miércoles, 17 de agosto de 2011

El pedo de Cervantes










El pedo de Cervantes

Aclárese por adelantado que el evento que a continuación se relata ha sido casi real, con matices, aunque nada tiene que ver con Don Miguel, que también los produciría, sino por haber acontecido en la calle de su ilustre nombre.
Bien, pues encontrábame yo paseando por los Madriles en compañía de mi media naranja y dos matrimonios amigos, tras haber ingerido una suculenta paella, creo fue un sábado sobre las cuatro de la tarde, cuando pasamos por la puerta de la iglesia del Cristo de Medinaceli que estaba entornada. No sé por qué se quedaron retrasados, sin duda husmeando el interior de la instancia, y yo doblé la esquina de la calle Cervantes y me entretuve ante un escaparate en el que se mostraban objetos religiosos, estampas, rosarios, escapularios, etc…, al objeto de que me alcanzaran en su camino, ya que nos dirigíamos al Paseo de Prado.
En esto que dos matrimonios, sin duda procedentes del agro a juzgar por su aspecto, ellos algo rechonchos, boinas, coloradotes, palillos entre los dientes, etc…, y ellas con permanentes semirojizas a lo old-fashion y paseando en jarras a lo Mari-Pepa, se detuvieron a mi altura para observar el escaparate. Y entonces tuvo lugar el evento…
A diferencia del rayo que precede al trueno, aquí el sonido precedió al olor. Un tímido pero prolongado pedo, bufo o descarga por retaguardia surcó los aires de mi entorno y tras el mismo un inenarrable olor, mezcla de morcilla, alcantarillado y queso podrido, se ciñó sobre mi nariz sin aviso alguno. Yo percibí un escozor de garganta notable, así como un lagrimeo incipiente en mis asombradas pupilas, sentí que palidecía y el pulso creo se me aceleró. También noté que me puse algo amarillo y medio atontado, creo que era una especie de cuesco abadiense y paralizante.
Los anteriormente citados agropecuarios prosiguieron su ruta, sin mirar siquiera si habían dejado heridos, y uno de ellos se quitó la boina rascándose le cabeza, mirando hacia atrás con disimulo. Para mi que fue el autor de la gracia, porque el jodido tenía una cara de satisfacción que no veas…Seguramente habían ingerido un cocido o una fabada en algún comedor de menú a 7 euros, y en su digestivo paseo dijeron “Ancha es Castilla”, zas… y se libraron de los gases acumulados por retabufa.
Yo no sabía si pedir agua por señas o salir corriendo hasta Cibeles para meter la cabeza en la fuente y quedarme a vivir entre las leonas, pero a duras penas y casi sin energías llegué penosamente hasta un banco del Paseo del Prado, donde me repuse tomando el oxígeno necesario y esperé la llegada de la comitiva.
Al relatarles lo acontecido se partían de risa, creían que era exagerado, ¡¡si, si…!! ganas tenía de buscar al sujeto y decirle que lo patentara como anestesia.
Don Hilarión, aquel de la verbena, no por antiguo menos sabio, decía que “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad…”, pues bien, no sé como no hay en el mercado unos calzoncillos especiales, para imponérselos por decreto-ley a tales sujetos obligatoriamente, una vez detectada esta afición. Tales accesorios deberían ir dotados de unos dispositivos electrónicos que al percibir el sonido y olor producido en situaciones de fuga voluntaria, transformaran a los respectivos en estribillos musicales y aromas de flores diversas y acordes con el producto generador del escape. Así por ejemplo al percibir un pasodoble con olor a claveles, o al reconocer los tonos de “Asturias patria querida “, dedujéramos que el protagonista se había puesto morado de gazpacho andaluz, o fabada respectivamente. Además sería agradable y muy entretenido, se podrían incluso hacer apuestas.

En fin se trata de quitarle hierro a la cosa…Nada tiene pues que ver el titular de la calle con el sonoro y oloroso acontecimiento, que también los fabricaría similares, pero de otro siglo. Es posible que en lo sucesivo perciba otra gracia similar, pero yo creo que ninguna podrá igualar al famoso pedo de Cervantes.







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domingo, 14 de agosto de 2011

No smoking

No smoking.

