miércoles, 5 de noviembre de 2014

El color del cristal...



El cristal con que se mira.

     Paseaba sus morbideces sin complejo alguno, con desenfado y donaire, se balanceaba ligeramente al prodigar sus amplios pasos, que hacían complicado el compartir con otra persona la no muy amplia acera. Sabe que es obesa, la palabra gorda no es de su agrado, pero le da igual porque cree que compensa este agravio de la naturaleza con otras virtudes que la adornan. Es indiferente a las miradas escrutadoras de los viandantes con que se cruza, ¿qué van a descubrir que ella ya no sepa…? Su confesor y amigo, el amplio espejo de su habitación en que a diario se contempla, no exactamente desnuda, la tiene informada al detalle de cuanto precisa saber, es un examen casi diario en que se transmiten imágenes y fabrican sensaciones.

« La verdad es que estoy algo gordita, pero en cambio tengo unas cejas envidiables, es difícil conseguir un trazado tan elegante y armonioso, jamás han precisado retoque alguno, son admirables.
   También soy algo amplia de cintura y mis muslos se han rellenado un poquito en demasía.
   Pero mis pantorrillas no son tan gruesas, son fuertes y dotadas de un zapato de tacón más bien elevado, junto a una falda a rayas pueden constituir un conjunto armonioso. 
    Lo peor es el trasero, no hay forma de combatirlo, ¿pantalones…? ¡Ni hablar!, nada ajustado, quizá una falda con vuelo o en corte, más bien larga. Sí, eso, procuraré al caminar balancear mis brazos con donaire, para que se aprecien mis manos de pianista y mis perfectas uñas, que siempre llaman la atención.
Mi boca no es nada desdeñable, tal vez los labios algo carnosos, pero apetitosos. Son preferibles a esos labios híbridos que se ven por ahí, que transforman la cara en una especie de hucha. Al pintarlos puedo alargarlos un poco, ¡no me agradan las bocas pequeñas, boquitas de pitiminí..! »
    Tras el detallado examen y recorrido de su anatomía a través del espejo, casi siempre llegaba a la conclusión de que las escrutadoras miradas ajenas, eran simplemente actos de admiración hacia su persona.
« Estoy hermosa, derramo ondas de abundancia a mi alrededor, debo ser consciente de tanta gracia que me hace sentir tan feliz. Si me despojara de los casi cuarenta kilos que me sobran, tal vez no sería capaz de lanzar estas miradas tan tiernas que dirijo a los ancianos, estas caricias que prodigo a los niños, esta sensación de contemplar siempre el vaso medio lleno, ésta satisfacción que me produce el respirar hondo a pleno pulmón, ignorando las aceradas ballenas de mi ropa interior. La felicidad consiste en disfrutar de lo agradable y transformar en ello todo cuanto no lo sea.»  
     Mientras así razonaba y confortaba, su mano izquierda arrugaba con firmeza el ticket proporcionado por la báscula con su desagradable información, depositándolo después con desprecio en la primera papelera a su paso.

¡Está visto que con la moral no hay quien pueda…!                                     
                                                                                                                        

                                                 -------------------------






                                                                                                                      88.-

martes, 23 de septiembre de 2014

Melones

MELONES

Es un hecho y una realidad como un pino que a partir de cierta edad, la idealización del pasado constituye una especie de recurso frente a una realidad por la que nos vemos superados. En realidad solo sabemos con certeza las cosas que empiezan a olvidarse.
Por ejemplo a veces idealizo aquellos puestos de melones, en el que sufridos campesinos bajo un acondicionado toldo verde, hacinaban habilidosas pirámides de melones. Generalmente no se situaban en zonas céntricas de las ciudades o pueblos, sino más bien en los barrios extremos por aquello de los permisos. Se trataba de una pareja que cuando echaba el ciere, incluso dormitaba sobre una colchoneta en un rincón. Se pregonaba la mercancía con voz varonil y autoritaria: “¡De Villaconejos, los traigo de Villaconejos, como el almíbar...Prueben, prueben...!”
Ella mientras tanto, cuchillo en mano , se afanaba en cortar trocitos del producto que repartía entre los concurrentes, alguna vez añadía: “¡niño vete por ahí, que ya lo has probado cuatro veces...!”
El uniforme masculino era el clásico pantalón de pana con gorra al pairo y camisa blanca y ella vestido floreado con pañuelo en la testa, un botijo colgaba en alguna parte.
Era todo un cuadro, para muchos entrañable.
Ahora cuando me dirijo a algún local del barrio y le solicito un ejemplar, preguntando con total reserva de dónde los trae, me suelta “del campo,..del campo...”.

Y encima no sabe pregonar...

J.L.G.R.

sábado, 2 de agosto de 2014

Recuerdos

Por el placer de volver a verla.
Tres nubes raudas cruzaron el cielo. Nubes de forma agraciada y colorido tenue que no presagiaban lluvia. Tras ellas, creí distinguir los rasgos de alguien inolvidable. Un instante, pero suficiente.
Rememoré otras épocas: Cuando aquel ángel deseándome buenas noches subía el embozo de mi almohada para que durmiera calentito. Cuando amorosamente calmaba mi fiebre con paños humedecidos. Cuando en tardes frías frotaba mis manos. Cuando reía sin ganas para alegrarme..., ¡y tantos cuándos...!
Mi vista anhelante escudriñó las alturas intentando volver a percibir su imagen, solo por eso, por el título:

Por el placer de volver a verla.

lunes, 21 de abril de 2014

VISIÓN

Visión.

