miércoles, 11 de noviembre de 2015

OFICIOS ANTIGUOS



                           Oficios antiguos.

     A veces uno recuerda personajes de entonces…, que ya raramente se prodigan: el afilador, el pregonero de los trapos, muebles viejos y cacharros a vender y comprar, el lañador, el sereno, el cartero con su maletón, el que vendía por un real los resultados de los partidos a la salida del metro y otros tantos.
  Estos pseudo—oficios han ido desapareciendo. Algunos reaparecen en determinados momentos, como los barquilleros en las verbenas o algunas castañeras en fríos inviernos y cuando los veteranos los encontramos, parece que algo se nos sube a la garganta.
  Viene esto a colación por el recuerdo de una de mis últimas visitas verbeneras. No recuerdo la calle pero si el barrio, Latina, en una de sus calles estrechas. Entre dos bares, con olor a calamares y pescadito, distinguí a una anciana sentada en una banqueta plegable en actitud recogida, a su lado yacía sobre el suelo un botijo blanco de regular tamaño. Mi mente retrocedió más de cincuenta años, cuando en las calenturientas noches de Agosto,  recorríamos los puestos verbeneros con las manos en bolsillos, algo vacíos,  y la ilusión por tesoro. Solo podíamos acceder a las gentiles aguadoras.  Mi intención de penetrar en un  bar y beberme una cerveza se convirtió en un impulso repentino. Me dirigí a la mujer y tomando el botijo del suelo escancié un largo trago de agua, fresquita por cierto, y a continuación deposité una moneda de un euro en su mano. La mujer miró la moneda y levantó la mirada en la que vislumbré una sonrisa.       Creo que los dos nos sentimos felices…