Bien año nuevo, regla nueva, prohibido fumar en locales públicos cerrados.
¡Ya era hora…! Los que antaño fuimos fumadores somos seguramente los que más nos quejábamos. Entrabas en un bar y con tiempo elegías un lugar adecuado para ver el partido del Canal Plus. Como era temprano te llevabas la novela de rigor para pasar el tiempo. A su comienzo el local aumentaba la clientela y el espacio iba pareciendo cada vez más pequeño. Algún bípedo te pedía permiso para compartir la mesa, a lo que accedías con un “No faltaba más…”. Pero he aquí que tras la toma de posesión de la plaza, el citado sacaba un paquete de tabaco y lo plantaba sobre la mesa.
¡Ya la hemos jodido, y ahora quien le dice nada…!
Antes del primer córner ya había encendido el primero, prodigando unas volutas de humo que se cortaban con un cuchillo. La garganta me comenzaba a picar y los ojos a lloriquear. Detrás de un cigarro, casi sin terminar, encendía el otro, pero lo peor era que ya no podía volver atrás la cabeza de vez en cuando, porque otro fumata se me había posicionado en retaguardia. ¡Estaba rodeado…!
Cuando encendió el tercero, miré de soslayo el paquete, a ver si le quedaban muchos, y al observarme me dice el canalla. “Ay, perdone ¿quiere uno?...”
. No, gracias ya dejé de fumar hace algunos años.
. Pues no sabe lo que calman los nervios…
“Te calmarán los nervios a ti desgraciado, porque yo los tengo de punta”-digo para mis adentros-. El local ya parece una choza de indios, hay humo por todas partes y encima le han metido un gol al Madrid.
Llega el descanso y no aguanté más. Enfilé la puerta, tosiendo y sin despedirme emprendí las de Villadiego. Una vez en la calle procedía a ins y expirar varias veces para ventilarme, cuando un transeúnte se atrevió a preguntarme:
. ¿Sabe usted como va el partido...?
Le miré de arriba abajo con solvencia y respondí:
. ¡Y yo que se…!



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J.L.G.R.




Odisea

Odisea periodística.

Bueno, acabo de aterrizar en la cafetería. Acudo con frecuencia, a eso de las doce y algo, a la misma cafetería anexa a un hotel. Vengo aquí porque dispone de una aceptable variedad de prensa, de forma que mientras saboreo el acostumbrado cortadito mañanero, puedo ojear un par de periódicos, uno local y otro de índole nacional. De esta forma creo encontrarme al cabo de la calle, en cuanto a noticias se refiere. Pero hoy estaban todas las mesas ocupadas así como la prensa, por lo que he optado por sentarme en un taburete de la barra y solicitar mi consumición diaria, consistente en el citado cortado y un buen vaso de agua fresca, esta última para desatascar cañerías, que con motivo de estas Fiestas andan algo atoradillas.
De reojo observaba las mesas en atención a una posible liberación.
Tras unos diez minutos, un caballero se levantó para propiciar la retirada de la silla de su dama acompañante, a la par que dejaba un periódico en el estante al objeto.
Raudo me he desprendido de mi asiento y taza en mano he ocupado la mesa vacante, pero cuando fui a tomar el diario me vi sorprendido por una penetración sprintada (esto no se si me lo pasará la Academia…) por la banda, de un sujeto que se apoderó del artículo en cuestión, dejándome con dos palmos de narices.
Total que vuelta a la mesa y me pongo a revisar la cartera para matar el tiempo.
El sprinter de vez en cuando levanta la vista del diario y me dirige una sonrisa, no se si guasona.
Pasa un buen rato y lanzo una mirada desafiadora a la mesa contigua en la que un matrimonio tiene en su poder un periódico cada uno…¡No hay derecho…!
De pronto deciden levantarse y cierran los diarios posándolos sobre la mesa. Casi sin dejarles respirar echo mano a uno de ellos y mediante un “¡con permiso…!” procedo a incautarlo.
Pero en esto que el caballero musita: “Es que nos marchamos…” y le respondo:
“Pues por eso…”, “Si, pero es que es mio”. Quedo azorado, lo suelto y con un disimulado “Perdone…” me retiro a mi mesa con el rabo entre las piernas, dispuesto a apurar el café y salir pitando.
En esto varias mesas se desocupan y una tanda de periódicos ocupan su plaza en el estante, no obstante mi dignidad me impide acudir al mismo y lanzando una mirada a mi reloj de pulsera, esbozo un gesto de resignación, como diciéndome: “es algo tarde…”, y me dirijo a la puerta procediendo a su apertura. Pero antes de salir me doy cuenta de que no he pagado y retorno al mostrador para hacerlo.
El sprinter, que todavía estaba dentro, también se levanta para irse y me ofrece el periódico con una sonrisa. Cortésmente le doy las gracias, me dirijo al estante y lo deposito cuidadosamente en el mismo, junto a los otros.
Después y puertas afuera muy dignamente, emprendo mi paseo habitual, pensando haber realizado lo correcto. Bueno, al final resulta que no he leído la prensa y me parece que he hecho algo el canelo…
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martes, 9 de agosto de 2011

Mecánica.



Mecánica romántica.

