, y a la novia de Madrid Ana María, con el encanto de Queta Claver, en el teatro Martín, también la simpatía arrolladora de Lina Morgan, la reina de La Latina.
La revista ha muerto, desaparecido, sustituida por grandiosos musicales importados, Mamma mía, Jesucristo Superstar, El rey León y otros muchos de mejor calidad. Pero el gracejo, la alegría y el sabor popular de la revista, dejaron huella entre los que antaño salíamos con las manos rojas de aplaudir, de los coliseos del Oso y el Madroño.
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Ellos por su parte, y en riguroso orden de importancia, hacen su aparición en el escenario saludando con profusión al público, se inclinan cortésmente extendiendo sus brazos y miradas hacia todos los asistentes con la sonrisa del agradecimiento iluminando sus rostros. Por último la espléndida vedette, la hembra central del espectáculo, embutida en un carnavalesco y despampanante bikini de plumas, recorre, seguida fielmente por todo el elenco de la compañía, la pasarela del escenario, enviando amorosamente al público ostensibles gestos cariñosos que hacen la delicia del aforo, ella apenas puede gesticular dada la aparatosidad del traje que luce, pero en su amplia sonrisa se concentra la gratitud y simpatía que almacena.
Era la apoteosis final de LA REVISTA. Aquel espectáculo, en apariencia carente de calidad, con diálogos a veces absurdos y música facilona, que sin embargo llenaba a rebosar los teatros madrileños con el público más diverso.
Porque la revista gustaba, sus pegadizos números musicales se tarareaban por las calles madrileñas y las bailarinas eran asediadas en las puertas traseras de salida de personal de los teatros. Yo todavía rememoro el Pichi de Celia Gámez en el Alcázar, Soy madrileña de Maruja Díaz en el desaparecido Fontalba, y a la novia de Madrid Ana María, con el encanto de Queta Claver, en el teatro Martín, también la simpatía arrolladora de Lina Morgan, la reina de La Latina.
La revista ha muerto, desaparecido, sustituida por grandiosos musicales importados, Mamma mía, Jesucristo Superstar, El rey León y otros muchos de mejor calidad. Pero el gracejo, la alegría y el sabor popular de la revista, dejaron huella entre los que antaño salíamos con las manos rojas de aplaudir, de los coliseos del Oso y el Madroño.
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lunes, 21 de junio de 2010
Monólogos con mi paloma.
Ya está otra ahí, sobre el rojo pavimento de mi patio, en el mismo lugar y a la misma hora,
con precisión matemática.
Me refiero a una esbelta y joven paloma de tonos entre grises y azules que asiduamente me
visita, cual novia expectante de algún requiebro. Comienza con un coquetón y aristocrático
paseo por la zona, un paseo a brinquitos indiferentes, sin mirarme directamente y eso que
sabe que la estoy observando desde la terraza. Mira, como miran las palomas, de soslayo,
cambiando de dirección constantemente, vigilándolo todo y sin fijarse en nada, pero se la
adivina desconfiada, dispuesta a levantar el vuelo a la menor alarma.
Pasea altiva, elegante y coquetona, tal vez esperando una reacción mía, ¿me conocerá de
algo...?¿será verdad eso de la reencarnación y estaremos relacionados...? Yo, la verdad no
recuerdo haber sido palomo, pero ella pudiera haber sido aquella paloma..., la del can-can.
No elucubremos, el caso es que sabe que es bonita y que la contemplo. La aludida anterior-
mente era una mocita de la calle Embajadores que a todo nos tiraba los tejos y luego no
hacía caso a ninguno..., tiempos.
Está esperando mi tributo a su elegancia, mi obsequio que consiste en poner a su alcance
unas migas de pan duro humedecido, para que lo digiera mejor y que se le saben a gloria.
Al recibirlas, retrocede asustada, ¿será virgen...?, pero tras dar una vuelta de inspección se
dirige a su alimento. Hace un lapsus y me dirige una breve mirada, como de agradecimiento
y reanuda sus picoteos que tienen algo de musicales.
De pronto aparecen otras de su especie, pero no de su categoría, estas son algo negruzcas,
gordas, feas y amenazantes, que se dirigen a las migas de mayor tamaño. Mi pobre paloma,
intimidada, se aleja hacia las migas más distantes y vuelve la cabeza contemplando con
tristeza a las invasoras. Luego humildemente levanta el vuelo, no sin dirigirme una postrer
ojeada.y se pierde en la lejanía. Yo quisiera gritarle: "¡vuelve otro día...!", pero me contengo
no sea que alguien me oyere y pensara: "lo que faltaba, el vecino tiene una novia paloma..."
La gente es así...
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con precisión matemática.
Me refiero a una esbelta y joven paloma de tonos entre grises y azules que asiduamente me
visita, cual novia expectante de algún requiebro. Comienza con un coquetón y aristocrático
paseo por la zona, un paseo a brinquitos indiferentes, sin mirarme directamente y eso que
sabe que la estoy observando desde la terraza. Mira, como miran las palomas, de soslayo,
cambiando de dirección constantemente, vigilándolo todo y sin fijarse en nada, pero se la
adivina desconfiada, dispuesta a levantar el vuelo a la menor alarma.
Pasea altiva, elegante y coquetona, tal vez esperando una reacción mía, ¿me conocerá de
algo...?¿será verdad eso de la reencarnación y estaremos relacionados...? Yo, la verdad no
recuerdo haber sido palomo, pero ella pudiera haber sido aquella paloma..., la del can-can.
No elucubremos, el caso es que sabe que es bonita y que la contemplo. La aludida anterior-
mente era una mocita de la calle Embajadores que a todo nos tiraba los tejos y luego no
hacía caso a ninguno..., tiempos.
