sábado, 20 de marzo de 2010

Vecinos incómodos

Vecinos incómodos.

Mi vecino el del quinto tiene un perro y el del octavo tiene otro, bueno no se si serán perros o perras pero el caso es que los tales, también son vecinos míos.
No creo que haya nada escrito sobre “Derechos y obligaciones de los perros vecinales”, pero debería haberlo. En primer lugar, no debían oler a perro. Y ustedes se dirán y ¿cómo describir el olor a perro?, pues es una mezcla entre orín caducado y ron barato. Cuando me tropiezo con algún vecino portador del animalito en el ascensor, porque los meten en el ascensor y no debían, y como salutación me dirige:
-“Buenos días , parce que hoy va a hacer buen día…”-
Me dan ganas de contestarle
.- Si, pero huele a perro…,-pero uno como quiere ser diplomático, le musita-
Estupendo día para dar una vuelta con el perrito…
Y el cuadrúpedo enano, que parece que entiende, se me acerca y me da un lametón en un zapato de Lurueña, (lo que faltaba para el duro…).
.- ¡Quieto Lolo, eso no se come…!-¡encima..!-
Yo me apresuro a tomar la dirección contraria a mi vecino, aunque me apeteciera charlar con él, pero Lolito no me deja andar a gusto y acabo con la correa entre los…
Tengo por seguro que antes de llegar a la esquina, Lolo habrá elegido la llanta mas costosa de todo el barrio, el cabrito las mira una a una, para prodigarle la primera meada de la mañana, la fuerte, la que se usa para el análisis…
Cuando están a distancia respiro aliviado y en el fondo compadezco a mi contiguo, que tres veces al día con ganas o sin ellas, tiene que enfilar la calle con una hoja de periódico en la mano, a lo mejor ni lo ha leído, para recoger las expulsiones sólidas del peludo.
¡Caramba, si tanto los quieren porque no les enseñan a hacer sus cosas en casita..! Como por otra parte las autoridades competentes, salvo casos concretos, no están por la labor de crear parques para perros, con los medios adecuados de limpieza, los caninos tienen las ciudades hechas un asquito, pies de árbol, farolas y esquinas sirven de perico para sus olorosas aguas menores. ¡Y esto no lo remedia nadie…! Pero peor es el del inquilino del octavo, que no se como se llama, ni pajolera falta que hace. Ese o esa, es romántico y cuando los propietarios se largan de belingo nocturno, entona un Te Deum inacabable que hace las delicias de todos los vecinos con ventana al patio. Hay quien, fuera de si, exclama:
.- ¡Cállate cabri…!, terrorista...
Pero el pobre gime hasta que cae agotado o llegan sus cariñosos…dueños.
A mi no me desagradan los perros, algunos tienen hasta mirada humana, como decía Umbral, y sentimientos envidiables, pero los inconvenientes expuestos hacen que no sean unos vecinos deseables y más adecuados para una casita en el campo o algo así…
Si algún lector tiene perro…,que me perdone.

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