No me lo decía claramente, pero me lo insinuaba. Cuando marchábamos alegremente por la calzada, embebidos por la belleza de la Avenida, contemplando de reojo la alegría del muelle deportivo, el cimbreo elegante, merced a la brisa, de la cúpula de las palmeras y respirábamos el aire cargado de bruma marina. Cuando en nuestro alegre trotar todo era fácil y acompasado y las notas de una desconocida emisora ponían una suave melodía como fondo, lo percibí. La primera vez fue un imperceptible quejido, como un tropiezo respiratorio, un apercibimiento de malestar. Como estoy acostumbrado al suave ritmo de tus latidos, algo encendió en mi atención la luz de alerta. Eliminé el sonido de la emisora y cambié de ruta, eligiendo otra más pendiente que pusiera en evidencia tu malestar. Entonces comprobé que algo no iba bien, que no respondías con presteza a mis demandas de energía, que te quejabas una y otra vez. Con certeza estabas padeciendo.
Te hice detener y poniendo al descubierto tu corazón, el generador de tu fortaleza, comprobé que sus latidos no eran uniformes, ni lo acompasados que debieran, pero la tarde ya caía y visualmente nada anormal pude apreciar.
Sin forzarte y algo tranquilizado al verificar que tu temperatura no era excesiva, te conduje al lugar de tu habitual reposo y te dejé descansar hasta el nuevo día.
Dormí mal aquella noche, ¿qué podría haberte sucedido? Veterano ya eras un rato y bien es verdad que todo tiene un límite, pero así…, de repente, después de tantos años. Veintitantos, creo. Alguien opina que ya debo relevarte, que ya está bien…, pero mi parecer, de natural algo conservador y romántico, se resiste al trueque. No todo lo antiguo es viejo y tus servicios prestados han dejado huella en mi conciencia, y el solo hecho de imaginar tal posibilidad me deja un sabor amargo. Al día siguiente te llevé a tu médico, un buen y modesto doctor en tus achaques, que sin dudarlo diagnosticó tu mal. Se limitó a la permuta de unas cuantas cosas y repasar con mimo tus partes vitales, y sobretodo procedió al cambio de quien vigila y mantiene tu temperatura ideal, quien da alegría a tus circuitos. Junto a ella dieron su adiós otras menudencias canjeables.
Hoy hemos vuelto a trotar de nuevo y hasta me ha parecido que la brisa es más agradable, que las palmeras se cimbrean con más alegría y que la sintonía conectada está acompañada de un alegre repiqueteo, muy, pero que muy parecido a una risa desbocada. Seguramente es tu corazón agradecido, que aprecia mi atención y algo me dice que dispone de una enorme voluntad de correspondencia.
Por eso se me ha ocurrido pensar, que existen conjuntos inanimados que son como niños…

PD: A mi modesto R-5 ¿¿¿¿- AH, con el afecto debido.

miércoles, 27 de julio de 2011

Cosas de chuchos.

Cosas de chuchos.