Está esperando mi tributo a su elegancia, mi obsequio que consiste en poner a su alcance
unas migas de pan duro humedecido, para que lo digiera mejor y que se le saben a gloria.
Al recibirlas, retrocede asustada, ¿será virgen...?, pero tras dar una vuelta de inspección se
dirige a su alimento. Hace un lapsus y me dirige una breve mirada, como de agradecimiento
y reanuda sus picoteos que tienen algo de musicales.
De pronto aparecen otras de su especie, pero no de su categoría, estas son algo negruzcas,
gordas, feas y amenazantes, que se dirigen a las migas de mayor tamaño. Mi pobre paloma,
intimidada, se aleja hacia las migas más distantes y vuelve la cabeza contemplando con
tristeza a las invasoras. Luego humildemente levanta el vuelo, no sin dirigirme una postrer
ojeada.y se pierde en la lejanía. Yo quisiera gritarle: "¡vuelve otro día...!", pero me contengo
no sea que alguien me oyere y pensara: "lo que faltaba, el vecino tiene una novia paloma..."
La gente es así...
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miércoles, 9 de junio de 2010
La espera (dedicado a Conchi)
Terminó de poner la mesa, era un día especial, quería sorprenderle. Treinta años, puede decirse, de felizmente casados. Tenían sus tropiezos, como todos, fruto de la diferencia de educaciones que con los años suele aflorar en algunas parejas, ella era algo posesiva y él con un proceder más filosófico. Pero en general la convivencia no era dificil.
Puso doble cubierto, para pescado y carne, la mantelería que le regaló su madre años ha, copas de agua, vino y cava ( vamos a quitarnos la costumbre de afrancesarnos), dos hermosas velas rojas en forma de pirámide y en el centro de la mesa un florero tipo sorbete, con una flor amarilla y otra roja. Había preparado una tartita casera de chocolate con la palabra LOVE en el centro y ella misma vestía un atrasado modelo de noche, que le apretaba por todos los lados, pero quería estar guapa. Todo dispuesto para su cena de aniversario.
.- Parece que casi es ya la hora-se dijo, pero tampoco hay que ser tan estricta. Me voy a repasar el peinado y poner una gotita de la esencia que a él tanto le gusta. Ya está, entornaré las persianas para que no fisguen los vecinos, que son unos cotillas. ¡Ay Señor que mala es la envidia...!, yo que apenas miro hacia su ventana, aunque parece que hoy no está en casa, habrá venido a sacarla a pasear ese sobrino medio gay que tiene y que quiere heredarla...
¡Ya pasan diez minutos...! bueno no hay que ponerse nerviosa, habrá encontrado a alguien y le habrá entretenido, aunque es hombre de pocas palabras, dice que es que no le dejo...,cosas suyas..
Se reclinó en en el sillón frente al televisor, para centrarse en una tragedia de esas de malos tratos y se quedó medio adormilada entre exclamaciones de: <¡Abusador!> <¡no hay derecho!>,
<¡Todos son iguales...!> El ruido de la puerta al cerrarse la hizo despertar y abrir los ojos algo sobresaltada, vió que su marido avanzaba hacia ella con intención de inclinarse y besarla. Le contuvo:
.- ¡Ni me toques...! no te da vergüenza, ¡pero que horas son estas...! El día de nuestro aniversario..., seguro que que te has reunido con los amigotes, esa panda de lascivos que no hacen más que contar chistes verdes y mirar el culo a las jovencitas, ¡salidos que sois unos salidos...!
A ver, que te huela el aliento...¡Ah no quieres...! claro, te habrás puesto como el Quico de Valdepeñas y sabe Dios si no estabas acompañado por alguna camarera pelandrusca..., que se gastan el sueldo en silicona para presumir de lo que no tienen...
( Se ve que el programita la había puesto a cien...). ¡Guarros, que sois unos guarros...!. Y yo que salí del colegio de monjas directamente al altar del brazo de mi padre...¿qué, no dices nada...? , claro, qué vas a decir...Olvidar nuestro aniversario...Siéntate un rato a ver si se te pasa la cogorza -le gritó dándole un empujón sobre el sofá, donde el pobre cayó como pudo y recibiendo a continuación la tartita en las narices con LOVE incluido-.
Ella se sentó en el sillón de enfrente y continuó lamentándose de lo desgraciada que era por haberse casado con aquel crápula, que además a su madre no le gustaba...
.- Y yo aquí que me puse tu esencia favorita, gamberro. ¿Qué dices..., que has tenido un accidente con el coche, qué solo son las diez, que te ha ido mi hermano a buscar porque el coche se estropeó..? ¿qué mire en tu bolsillo...?. ¡Uy, una cajita con un lacito...! ¡¿A ver qué tiene...?, qúe pulsera más bonita ... y esa tarjetita! "A mi mujercita en nuestro aniversario"
.- ¡Mi vida no estarás herido, a ver que te vea...!, dijo restragándole la servilleta por la cara, de forma que el chocolate le inundó el único ojo en servicio. ¡Dios mío si tu eres mi ángel, mi tesoro, distinto a todos... Siéntate a cenar cariño, verás lo que te ha preparado tu mujercita.
Un momento que me voy a poner más esencia, que se me ha escurrido...y mañana regalo el televisor a la vecina...Jésus...
Y es que algunos tienen plaza segura en el cielo, Señor...
martes, 18 de mayo de 2010
Y estuvo Dios en Las Ventas.
Es tarde de Mayo y oro,
vamos corriendo a la Plaza,
que hoy hay corrida de toros
y dicen toros de raza.
Por las calles van las mozas
adornadas con mantillas,
sus caras rosas que lucen
en mantones de Manila.