Me he detenido en la sexta planta, abandonando la escalera mecánica.
Acababa de salir del Aula Cultural del C.I. tras finalizar la sesión del día y retornaba a mis lares con cierta premura, pero me he cruzado en la escalera con alguien que era clavadito yo mismo, incluso portaba un libro en la mano, como suelo hacer. Me quedé sorprendido, comprobé que yo ahora no llevaba nada. Reaccioné rapidamente y volví al Aula, allí descubrí el libro, justo donde yo había estado sentado. Lo tomé emprendiendo nuevamente el descenso. Mi doble había desaparecido.

Es que antes no había salido del todo....

jueves, 10 de abril de 2014

El placer de no hacer nada...

He aquí una expresión que nunca he podido comprender, ¿ cómo puede uno/a , sentir placer por no dar un palo al agua?. Entiéndase de provecho.
.- ¿Cuánto tiempo sin verte, a qué te dedicas ?...
.- Pues a nada, no hago absolutamente nada.
Siguiendo la conversación me explica que ya está bien de madrugones, de estudiar como si uno fuera a escribir una enciclopedia, de trabajos ingratos, de intentar tener más poder adquisitivo, cuando en realidad si más tienes, más quieres, de sinsabores, etc… Ya es hora de pasar factura y dedicarse a eso, a no hacer nada.
Bueno, las afirmaciones contundentes nunca fueron para mi plato de buen gusto, comprendo en parte su postura pero discrepo.
Una vez me contaron que un antiguo domador de animales retirado, hacía en ocasiones que sus decrépitos perros saltasen a través de unos aros, en posición que requería poco esfuerzo. Día tras día les hacía practicar su antiguo ejercicio, en condiciones mucho más sencillas, y a su término les premiaba con alguna golosina.
Preguntado por esta ya inútil práctica, respondió.
.- Yo hago ver a mis perros que aún les necesito y ellos que lo comprenden se sienten orgullosos de seguir siendo útiles para su amo, de esta forma evito caigan en la abulia y prolongo su vida. ¿Ha observado usted el último, que a veces se trastabilla un poco…?. Pues bien, es que además se está quedando ciego.
Ante la contundente y edificante argumentación de esta narración, quedé para siempre convencido de que la actividad es muy importante, lo es hasta para los canes.

Bien es verdad que ya las obligaciones han pasado a segundo término, pero hay muchísimas cosas que a lo mejor no pudimos o supimos hacer en su momento y ahora es la ocasión, se trata de convencer a sujetos como el descrito en primer lugar y aunque no sea del todo cierto decirle:
.- Pues mira a mi no me da tiempo a nada. Entre lecturas variadas, escribir alguna cosa, acudir a menear el esqueleto por ahí, asistir a conferencias, visitar a algún amigo y desafiar al maldito ordenador, que siempre me da una paliza al ajedrez, no paro.

Hay que rechazar con rotundidad el epígrafe expuesto y no tener una actitud inferior a los perros del domador, pues algo de utilidad haremos donde menos se piense.

viernes, 21 de febrero de 2014

Percepciones

Es indudable que con el paso de los años las facultades se merman, si bien crece la sabiduría hasta llegar al punto de que uno aprende a reírse de si mismo.A menudo mi ruta se cruza con la de un supuesto vecino, no lo sé con certeza, que luce como yo una una pradera nevada adornando su testa. Hoy parece que la aprecio más despoblada que otras veces, a la par que veo su efigie algo encorvada y alarmado me he preguntado si me sucedería a mi lo mismo... Alarmado por tal posibilidad he localizado rápidamente un espejo callejero en que reflejarme, a la par que me erguía con presteza. Al contemplarme en mi forzada posición, tratando de emular mi pasada lozanía, no he podido reprimir una carcajada explosiva.  ¡Mira que tratar de anular el paso del tiempo...! ¿A quién se le ocurre...? Lo que hay que celebrar es precisamente ese paso y tratar de que tenga lugar en adelante. ¡Cosas veredes amigo lector...!
 Claro está que la sabiduría cosechada me ha hecho recordar que lo importante no es lo qué, sino el quién...

viernes, 10 de enero de 2014

El desfile de los Magos

NOCHE  DE  REYES.

He presenciado en la tarde-noche de reyes el desfile de los Reyes Magos y como en tantos otros
 me he emocionado. He visto como a pesar del frío reinante las miradas de los niños se clavaban
 en las egregias figuras, como lagrimeaban nerviosos al observar su desfile, sus gestos. Como desde
sus carrozas arrojaban caramelos y les enviaban besos, anunciándoles el envio de juguetes, millones
 de juguetes y regalos. Solo les piden que se porten bien, que sigan los consejos de sus mayores.

Fuegos festivos culminan este gran paseo de la ilusión, en esta, como en muchas ciudades, se abre
una noche de inquietud, de desasosiego para los niños a los que les costará coger el sueño.
También he recordado a aquellos otros que no tienen ni esta noche, ni nada, que carecen de lo
más elemental y me he sentido encoger el corazón. Ojalá que cada año existan un número menor de
esos pobres niños y que llegue un día en que todos, absolutamente todos tengan una vida aceptable
y disfruten de la noche de reyes al igual que los presentes en este acto.

Alguien dice que esta es la gran mentira. Bendita mentira que emociona a los pequeños y,¿por qué
no...?, hace que los mayores la vivamos con la mayor de las ilusiones. 
                                                                                                             Madrid 5 de Enero.