Maribel sentada en aquel parque contemplaba como los niños eran iniciados a dar sus primeros pasos guiados por sus progenitores, que con la baba caída hacían gala de las proezas de sus descendientes. Era comprensible su dedicación y orgullo, sobretodo si eran padres primerizos.
Su perrita jugaba con una niña que le arrojaba una pelota pequeña hasta los árboles y la perrita en carrera jocosa se la retornaba, aguardando un nuevo lanzamiento, para ella su perrita era compañera inseparable y receptora de sus frecuentes monólogos, monólogos que a no mucho tardar tendría con quien compartir.
Pero sin percatarse apenas, su mente retrocedió en el tiempo hasta aquella tarde de primavera haría unos ocho meses.
Estaba sentada si no en el mismo sitio, en otro parecido, ojeaba una revista de modas recién adquirida, poniendo énfasis en los nuevos modelos de primavera, ella era diseñadora de una firma de alta costura acreditada de la ciudad, pero gustaba de analizar los modelos de otras firmas, la inspiración a veces viene por los caminos más insospechados. Su perrita, su Tina como ella la llamaba, jugueteaba entre los árboles persiguiendo a insectos rastreros.
De pronto percibió que tenía compañía, un hombre joven bien parecido estaba sentado en el otro extremo del banco, un periódico deportivo era el objeto de su atención y al parecer no había reparado en ella.
Maribel no era que digamos una belleza, pero si una veiteañera de atractivas formas con cierta gracia en sus expresiones y que no pasaba desapercibida en reuniones ni discotecas. Tenía un encanto indescriptible entre su a veces mirada pérdida y su saber escuchar atentamente a quien se dirigía a ella con algún motivo.
Dirigió una mirada de soslayo hacia el hombre que estaba enfrascado en la lectura, cuando un folleto interior de su revista se deslizó hacia el suelo. El joven se agachó con presteza y se aprestó a recogerlo tendiéndoselo a la muchacha.
.- Muchas gracias, no sé de donde se ha caído…..
. Seguramente del interior de su revista. Me llamo Arturo y mi perro, que es aquel que está al lado de la fuente, se llama Rocky, solemos pasear por este parque por las tardes, aunque no siempre.
¿Puedo saber con quien tengo el gusto...
Maribel quedó sorprendida por la súbita presentación de aquel buen mozo y su desparpajo, pero no era cosa de eludir su actitud.
.- Bien, pues yo me llamo Maribel y mi perrita es aquella pequinesa a la que llamo Tina y también acostumbramos frecuentar este parque.
- Pues es raro que no la viera antes por aquí, soy bastante observador.
Casi siempre salgo de mi trabajo a las seis de la tarde, porque yo trabajo en…
A continuación expuso en extensa descripción su vida y milagros, estudios, deportes que practicaba, conferencias a las que acudía, lecturas favoritas, etc, haciendo hincapié en su afición por la música rock, de ahí el nombre que le había puesto a su perro…
La muchacha se sintió contagiada por la verborrea del mozo y, aunque ella era de por si introvertida, correspondió a sus explanaciones con abundantes datos sobre su persona en amplios y diversos aspectos.
Coloquiaban sin parar, cuando de repente Maribel se interrumpió.
.- No veo a mi perrita, Tina, Tina…- se levantó para localizarla entre los árboles.
.- Pues tampoco yo veo a mi Rocky – dijo asimismo levantándose a su vez e iniciaron conjuntamente la búsqueda.
Tras un buen rato y sobrepasar las proximidades, la chica que iba delante se detuvo exclamando:
.- ¡ Pero que hace ese chucho encima de mi perrita, me la va a matar !
.- Joven no se alarme están, o han estado, haciendo el amor, a juzgar por la cara de satisfacción que ambos tienen.
.- ¡No diga tonterías, los perros no hacen el amor!
.- Ah, pues entonces como se llama cuando un perro, enfila a una del sexo contrario y…
.- ¡Cállese no me gusta escuchar ordinarieces, su perro es un irresponsable…!
.- Mi perro es un perro de raza que seguramente se ha dejado seducir, pues no creo yo que le quitara las bragas a su chucha….
.- Mi pekinesa dirá Vd. usted tiene la culpa, es el responsable…
.- ¡Yo, pero si no me comido un rosco!, ni me gustan las chuchas….
.- Y no es ninguna chucha, se llama Tina, y no es ninguna calentona, esto es una desgracia, ahora la pobre,…- murmuró iniciando un puchero.
Arturo la pasó el brazo por el hombro y le dijo cariñosamente .
.- Venga, venga no se alarme sin motivo, llevaremos a su Tina a un amigo que tengo veterinario, le pondrá una inyección para que la cosa no tenga complicaciones y todos como nuevos.
Recordó con cuanto afecto y cariño se comportó con ella, como fueron a llevar su perrita al veterinario y luego la acompañó a casa donde dejaron a su Tina reposando con una vecina, luego la invitó a merendar y la convenció para salir a cenar juntos.
La cena, el recorrido posterior por varias discotecas, la degustación de varias clases de champán, el baile con los cuerpos unidos, y el remate final hasta el amanecer tras pasar una noche de locura y pasión, dejaron en su memoria un recuerdo inolvidable. Aquel hombre era maravilloso.

Lástima que le anunciara un viaje inminente, del que parece todavía no había regresado, pues su teléfono no respondía y no le volvió a ver por el parque.

Seis meses después Tina, se levantaba del mismo banco del parque con cierta dificultad, pues su abdomen estaba abultado notoriamente, caminando con dificultad.
Llamó a su perrita que acudió presurosa a su lado y mimosamente le comentó:
.- Ves lo que le ha pasado a tu mami por comportarte mal…, putona.

Y en un aparte exclamó: ¡Si lo sé, la inyección me la pongo yo…, leche!


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Los Sánchez

La Familia Sánchez.

El caso es que el día se presentaba más que agradable, el sol resplandecía, si bien no estaba todavía en su punto álgido, un ligero calorcillo se apropiaba del ambiente y ante la perspectiva de un buen día, la familia Sánchez decidió ir a pasar el día en la costa. Bueno esto lo decidió la señora Sánchez, que era quien decidía la mayor parte de las cosas, el señor Sánchez dio su aquiescencia, poco convencido pero siempre amable, y los niños Dorita y Javier, pues, ¡qué remedio...!
El problema era el abuelo, es decir el señor Sánchez senior, quién tras desayunar a gusto se estaba empezando a pegar la siesta del burro, es decir de diez a una de la tarde.
Sánchez senior había sido marino, bueno más bien marinero, pues durante treinta años había conducido la barcaza que daba vueltas al estanque del Retiro para holganza y regocijo de infantes, servicio doméstico y módulos de Infantería del cercano Ministerio. Conservaba su gorra de Capitán de barcaza y una especie de guerrera, que en vez de galones tenía cintas de colorines. Tenues ronquidos comenzaban a emerger de las profundidades de su garganta, cuando fue agitado por los hombros por el Sánchez más tierno, a la par que le gritaba:
.- ¡Despierta abuelo que nos vamos a la costa!,- lo que produjo la natural sorpresa del durmiente y la exclamación del pureta:
.- ¡El volcán, si ya os decía yo que cualquier día éste nos la jugaba…¡- dijo a la par que se agarraba al nieto para levantarse con evidente cara de susto.
.- ¡Pero que volcán ni que niño muerto…! si es una montañita de diez metros apenas…, padre que usted ya ve visiones…!
.- Si, ¿y el humo que se veía anteayer qué…?
.- Eso eran unos labriegos quemando zarzas, ya se lo dije.
.- Entonces para qué vamos a la costa, ¿vais a pescar algo?.
.- No abuelo, que vamos a pasar el día al lado del mar, respirando la brisa marina.
.- Si, y poniéndonos de arena hasta el culo.., por cierto que no se olvide llevar mi almohada Donut, para las almorranas.
.- No se preocupe usted, que le pondremos sentadito de lo más confortable, para que disfrute usted del día. – le aclaró la nuera.
.- ¿Y de comida qué…, tortilla como siempre?
.- Pues si señor, he hecho tempranito tres tortillas la mar de ricas y he frito unos pimientos para compaña que os vais a chupar los dedos, por cierto una es con cebollita como a usted le gusta.- Luego dirá que están duras como