La Plaza de flores llena
las andanadas repletas,
en las gradas mucha crema...
hoy luce el sol en las Ventas.
Torea hoy tres figuras,
tres altares, tres escuelas,
cordobesa, salmantina,
y un madrileño que empieza.
Dicen que va para grande,
un tal Juli es su nobleza.
¡Qué bonitas las cuadrillas...!
y los trajes ¡que belleza...!
me gusta que al toro jueguen
con esos aires de fiesta.
Que con sus capas le engañen
y esquiven su cornamenta,
pero cuando al toro hieren
yo me lleno de tristeza.
Y el toro sufre y padece
y arremete con violencia,
porque le clavan ardores
que le excitan sin clemencia.
No acabando de entender
en su noble inteligencia,
que en el ruedo ha de morir
para que triunfe la fiesta.
Yo quiero verle correr
cuando pase por su cerca,
jugar con sus ternerillos
y disfrutar de su alberca.
Me gusta ver su perfil
de animal de alta nobleza,
no nació para morir
en una tarde de fiesta.
Quiero que todo termine,
no quiero que nadie muera,
quiero espadas de juguete
y banderillas de menta.
Y que por la puerta grande
salgan toreros y bestias,
en hombros los toreadores
y el ganado en las carretas.
Que todos salgan contentos
y quede sobre la arena,
una alfombre de claveles
en vez de samgre y tristeza.
Que el arte de los toreros
termine en música y fiesta,
porque han expuesto sus vidas
sin maltratar a las bestias.
En el leguaje taurino
Torero se ha de nombrar,
que matador es quien mata
y no es un arte matar.
Si asi sucede y termina,
lo que llamamos La Fiesta,
si que podremos decir
como quien algo celebra.
"Ayer tarde fui a los toros
y estaba Dios en Las Ventas".
vamos corriendo a la Plaza,
que hoy hay corrida de toros
y dicen toros de raza.
Por las calles van las mozas
adornadas con mantillas,
sus caras rosas que lucen
en mantones de Manila.
La Plaza de flores llena
las andanadas repletas,
en las gradas mucha crema...
hoy luce el sol en las Ventas.
Torea hoy tres figuras,
tres altares, tres escuelas,
cordobesa, salmantina,
y un madrileño que empieza.
Dicen que va para grande,
un tal Juli es su nobleza.
¡Qué bonitas las cuadrillas...!
y los trajes ¡que belleza...!
me gusta que al toro jueguen
con esos aires de fiesta.
Que con sus capas le engañen
y esquiven su cornamenta,
pero cuando al toro hieren
yo me lleno de tristeza.
Y el toro sufre y padece
y arremete con violencia,
porque le clavan ardores
que le excitan sin clemencia.
No acabando de entender
en su noble inteligencia,
que en el ruedo ha de morir
para que triunfe la fiesta.
Yo quiero verle correr
cuando pase por su cerca,
jugar con sus ternerillos
y disfrutar de su alberca.
Me gusta ver su perfil
de animal de alta nobleza,
no nació para morir
en una tarde de fiesta.
Quiero que todo termine,
no quiero que nadie muera,
quiero espadas de juguete
y banderillas de menta.
Y que por la puerta grande
salgan toreros y bestias,
en hombros los toreadores
y el ganado en las carretas.
Que todos salgan contentos
y quede sobre la arena,
una alfombre de claveles
en vez de samgre y tristeza.
Que el arte de los toreros
termine en música y fiesta,
porque han expuesto sus vidas
sin maltratar a las bestias.
En el leguaje taurino
Torero se ha de nombrar,
que matador es quien mata
y no es un arte matar.
Si asi sucede y termina,
lo que llamamos La Fiesta,
si que podremos decir
como quien algo celebra.
"Ayer tarde fui a los toros
y estaba Dios en Las Ventas".
martes, 11 de mayo de 2010
El mejor amigo del ...
Estaba cómodamente sentado en su sillón de orejas preferido. Miraba la televisión a la par que ojeaba el periódico. De pronto su fiel mastín Lolo hizo su aparición, entre su fauces portaba un paraguas y una gorra, los depositó en el suelo y se le quedó mirando fijamente, mientras emitía inequívocos aullidos intermitentes.
El hombre quiso hacerse el desntendido, ensimismándose en la lectura. Pero el dogo no apartaba su mirada y los aullidos se hacían cada vez más evidentes. No había más remedio... Tomó el paraguas y se caló la gorra. Se dirigió con desgana hacia la puerta, procediendo a su apertura.
Antes de cerrarla tras de si, giró la cabeza y pudo contemplar que Lolo ya se había instalado confortablemente
viernes, 16 de abril de 2010
Recuerdo a don Alfredo Krauss.
Ya se escucha la Traviata...
hoy tienen fiesta en el cielo.
Serafines celestiales
rodeados de luceros,
escuchan embelesados
en palcos de nube y viento.
Es un tenor que ha venido
de la tierra en porte regio,
dejando un pueblo vestido
con tristes crespones negros.
Porque el rey del mundo quiso
para bien de sus cortejos,
hacer fiesta inigualable
en el azul de los cielos.
Está entonando sus arias
vestido de terciopelo,
el mejor de los tenores
nacido de mar y fuego.
Era la tierra muy poco
para un ruiseñor tan fiero.
Que Canarias no le llore,
ni se apene el mundo entero,
nuestro tenor ha subido
, aunque nos duela perderlo,
por escalera de estrellas
a los teatros eternos.
¡Oid, la ovación estalla...
aplauden el sol y el viento!
Maravilla de Traviata...
Alfredo triunfa en el cielo.
,
-------------
hoy tienen fiesta en el cielo.
