jueves, 18 de marzo de 2010

Dándole a la lengua.

Doña Presentación, la señá Presen como la llamaban en su barrio, gustaba de entablar triviales conversaciones con todo quisque y perorar hasta debajo del agua. Ya de amanecida ponía la tele y ante las noticias y cotilleos de los programas al efecto, exclamaba en tono de soprano:
“¡Qué barbaridad!“, “Si ya me parecía a mi “, “¡Vaya usted a saber!”, Jesús”
“Menuda gentuza“, “Conmigo que no cuenten “,…. y demás exclamaciones que le brotaban a chorros.
Claro está que los niños se iban al colegio disparados, huyendo del chapurreo y su castísimo esposo, a pesar de los tapones en los oídos contra petardos, acababa saltando del lecho como una liebre y tras desayunar frugalmente, tomaba las de Villadiego.
Un buen día tomó el metro en la estación de Antón Martín y bajó las escaleras blasfemando porque eran estrechas, y no se movían como las del Corte Inglés.
Una vez arrellanada en un asiento del vagón, al que accedió por abandono de un buen hombre al que casi le puso el culo en un hombro y le aplastó el periódico contra las gafas, tuvo la chanza de escuchar la conversación de sus vecinas de asiento que se lamentaban de sus respectivos yernos, al parecer por causa de la ligereza de sus también respectivos cascos. Doña Presen fue almacenando información y calentando motores, hasta que ya no pudo más y estalló encarándose a una de ellas, escupiendo ,más que diciendo:
.- Eso a mi no me lo hacen, y menos siendo el piso de usted, como dice. Vamos que le pongo su ropa en un saco y se lo tiro por la ventana, ¡será tío jeta…!
La otra contertulia, al encajar el aluvión musitó tenuemente :
.- No, si ya le aconsejaba yo a mi amiga que….
.- ¡Qué consejo ni que gaitas!, yo es que lo cojo por los cataplines y ese pide agua por señas… Pero…, y el suyo, llegar a esas horas y tener a su pobre hija contándoselo a su antiguo novio por teléfono para confortarse. A ese le ponía yo unos cuernos de jabalí, si es que la nena no se los ha puesto ya…
.- ¡Oiga que mi niña es muy decente y eso no lo haría nunca!.
.- ¿Decente?..., su niña lo que es, es gili…
.- Bueno señora, muchas gracias por sus consejos, nos bajamos en la próxima que es La Plaza de Castilla.
.- ¿La Plaza de Castilla?, pero si yo iba a Bilbao…..
.- Pues se ha tragado usted nueve estaciones nada más…

Las tres parlantes se bajaron del vagón y mientras las dos amigas salían a la calle, doña Presen cruzó para tomar el metro en sentido contrario, mientras musitaba para sus adentros: “tengo que elegir cotilleos más cortitos...”

J.L.G.R

No hay comentarios:

Publicar un comentario