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siempre, ¡este viejo…!dijo para si.-
.- Mami, lleva bicarbonato para el abuelo, que se lo toma de postre como refresco….- saltó Dorita.
.- Niña, deja tranquilo al padre que parió a tu padre,- le dijo la madre por lo bajini.
Mientras tanto el sufrido defensa central, es decir el señor Sánchez, preparaba los bañadores, la sombrilla, las sillas plegables, las toallas, la baraja y los gorritos para el sol, ayudado por un diligente Javier que admiraba la paciencia de su progenitor, ¡ah,…! y la crema Nivea solar para ponérsela a la nena, que al aire se ponía roja como un tomate.
Entretanto Sánchez senior se encasquetó la guerrera de cintitas y la gorra de lobo de mar.
Organizada la expedición a la playa que distaba unos treinta kms. del pueblo, procedieron a incrustarse, más que acomodarse, en el reducido habitáculo del Renault paterno, ya veterano, y que al experimentar la carga de cinco personas, el bagaje y un bastón, se situó a pocos centímetros del suelo, a la vez que exhalaba un profundo quejido en lenguaje mecánico. Menos mal que arrancaba a la primera propiciando la acostumbrada exclamación paterna:
.- ¡Coches así ya no se fabrican….!
.- Así de cutres desde luego que no, añadió la tortillera, ya podías comprarte otro más cómodo, rácano.
.- Todo se andará mujer, dale tiempo al tiempo.
.- Si estáis esperando a que yo me muera, lo tenéis claro- musitó Sánchez senior- porque no vais a ver una perra.
.- Abuelo, nadie quiere que te mueras ni que nos des dinero, no hagas caso de las lenguas viperinas – y dirigió una mirada superficial a su madre y a su hermana.
.- Tengamos la fiesta en paz.
El pobre Renault cumplía su cometido, entre algún que otro chirrido de suspensión y una saeta que entonaba una puerta que no cerraba bien.
A mitad de trayecto, se detuvo en una gasolinera.
.- Voy a repostar y comprar el periódico- dijo Sánchez bajando del auto.
.- Yo quiero mear,- dijo con gracia la nena.
.- Se dice orinar niña,- corrigió su hermano.
.- Bueno se dice orinar cuando sea poquito, pero yo me estoy meando.
.- Anda niña sal, sal - . Hubo que desalojar al abuelo con dificultades, correr el asiento hacia delante, sacar a la mamá , que no era moco de pavo, y poner a la niña en circulación. El Renault suspiró de alivio.
.- Papi, me da miedo entrar sola.
.- Pues vete detrás de aquellos arbolitos, que es más higiénico.
.- A mi traes un paquete de chicles- dijo el abuelo.

14.-
.- No, que cuando los escupe se le va la dentadura detrás- añadió la mami.
.- ¡Tu te callas, terrorista culinaria…!- añadió Sánchez señor-, que te he visto pelar las patatas con un hacha….
Al cabo del ratito volvió el conductor todo amabilidad…
.- Un paquete de chicles para papá, un revista para mamá, un paquete de pipas para Javier y unas gominas para Dorita y encima no hay periódico…, la leche.
Todos contentos, menos el Renault, prosiguieron su marcha hacia la costa.
Al momento apareció la línea azul en el horizonte, bajo un sol que empezaba a ponerse pesadito.
.- ¡El mar, el mar!, gritaron los niños alborozados, a la par que despertaron de nuevo al abuelo que estaba frito.
.- Mi gorra, ¿dónde está mi gorra?- resolló el abuelo, palpando el asiento trasero.
.- ¡Eso no es su gorra, que es mi culo caballero…! su gorra está en el suelo.
.- Ya decía yo, que no podía ser una ballena, a estas horas…
.- No sé cómo aguanto a tu padre, cualquier día….
.- Y la casa donde vive… ¿de quién es la casa...?
.- Pues a mi me cae muy bien, es muy divertido…
.- Porque te da dinero de vez en cuando, ¿ que yo lo he visto ?.- dijo la nena, y a mi nada…
.- ¡Hágase la paz!, que ya hemos llegado.
Aparcaron el vehículo y procedieron a establecerse a prudente distancia de la costa. Los niños corrían por la orilla tras unas gaviotas en ciernes, la señora tras despojarse del vestido ofreció tumbada al sol su amplia efigie, sin pensar que a lo mejor el sol también se asusta. El abuelo saludó militarmente a la mar Océano, desplegó su hamaca, centró el Donut, y embutido en unos shorts, procedió a iniciar su siesta marinera.