Serafines celestiales
rodeados de luceros,
escuchan embelesados
en palcos de nube y viento.
Es un tenor que ha venido
de la tierra en porte regio,
dejando un pueblo vestido
con tristes crespones negros.
Porque el rey del mundo quiso
para bien de sus cortejos,
hacer fiesta inigualable
en el azul de los cielos.
Está entonando sus arias
vestido de terciopelo,
el mejor de los tenores
nacido de mar y fuego.
Era la tierra muy poco
para un ruiseñor tan fiero.
Que Canarias no le llore,
ni se apene el mundo entero,
nuestro tenor ha subido
, aunque nos duela perderlo,
por escalera de estrellas
a los teatros eternos.
¡Oid, la ovación estalla...
aplauden el sol y el viento!
Maravilla de Traviata...
Alfredo triunfa en el cielo.
,
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jueves, 25 de marzo de 2010
Campanero, que repiquen...
Campanero que repiquen
con fuerza tus tres campanas,
que la he mirado y me ha visto
cuando en la plaza paseaba.
Que en su boca una sonrisa
ha dibujado su cara,
y un espasmo de alegría
ha recorrido mi estampa.
Que sus ojos diamantinos
perlas en rostro engarzadas,
han brillado de ilusión
al sostener mi mirada.
Que su mano levemente
una seña me enviaba,
mientras con porte garboso
hacia la ermita cruzaba.
Que su cuerpo de amazona,
espiga al viento lanzada,
suspiros de mil caricias
mi mente loca soñaba.
Que cuando dejo de verla
parece que el Sol se apaga,
que no hay verano ni invierno,
ni atardecer ni alborada.
Que no hay vida en este ser,
sin su presencia sultana.
¡Dale fuerte campanero,
que echen fuego tus campanas...!
J. L. G. R.
sábado, 20 de marzo de 2010
Vecinos incómodos
Vecinos incómodos.
Mi vecino el del quinto tiene un perro y el del octavo tiene otro, bueno no se si serán perros o perras pero el caso es que los tales, también son vecinos míos.
No creo que haya nada escrito sobre “Derechos y obligaciones de los perros vecinales”, pero debería haberlo. En primer lugar, no debían oler a perro. Y ustedes se dirán y ¿cómo describir el olor a perro?, pues es una mezcla entre orín caducado y ron barato. Cuando me tropiezo con algún vecino portador del animalito en el ascensor, porque los meten en el ascensor y no debían, y como salutación me dirige:
-“Buenos días , parce que hoy va a hacer buen día…”-
Me dan ganas de contestarle
.- Si, pero huele a perro…,-pero uno como quiere ser diplomático, le musita-
Estupendo día para dar una vuelta con el perrito…
Y el cuadrúpedo enano, que parece que entiende, se me acerca y me da un lametón en un zapato de Lurueña, (lo que faltaba para el duro…).
.- ¡Quieto Lolo, eso no se come…!-¡encima..!-
Yo me apresuro a tomar la dirección contraria a mi vecino, aunque me apeteciera charlar con él, pero Lolito no me deja andar a gusto y acabo con la correa entre los…
Tengo por seguro que antes de llegar a la esquina, Lolo habrá elegido la llanta mas costosa de todo el barrio, el cabrito las mira una a una, para prodigarle la primera meada de la mañana, la fuerte, la que se usa para el análisis…
Cuando están a distancia respiro aliviado y en el fondo compadezco a mi contiguo, que tres veces al día con ganas o sin ellas, tiene que enfilar la calle con una hoja de periódico en la mano, a lo mejor ni lo ha leído, para recoger las expulsiones sólidas del peludo.
¡Caramba, si tanto los quieren porque no les enseñan a hacer sus cosas en casita..! Como por otra parte las autoridades competentes, salvo casos concretos, no están por la labor de crear parques para perros, con los medios adecuados de limpieza, los caninos tienen las ciudades hechas un asquito, pies de árbol, farolas y esquinas sirven de perico para sus olorosas aguas menores. ¡Y esto no lo remedia nadie…! Pero peor es el del inquilino del octavo, que no se como se llama, ni pajolera falta que hace. Ese o esa, es romántico y cuando los propietarios se largan de belingo nocturno, entona un Te Deum inacabable que hace las delicias de todos los vecinos con ventana al patio. Hay quien, fuera de si, exclama:
.- ¡Cállate cabri…!, terrorista...
Pero el pobre gime hasta que cae agotado o llegan sus cariñosos…dueños.
A mi no me desagradan los perros, algunos tienen hasta mirada humana, como decía Umbral, y sentimientos envidiables, pero los inconvenientes expuestos hacen que no sean unos vecinos deseables y más adecuados para una casita en el campo o algo así…
Si algún lector tiene perro…,que me perdone.
Mi vecino el del quinto tiene un perro y el del octavo tiene otro, bueno no se si serán perros o perras pero el caso es que los tales, también son vecinos míos.
No creo que haya nada escrito sobre “Derechos y obligaciones de los perros vecinales”, pero debería haberlo. En primer lugar, no debían oler a perro. Y ustedes se dirán y ¿cómo describir el olor a perro?, pues es una mezcla entre orín caducado y ron barato. Cuando me tropiezo con algún vecino portador del animalito en el ascensor, porque los meten en el ascensor y no debían, y como salutación me dirige:
-“Buenos días , parce que hoy va a hacer buen día…”-
Me dan ganas de contestarle
.- Si, pero huele a perro…,-pero uno como quiere ser diplomático, le musita-
Estupendo día para dar una vuelta con el perrito…
Y el cuadrúpedo enano, que parece que entiende, se me acerca y me da un lametón en un zapato de Lurueña, (lo que faltaba para el duro…).