Mientras el señor Sánchez, sin tabaco por olvido y sin periódico, daba vueltas de un lado para otro, parecía que algo balbuceaba entre dientes y no se sabe a quien daba un recital de cortes de manga.

Se preguntaba si aún quedarían plazas en la Legión…

domingo, 3 de julio de 2011

Cosas que pasan

Cosas que pasan…

Iba ensimismado por la acera de una céntrica calle, cuando comenzó a chispear. Dado que no iba provisto de paraguas alguno, me ceñí a la derecha para protegerme con los balcones de los edificios y puse proa al café más cercano. Como es de rigor mis oponentes en sentido circulatorio me permitían conservar la derecha, hasta que de pronto un señor calvo y con cara de mala leche se pegó a la pared invadiendo mi camino. La lluvia arreciaba y no era cuestión de exponerme al bautizo, por lo que yo también me frené en seco y quedamos frente a frente.
.- Usted perdone pero voy por mi derecha y tengo prisa.
Hice ademán de quitármelo del paso, pero puso el brazo impidiéndomelo.
.- Yo seg inglés y en mi país se guespeta la izquierda.
.- Pues me parce muy bien, pero esto es España y aquí no vale, pero como le veo en plan turista y en cierto modo vivimos de eso, le voy a dejar pasar.
.- Muy amable, -se retiró el sombrero con solemnidad y me tendió la mano- me llamo Mr John Smith y soy de Liverpool.
Correspondí a su presentación:
.- García González, José, para servirle y soy de Albacete.
.- Teneg apellidos muy clásicos españoles, -dijo esbozando una sonrisa cojonera en su rostro semi-pelirrojo-
.- Pues anda que los suyos, parecen noruegos…
.- Ya presentados podríamos tomar un café aquí al lado, no suelo alternar con desconocidos, ya sabe que somos muy cabezudos…
.- De acuerdo pero pagaré yo, está usted en mi tierra.
Penetramos en el establecimiento, yo pedí un cortado, leche y leche, y él un expreso.
El camarero me miró con cara de interrogación y le aclaré:
.- Tú pónselo aguado…
.- O sea que de Liverpool, como los Beatles…
.- Y usted de Albacete, como el señor Bono…
(¡Atiza…, lo conoce!, ¿a qué también tiene un piso allí…?)
.- Ustedes los españoles son raros, me invita a café y antes no me dejaba la derecha.
.- Mire, es cuestión de principios. Cada cosa en su sitio. ¿Se imagina usted la que yo armaría conduciendo por la derecha en su tierra…?
.- La ley inglesa caería sobre usted sin piedad…
.- Ve usted…, y yo sin embargo le invito a café.
Tras un regular diálogo, el turista apuró su café, agradeció la invitación y despidiéndose enfiló la salida.
.- Ya sabe amigo, aquí por la derechita…
Antes de llegar a la puerta se volvió y me hizo un corte de manga.
Eso si, con la derecha…¡qué jodío…!

domingo, 22 de mayo de 2011

Candidatos

Candidatos.

Resulta que de la noche a la mañana han aparecido determinados rostros impresos colgados por todas partes. En vallas publicitarias, postes de luminarias, ramas de árboles, etc y hasta en la carrocería de algunos vehículos. Los citados/as solicitan sin más nuestro voto, ya que se presentan como candidatos a las próximas elecciones. Como quiera que salvo a un par de ellos, los de siempre, los demás son perfectos desconocidos, el sufrido ciudadano se ve avocado a elegir más de lo mismo. Esto me recuerda a la liga de futbol, antes de que empiece sabemos que está entre dos.
¿Oh no…?

Carnaval

Carnaval

El niño, preguntó a su mamá mientras le adecuaba el disfraz que llevaría a la Fiesta de Carnaval del colegio:
. ¿Mami qué es el Carnaval…?
. Verás, es cuando alguna gente se disfraza de otra cosa, se pone muy contenta, ríe alegremente y principalmente olvida otras cosas.
No quedó muy enterado del tema, pero dejó que terminara su disfraz de Pinocho. La guagua del colegio, llegó repleta de otros enanitos bípedos disfrazados. Una vez dentro comenzó a reír, a brincar y antes de que arrancara preguntó a grito pelado por la ventanilla:
. ¿Mamá, de qué tengo que olvidarme yo…?

lunes, 4 de abril de 2011

La espera

La espera.

La yegua dormitaba placidamente, cuando el caballo se acercó a su lado arrimándole el hocico. Empezó a lamerle los párpados, las orejas, el morro…
Luego lanzó un relincho cariñoso y se situó a retaguardia en busca de la recompensa.
Tanta caricia acabo despertándola, giró la cabeza asegurando con firmeza:
.- Llegas tarde bigotito, te esperé largo tiempo pero has tardado demasiado y aquel me ha hecho el amor.
.- ¡Pero si es un burro…!
.- ¡No lo sabes tu bien…!

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martes, 15 de marzo de 2011

El parecido.

El parecido.

P .- El caso es que su cara me suena, me suena de algo…
J .- Pues a mi la suya también me repiquetea un poco…
P .- ¿No habrá usted hecho la mili en el Tercio, verdad ?.
J .- No señor, que la hice en Alcalá de Henares.
P .- Allí la hizo mi hermano el más pequeño, como la jota aquella…
J .- ¿En qué Unidad?.
P .- Pues creo que en la de Delincuentes Comunes.
J .- O sea que estuvo preso….
P .- Pero hombre, no le he dicho que como la jota…
J .- Disculpe , es que yo de jotas se poco, casi todo lo escribo con ge.
Y usted claro, se parecerá a él.
P .- Pues no señor, somos de distinta madre, tan solo es mi hermano
putativo.
J .- Pobrecillo, le toca a uno cada madre….
P .- Oiga no se confunda que putativo no viene de puta, quiere decir atribuido.
J .- Sería más apropiado aditivo, pero de todas formas me alegro por su
hermano. De todas formas en Andalucía se dice mucho y es como algo
cariñoso…
P .- ¿Qué es lo que se dice en Andalucía..?.
J .- Pues, por ejemplo : “¡Qué guapo vas, hijo puta!
P .- ¿Oiga cómo se atreve…?
J .- No, si yo no lo digo nunca, yo soy gallego.
P .- Pues entonces ya sé de que me suena…¿Alguno familiar suyo era
sereno…?
J .- Todos, en mi familia no bebía nadie, ni estuvo nadie en el paro…
P .- No hombre, me refiero a sereno de oficio. Antes había unos señores que
abrían los portales a media noche, y llevaban un chuzo…
J .- Qué gentuza, en la calle a esas horas, en mi estirpe todos eramos católicos
romanos.
P .- ¿Y apostólicos no…?
J .- Bueno eso los de Santiago. Tan sólo un familiar fue pastor protestante.
P .- Qué interesante, ¿de la rama inglesa ….?.
J .- No señor, mi pariente era pastor de ovejas y siempre estaba protestando.
P .- ¿Y de qué protestaba…?
J .- Pues de todo en general, pero sobre todo de las ovejas, tenía doscientas y
las echaba cada bronca…
P .- Claro, ya se de que viene el recuerdo, de las orejas.
J .- Pero ¿de que orejas me habla…?
P .- Pues que seguramente ha heredado usted las orejas de su pariente…
J .- Pero si he dicho ovejas…
P .- Esto es como lo del putativo, se hace usted cada lío…. 96.-
J .- Mire tío pesado, yo no tengo ovejas, ni orejas, ni…
P .- Pero se ha mirado usted al espejo, es usted le envidia del príncipe ese
que lleva la falda a cuadros….
J .- Bueno y si tuviera orejas, ¿qué pasa… ?
P .- Pues que yo soy cuñado político de Marcelino Oreja y…
J .- Hombre, haberlo dicho antes…de ahí que tenga usted esas ojeras.
P .- He dicho oreja…
J .- Mire será una errata más. ¡qué más da!.
P .- Pues a lo mejor somos hasta parientes.
J .- ¡Pero no de esos de puta que ha dicho usted antes ,eh.. !
P .- ¿Qué tal unas pildoritas para celebrarlo ?
J .- ¡Buena idea, choque esos cinco!, vamos a por ellas.

Y se dirigieron cogidos del brazo hacia el edificio central.

El director del Sanatorio no sabía que hacer con ellos…..

viernes, 4 de marzo de 2011

Digestiones...

Digestiones violentas.