.- ¡Quieto Lolo, eso no se come…!-¡encima..!-
Yo me apresuro a tomar la dirección contraria a mi vecino, aunque me apeteciera charlar con él, pero Lolito no me deja andar a gusto y acabo con la correa entre los…
Tengo por seguro que antes de llegar a la esquina, Lolo habrá elegido la llanta mas costosa de todo el barrio, el cabrito las mira una a una, para prodigarle la primera meada de la mañana, la fuerte, la que se usa para el análisis…
Cuando están a distancia respiro aliviado y en el fondo compadezco a mi contiguo, que tres veces al día con ganas o sin ellas, tiene que enfilar la calle con una hoja de periódico en la mano, a lo mejor ni lo ha leído, para recoger las expulsiones sólidas del peludo.
¡Caramba, si tanto los quieren porque no les enseñan a hacer sus cosas en casita..! Como por otra parte las autoridades competentes, salvo casos concretos, no están por la labor de crear parques para perros, con los medios adecuados de limpieza, los caninos tienen las ciudades hechas un asquito, pies de árbol, farolas y esquinas sirven de perico para sus olorosas aguas menores. ¡Y esto no lo remedia nadie…! Pero peor es el del inquilino del octavo, que no se como se llama, ni pajolera falta que hace. Ese o esa, es romántico y cuando los propietarios se largan de belingo nocturno, entona un Te Deum inacabable que hace las delicias de todos los vecinos con ventana al patio. Hay quien, fuera de si, exclama:
.- ¡Cállate cabri…!, terrorista...
Pero el pobre gime hasta que cae agotado o llegan sus cariñosos…dueños.
A mi no me desagradan los perros, algunos tienen hasta mirada humana, como decía Umbral, y sentimientos envidiables, pero los inconvenientes expuestos hacen que no sean unos vecinos deseables y más adecuados para una casita en el campo o algo así…
Si algún lector tiene perro…,que me perdone.
jueves, 18 de marzo de 2010
Memorias de un colchón romántico
En realidad yo nunca quise ser un colchón. Yo era un cojincillo, casi almohadón, que vivía placidamente ubicado en la esquina de un sofá, el cual prácticamente no era usado por nadie, excepto cuando un tipejo con cara de primo visitaba a la señorita de la casa. El citado, de vez en cuando, la tomaba de las dos manos y, mirándola fijamente a través de sus quevedos, (llevaba unos aumentos de siete a ocho dioptrías), la decía con voz lánguida que era su media naranjita.
La nena, que era bastante salidilla, estuvo un par de veces a punto de cogerme, y de un manotazo plantarme bajo sus riñones para ponerse panza arriba, y ver si el cegato se arrancaba por peteneras, pero yo creo que tenía miedo de que el aludido apuntara mal, y la sacara un ojo….El caso es que nunca lo intentó.
Tras esta aburrida experiencia, pasé a ser cedido junto a otros cachivaches, sofá incluido, a una sobrina de mis propietarios recién matrimoniada, y que tenía carencia de mobiliario, tras su unión con una guardia civil.
Aquí pasé por una época digamos non grata, ya que el del tricornio cogió por costumbre situarme sobre una mesita, para a continuación endiñarme sus dos pezuñas encima, con el fin de aliviar la fatiga habida durante el servicio diurno realizado. Por ello fui sometido a notable presión, así como obsequiado con un aroma indescifrable.
Como siempre fui un cojín educado, le disculpaba ya que al pobre al ser novato, le asignaban patrullas pedáneas de transporte de presos de aquí para allá y regresaba tullidito al hogar. A mi me daba pena y soportaba estoicamente su peso y emanaciones adjuntas, así un día tras otro, pensando que de alguna forma tiene uno que ganarse el cielo.
Pero de la noche a la mañana y sin explicación alguna, me vi postergado y eliminado junto a mi entorno, al ser substituidos por un moderno tresillo, sin duda adquirido en cómodos plazos, y al decir retirado, quiero decir transportado a otra plaza. Tratábase de una planta de reciclaje de lanas; olvidé decir que yo era de una lana excelente, procedente de una notable familia de ovejas de Valladolid, y descendiente de un linaje de tiempos de Fernán González, con lo que el tal reciclaje y posterior mestizaje, no me agradaron en demasía. Como digo, fui reciclado y transformado, junto a otros semejantes, en un abultado colchón de lanas de mil leches, teniendo la desgracia de quedar ubicado en la zona central, que como se verá posteriormente es la zona de los vapuleos.
Por tanto quedé incluso en aquel cacareado y primitivo colchón, todo lana.
Del almacén, donde apilado con otros semejantes las pasé canutas, sin tomar el aire en dos meses, me transportaron al domicilio de unos hippies y arrojado, más que depositado, a un extremo de una habitación.
Allí, habitaban un par de colchones más con un aspecto horroroso. Lucían quemaduras por varias zonas y tenían un tono algo chungo, así como amarillento tirando a caca.
Mi estancia, en esta desdichada morada, fue de pena. Poblada por bípedos/as, en pelota picada, que no sé por qué todos se llamaban coleguitas, cabalgaron sobre mis carnes, digo sobre mis lanas, y hubo noches irrespirables, en las que fui sometido a un constante vapuleo. Asimismo, varias colillas dejaron su huella impresa en mi epidermis, y quedé impregnado de algo así como olor a ron caducado. Total una desgracia.
Un día, agentes del orden entraron a saco en el apartamento, y se llevaron a todo bicho viviente escaleras abajo, mientras cantaban eso de: “qué será lo que tiene el negro…”. Mis compañeros y yo llorábamos de alegría.
¡Habíamos logrado la libertad!, pero acompañada de una inmensa soledad…
Quedamos allí abandonados, hasta que un buen día, entró en mi vida don Felipe.
Don Felipe era un sin techo que vivía de la caridad y dormía donde podía, era una buena persona a la que la vida le había sacudido un buen palo, dejándole en la indigencia más absoluta. Penetró en el apartamento casi a escondidas, nos echó una mirada y tras realizar su elección, me echó en su hombro, emprendiendo la fuga con toda cautela. Me salvó la vida ya que a los tres días se incendió la casa.
Ahora, soy feliz, don Felipe ha cepillado con agua jabonosa toda mi extensión, ha cerrado mis heridas colocando amplias tiras de esparadrapo, me ha dotado de una sábana, algo usada, pero sábana al fin y al cabo; también tengo una manta, un poco rajadilla eso si, a cuadros, así como escocesa... Me airea todas las mañanas y se comporta como un verdadero compañero. Vivimos bajo un puente en San Fernando de Henares, es un puente de un arroyo secundario, muy tranquilo.
También me ha bautizado, me llama “piltra”, por lo cual le estoy muy agradecido, y cuando se despide de sus colegas, por las noches, dice: “Me voy a la piltra“.
Cuando amanece, se levanta, mira al cielo y con los brazos alzados grita:
, “Piltra somos libres…”
¡Es un sol..! Uno es un romántico, ¡qué se le va a hacer!
Esta es mi corta historia. Mañana, Dios dirá…
--------------------------
J.L.G.R
La nena, que era bastante salidilla, estuvo un par de veces a punto de cogerme, y de un manotazo plantarme bajo sus riñones para ponerse panza arriba, y ver si el cegato se arrancaba por peteneras, pero yo creo que tenía miedo de que el aludido apuntara mal, y la sacara un ojo….El caso es que nunca lo intentó.
Tras esta aburrida experiencia, pasé a ser cedido junto a otros cachivaches, sofá incluido, a una sobrina de mis propietarios recién matrimoniada, y que tenía carencia de mobiliario, tras su unión con una guardia civil.
Aquí pasé por una época digamos non grata, ya que el del tricornio cogió por costumbre situarme sobre una mesita, para a continuación endiñarme sus dos pezuñas encima, con el fin de aliviar la fatiga habida durante el servicio diurno realizado. Por ello fui sometido a notable presión, así como obsequiado con un aroma indescifrable.
Como siempre fui un cojín educado, le disculpaba ya que al pobre al ser novato, le asignaban patrullas pedáneas de transporte de presos de aquí para allá y regresaba tullidito al hogar. A mi me daba pena y soportaba estoicamente su peso y emanaciones adjuntas, así un día tras otro, pensando que de alguna forma tiene uno que ganarse el cielo.
Pero de la noche a la mañana y sin explicación alguna, me vi postergado y eliminado junto a mi entorno, al ser substituidos por un moderno tresillo, sin duda adquirido en cómodos plazos, y al decir retirado, quiero decir transportado a otra plaza. Tratábase de una planta de reciclaje de lanas; olvidé decir que yo era de una lana excelente, procedente de una notable familia de ovejas de Valladolid, y descendiente de un linaje de tiempos de Fernán González, con lo que el tal reciclaje y posterior mestizaje, no me agradaron en demasía. Como digo, fui reciclado y transformado, junto a otros semejantes, en un abultado colchón de lanas de mil leches, teniendo la desgracia de quedar ubicado en la zona central, que como se verá posteriormente es la zona de los vapuleos.
Por tanto quedé incluso en aquel cacareado y primitivo colchón, todo lana.
Del almacén, donde apilado con otros semejantes las pasé canutas, sin tomar el aire en dos meses, me transportaron al domicilio de unos hippies y arrojado, más que depositado, a un extremo de una habitación.
Allí, habitaban un par de colchones más con un aspecto horroroso. Lucían quemaduras por varias zonas y tenían un tono algo chungo, así como amarillento tirando a caca.
Mi estancia, en esta desdichada morada, fue de pena. Poblada por bípedos/as, en pelota picada, que no sé por qué todos se llamaban coleguitas, cabalgaron sobre mis carnes, digo sobre mis lanas, y hubo noches irrespirables, en las que fui sometido a un constante vapuleo. Asimismo, varias colillas dejaron su huella impresa en mi epidermis, y quedé impregnado de algo así como olor a ron caducado. Total una desgracia.
Un día, agentes del orden entraron a saco en el apartamento, y se llevaron a todo bicho viviente escaleras abajo, mientras cantaban eso de: “qué será lo que tiene el negro…”. Mis compañeros y yo llorábamos de alegría.
¡Habíamos logrado la libertad!, pero acompañada de una inmensa soledad…
Quedamos allí abandonados, hasta que un buen día, entró en mi vida don Felipe.
Don Felipe era un sin techo que vivía de la caridad y dormía donde podía, era una buena persona a la que la vida le había sacudido un buen palo, dejándole en la indigencia más absoluta. Penetró en el apartamento casi a escondidas, nos echó una mirada y tras realizar su elección, me echó en su hombro, emprendiendo la fuga con toda cautela. Me salvó la vida ya que a los tres días se incendió la casa.
Ahora, soy feliz, don Felipe ha cepillado con agua jabonosa toda mi extensión, ha cerrado mis heridas colocando amplias tiras de esparadrapo, me ha dotado de una sábana, algo usada, pero sábana al fin y al cabo; también tengo una manta, un poco rajadilla eso si, a cuadros, así como escocesa... Me airea todas las mañanas y se comporta como un verdadero compañero. Vivimos bajo un puente en San Fernando de Henares, es un puente de un arroyo secundario, muy tranquilo.