Estaba emocionado. El lugar, al que no podía recordar como había accedido,
era de lo mas pintoresco. Dos ríos formaban parte del paisaje, los cuales se unían en forma de V y juntos seguían su cauce bajo un puente de estilo indefinido, pero de antigüedad evidente. Las mansiones de una sola planta estaban rematadas por guardillas con tejados de pronunciada pendiente, debía ser una zona muy lluviosa a juzgar por el generoso césped que colmaba los parques y las hierbas que pugnaban por emerger entre los adoquines de las calzadas. Todas las viviendas disponían de un pequeño jardín frontal, garaje adosado y huerto trasero, donde cada propietario cultivaba sus productos preferidos. Ninguna mostraba nombre alguno, tan solo una numeración correlativa permitía distinguir unas de otras. A lo lejos la efigie de una iglesia de estilo medieval, rompía la igualdad del paisaje. La afluencia de peatones era escasa y nuestro hombre buscaba un lugar donde rellenar su estómago y saciar la sed.
De pronto al girar una calle se tropezó con una especie de mesón, de cuyo interior procedía un murmullo que rompía la quietud del entorno. Se dirigió a su interior con decisión y tras franquear la puerta penetró en un animado local.
Lugareños circundaban las mesas existentes en animada conferencia y sobre las mismas podían distinguirse espumeantes jarras de cerveza, que sus propietarios alzaban una y otra vez en ostentosos y ruidosos brindis.
Se dirigió hacia una esquina de la barra, que estaba desierta, y tomando asiento en un taburete contempló la totalidad del recinto. La gente lo estaba pasando bien allí, se les apreciaba risueños y algo escandalosos, a lo que sin duda contribuía el consumo de la dorada bebida. Hablaban y reían ostentosamente y apuraban una jarra tras otra.
A su vez encargó una cerveza y para comer solicitó el anunciado plato de la casa, que le fue servido con prontitud. Consistía éste en un extraño amasijo algo difícil de ingerir, pero a base de trocearlo con paciencia y ayudarse con cerveza consiguió tragar aquel extraño potingue. Al terminar giró la vista en su derredor y se percató de que estaba siendo cuidadosamente observado por al concurrencia. Sentía una incipiente pesadez de estómago y trató de obviarla apurando de un trago la cerveza que le restaba en la jarra. Al depositarla sobre la barra, todos los observantes coincidieron en una ovación cerrada ante su asombro.
No entendía absolutamente nada cuando, el que parecía ser dueño o encargado del local, salió de detrás de la barra y se dirigió a él estrechándole la mano.
.- Le estoy muy agradecido caballero, espero que ante su ejemplo el personal de este lugar perciba que alguien ha sabido degustar la exquisitez del plato de la casa recién presentado, ya que hasta ahora todos lo habían rechazado al primer bocado. – luego se dirigió a los concurrentes:
.- Ha tenido que ser un turista, un foráneo, el que ha sabido degustar la delicia del plato de la casa. Mi exquisita “alpargata estofada en salsa pocha”.
La pesadez de estómago de nuestro amigo iba en aumento, sobretodo al escuchar la denominación de lo ingerido.
.- Una persona de fuera de nuestra comunidad ha venido a demostraros, incrédulos, como se disfruta con la ingestión de este delicioso manjar, a vosotros de cuya aptitud para lo excelso comienzo a dudar. Pido un aplauso para nuestro visitante por su devoción para…
El estómago comenzaba a emitir pitidos interiores acompañados de insoportables retortijones, cuya puerta de acceso al exterior oscilaba entre la faringe y la situada en retaguardia.
Presionado, más que acompañado, por la plana mayor del posadero fue conducido entre parabienes, a visitar el laboratorio en el cual tenía lugar la producción de la citada primicia. Se trataba de una maloliente habitación en la que podían contemplarse centenares de alpargatas colgadas en unos tendederos de las que escurría un líquido marrón viscoso.
.- Están en la fase de escurrido y secado, tras las cual serán introducidas en la cámara para el estofado…
El olor era insoportable y percibió una riada que le subió hasta la garganta, y no pudiendo contenerse se produjo la expulsión en cascada incontenible.

Estaba sentado en la cama, que había puesto perdida con el regadío, y se restregaba los ojos para espabilarse.
Su mujer le recalcó con sorna:
.- Tú sigue pegándote esos atracones de fabada en Agosto y duerme la siesta después…



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jueves, 24 de febrero de 2011

De los nuestros

Ser de los nuestros.


Esto de viajar de vez en cuando, aparte de tener sus emociones y sorpresas no siempre gratas, tiene sus anécdotas interesantes. Tal es la experimentada poco ha cuando reencontrado con un viejo compañero de fatigas y tras la emoción experimentada por el evento, que nos trajo a la memoria hechos del pasado no próximo, entre otros comentarios me soltó una expresión que me sumió en profundas cavilaciones. La frase aludida era algo así cómo: Ya tenía yo ganas de encontrar a uno de los nuestros…”.
Comencé a querer razonar que era eso de “ser de los nuestros”. Pensé que tal vez se refería a algo relacionado con los colores futboleros, pero a poco deseché tal idea cuando, tras un comentario, percibí su tendencia anti-madridista. O sea que por ahí no iba la cosa. Luego se me ocurrió que podía referirse a una alusión política, pero ¿en qué dirección…?
A mi hay cosas de los diestros (no toreros) que me agradan, pero otras no. En cuanto a los siniestros, es decir a sus oponentes (la palabrita se las trae), pues me pasa lo mismo. Es decir que soy ambiguo, o sea que soy partidario de los que lo hagan bien, sin profundizar y obviando ideologías. No es probable que conociera ni se refiriera a este tema.
Pero como no quise estropear el encuentro, inquiriendo sobre la titulación, rehuí el sentido profundo de la expresión y cuando nos despedíamos dije con total soltura: Yo también me alegro de haber platicado un ratito con uno de los nuestros, y no sabes lo que celebro que a ti también te guste escribir…

Y asunto zanjado.