También me ha bautizado, me llama “piltra”, por lo cual le estoy muy agradecido, y cuando se despide de sus colegas, por las noches, dice: “Me voy a la piltra“.
Cuando amanece, se levanta, mira al cielo y con los brazos alzados grita:
, “Piltra somos libres…”
¡Es un sol..! Uno es un romántico, ¡qué se le va a hacer!
Esta es mi corta historia. Mañana, Dios dirá…
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J.L.G.R
Dándole a la lengua.
Doña Presentación, la señá Presen como la llamaban en su barrio, gustaba de entablar triviales conversaciones con todo quisque y perorar hasta debajo del agua. Ya de amanecida ponía la tele y ante las noticias y cotilleos de los programas al efecto, exclamaba en tono de soprano:
“¡Qué barbaridad!“, “Si ya me parecía a mi “, “¡Vaya usted a saber!”, Jesús”
“Menuda gentuza“, “Conmigo que no cuenten “,…. y demás exclamaciones que le brotaban a chorros.
Claro está que los niños se iban al colegio disparados, huyendo del chapurreo y su castísimo esposo, a pesar de los tapones en los oídos contra petardos, acababa saltando del lecho como una liebre y tras desayunar frugalmente, tomaba las de Villadiego.
Un buen día tomó el metro en la estación de Antón Martín y bajó las escaleras blasfemando porque eran estrechas, y no se movían como las del Corte Inglés.
Una vez arrellanada en un asiento del vagón, al que accedió por abandono de un buen hombre al que casi le puso el culo en un hombro y le aplastó el periódico contra las gafas, tuvo la chanza de escuchar la conversación de sus vecinas de asiento que se lamentaban de sus respectivos yernos, al parecer por causa de la ligereza de sus también respectivos cascos. Doña Presen fue almacenando información y calentando motores, hasta que ya no pudo más y estalló encarándose a una de ellas, escupiendo ,más que diciendo:
.- Eso a mi no me lo hacen, y menos siendo el piso de usted, como dice. Vamos que le pongo su ropa en un saco y se lo tiro por la ventana, ¡será tío jeta…!
La otra contertulia, al encajar el aluvión musitó tenuemente :
.- No, si ya le aconsejaba yo a mi amiga que….
.- ¡Qué consejo ni que gaitas!, yo es que lo cojo por los cataplines y ese pide agua por señas… Pero…, y el suyo, llegar a esas horas y tener a su pobre hija contándoselo a su antiguo novio por teléfono para confortarse. A ese le ponía yo unos cuernos de jabalí, si es que la nena no se los ha puesto ya…
.- ¡Oiga que mi niña es muy decente y eso no lo haría nunca!.
.- ¿Decente?..., su niña lo que es, es gili…
.- Bueno señora, muchas gracias por sus consejos, nos bajamos en la próxima que es La Plaza de Castilla.
.- ¿La Plaza de Castilla?, pero si yo iba a Bilbao…..
.- Pues se ha tragado usted nueve estaciones nada más…
Las tres parlantes se bajaron del vagón y mientras las dos amigas salían a la calle, doña Presen cruzó para tomar el metro en sentido contrario, mientras musitaba para sus adentros: “tengo que elegir cotilleos más cortitos...”
J.L.G.R
Doña Presentación, la señá Presen como la llamaban en su barrio, gustaba de entablar triviales conversaciones con todo quisque y perorar hasta debajo del agua. Ya de amanecida ponía la tele y ante las noticias y cotilleos de los programas al efecto, exclamaba en tono de soprano:
“¡Qué barbaridad!“, “Si ya me parecía a mi “, “¡Vaya usted a saber!”, Jesús”
“Menuda gentuza“, “Conmigo que no cuenten “,…. y demás exclamaciones que le brotaban a chorros.
Claro está que los niños se iban al colegio disparados, huyendo del chapurreo y su castísimo esposo, a pesar de los tapones en los oídos contra petardos, acababa saltando del lecho como una liebre y tras desayunar frugalmente, tomaba las de Villadiego.
Un buen día tomó el metro en la estación de Antón Martín y bajó las escaleras blasfemando porque eran estrechas, y no se movían como las del Corte Inglés.
Una vez arrellanada en un asiento del vagón, al que accedió por abandono de un buen hombre al que casi le puso el culo en un hombro y le aplastó el periódico contra las gafas, tuvo la chanza de escuchar la conversación de sus vecinas de asiento que se lamentaban de sus respectivos yernos, al parecer por causa de la ligereza de sus también respectivos cascos. Doña Presen fue almacenando información y calentando motores, hasta que ya no pudo más y estalló encarándose a una de ellas, escupiendo ,más que diciendo:
.- Eso a mi no me lo hacen, y menos siendo el piso de usted, como dice. Vamos que le pongo su ropa en un saco y se lo tiro por la ventana, ¡será tío jeta…!
La otra contertulia, al encajar el aluvión musitó tenuemente :
.- No, si ya le aconsejaba yo a mi amiga que….
.- ¡Qué consejo ni que gaitas!, yo es que lo cojo por los cataplines y ese pide agua por señas… Pero…, y el suyo, llegar a esas horas y tener a su pobre hija contándoselo a su antiguo novio por teléfono para confortarse. A ese le ponía yo unos cuernos de jabalí, si es que la nena no se los ha puesto ya…
.- ¡Oiga que mi niña es muy decente y eso no lo haría nunca!.
.- ¿Decente?..., su niña lo que es, es gili…
.- Bueno señora, muchas gracias por sus consejos, nos bajamos en la próxima que es La Plaza de Castilla.
.- ¿La Plaza de Castilla?, pero si yo iba a Bilbao…..
.- Pues se ha tragado usted nueve estaciones nada más…
Las tres parlantes se bajaron del vagón y mientras las dos amigas salían a la calle, doña Presen cruzó para tomar el metro en sentido contrario, mientras musitaba para sus adentros: “tengo que elegir cotilleos más cortitos...”
J.L.G.R
martes, 16 de marzo de 2010
El ruiseñor y la rosa,
Un ruiseñor trovador
cantaba de rama en rama,
sus trovas eran de amor
y su presencia galana.
Una perla de un rosal
de esos jardines de ensueño,
prendose de aquel galán
y quiso hacerle su dueño.
Y al percibir el tenor
los suspiros de la rosa,
trinaba con todo amor
en su balada amorosa.
"Rosa, reina del rosal,
de todas la más harmosa,
quisiera ser manantial
de tu fragancia amorosa.
Quisiera beber la brisa
de tus pétalos divinos,
y juntos morir sin prisa
en un arroyo escondido"
"Eres rosa, mi ilusión
eres mi sueño cautivo,
¿por qué nací ruiseñor
y no flor de tallo altivo,
para ser sombra costante
de tu brillar purpurino?"
"El gran Dios repartió dones
y erró al hacernos dispares,
soy el rey de los cantores
tu reinas en los rosales".
Pasaron días y días
el ruiseñor ronco estaba,
gastó sus trinos más bellos
en cortejar a su amada.
La rosa, siempre encendida,
perfumes al viento daba,
al sol su capullo abría,
Rosa-flor enamorada.
Y en una noche avanzada
en un remanso perdido,
bajo una luna rosada,
rodeados de mil flores,
un ruiseñor abatido
y una rosa deshojada,
flotaban soñando amores.
Y en el cielo quedó escrita
esta frase por hermosa:
"quisiera ser manantial
de tu fragancia amorosa"...
¡Sólo puede un ruiseñor
amar así a una rosa...!
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cantaba de rama en rama,
sus trovas eran de amor
y su presencia galana.
Una perla de un rosal
de esos jardines de ensueño,
prendose de aquel galán
y quiso hacerle su dueño.
Y al percibir el tenor
los suspiros de la rosa,
trinaba con todo amor
en su balada amorosa.
"Rosa, reina del rosal,
de todas la más harmosa,
quisiera ser manantial
de tu fragancia amorosa.
Quisiera beber la brisa
de tus pétalos divinos,
y juntos morir sin prisa
en un arroyo escondido"
"Eres rosa, mi ilusión
eres mi sueño cautivo,
¿por qué nací ruiseñor
y no flor de tallo altivo,
para ser sombra costante
de tu brillar purpurino?"
"El gran Dios repartió dones
y erró al hacernos dispares,
soy el rey de los cantores
tu reinas en los rosales".
Pasaron días y días
el ruiseñor ronco estaba,
gastó sus trinos más bellos
en cortejar a su amada.
La rosa, siempre encendida,
perfumes al viento daba,
al sol su capullo abría,
Rosa-flor enamorada.
Y en una noche avanzada
en un remanso perdido,
bajo una luna rosada,
rodeados de mil flores,
un ruiseñor abatido
y una rosa deshojada,
flotaban soñando amores.
Y en el cielo quedó escrita
esta frase por hermosa:
"quisiera ser manantial
de tu fragancia amorosa"...
¡Sólo puede un ruiseñor
amar así a una rosa...!
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lunes, 15 de marzo de 2010
Canto a la guitarra herida
Ya mi guitarra no suena
está rota, desarmada,
tiene las venas partidas
y el corazón se le salta.
¡Madre traiga el traje oscuro
el de las penas amargas...!,
que quiero llevar buen luto
por mi amiga destrozada.
Que adornen negros crespones
soportales y ventanas.
Que todas las mozas lleven
señuelos negros en mangas,
las mantillas de azabache
y sin pintura las caras...
Que mi guitarra devota
la que conmigo cantaba,
muy quedito y sin remedio
en un rincón se desangra.
¡Ay que pena me da la pena...
y que tristeza en el alma,
mi guitarra malherida
ya no es cristal ni campana...
martes, 9 de marzo de 2010
A mis amantes encuadernados.
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Firmes y mudos,siempre erguidos
lucis en mis estantes ordenados,
nacísteis sin clamores ni gemidos
de papel y cartón aglutinados.
Os contemplo lentamente, sin premura
me sorprende la actitud y la firmeza,
¿cómo podéis mostrar tanta cordura
si albergáis tanto saber, tanta belleza?
Nada pedís, sólo el cuidado,
la atención, limpieza y cortesía,
y atender vuestro estilo de ordenados,
pues también la pulcritud es armonía.
Os seré fiel, os lo prometo,
no seréis de mis cuitas olvidados,
merecéis mi cariño y mi respeto.
El saber por vosotros otorgado,
os titula sin obstáculo ni veto,
ser amigos por siempre venerados.
Libros, amigos libros...
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Firmes y mudos,siempre erguidos
lucis en mis estantes ordenados,
nacísteis sin clamores ni gemidos
de papel y cartón aglutinados.
Os contemplo lentamente, sin premura
me sorprende la actitud y la firmeza,
¿cómo podéis mostrar tanta cordura
si albergáis tanto saber, tanta belleza?
Nada pedís, sólo el cuidado,
la atención, limpieza y cortesía,
y atender vuestro estilo de ordenados,
pues también la pulcritud es armonía.
Os seré fiel, os lo prometo,
no seréis de mis cuitas olvidados,
merecéis mi cariño y mi respeto.
El saber por vosotros otorgado,
os titula sin obstáculo ni veto,
ser amigos por siempre venerados.
Libros, amigos libros...
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