martes, 27 de agosto de 2013

Doña Matilde, el gato y el Pisuerga

Doña Matilde, el gato y el Pisuerga.

Doña Matilde era viuda, tenía un gato y vivía en Valladolid, por donde pasa el Pisuerga. Pero ella no tenía culpa de ninguna de estas cosas.
No tenía culpa se ser viuda ya que fué su compañero, don Mauricio, el que se ponía morado de Rivera del Duero y un día cayó a la calle desde un balcón, aterrizando en el otro barrio. Tampoco la tenía de poseer un gato, impuesto por el citado que empeñaba su tesón en querer enseñarle a hablar y menos de vivir en Valladolid, por donde pasa el Pisuerga, por enérgica decisión del susodicho que era pucelano forofo.
El mencionado gato lucía un tomo de pelambre así como parduzco tirando a caca, tenía unos bigotazos enormes y cara de mala leche a tono con su fallecido protector. Doña Matilde, amén de tenerle algo de miedo, intentó abandonarlo en un par de excursiones en las que tomó parte, pero el jodido siempre encontraba la forma de regresar al hogar, por lo que se resignó a su compañía. En este clima de convivencia algo molesta se mantenían cuando un día sucedió algo inesperado. Resulta que tras situar en el platito del animal su ración diaria de leche, y cuando abandonaba la cocina, escuchó una enfadada voz que decía : “No me gusta la leche desnatada...”
Giró la vista hacia el gato que estaba tieso frente al alimento y la miraba descaradamente. Se dijo que lo había imaginado probablemente y que era un lapsus e intentó seguir su camino, pero de nuevo escuchó el aviso: “He dicho que no me gusta la leche desnatada...”. Miró al gato de nuevo y le vió abandonar la cocina sin haber tocado el alimento. Aquello era demasiado..., solo pasaban estas cosas en Valladolid, por donde pasa el Pisuerga.
Pasó la tarde con unas amigas, pero con la cabeza en otro sitio. ¡Mira que si el jodido Mauricio había conseguido hacer hablar al gato...!. Optó por comprar las dos clases de leche y servírsela en dos platos por separado para ver la reacción del animal. Así lo hizo al día siguiente observando con estupor que el minino se zampó de un largo trago la nomal y echó una meada sobre la desnatada. Cuando estaba de espaldas volvió a escuchar. “Menos cachondeo...” Total que la pobre alucinaba. No dándole más importancia a la cosa continuó su trayectoria, pero un día se le escapó una advertencia al chico del super, al que precisó:
No me pongas leche desnatada que a mi gato no le gusta y ya me lo ha dicho dos veces”. Ni que decir tiene que el discreto dependiente se encargó de que la noticia volara mas que corriera por el vecindario, de forma que un día al solicitar un cortado en la cafetería, el camarero con sorna le dijo:
̶ ¿Es para Vd o para el gato...? lo digo por lo de la leche...
Las amigas de Valladolid, por donde pasa el Pisuerga, le visitaron instándola a que hablara el gato, ¿Cómo te llamas guapo...?, ¿cuántos años tienes...?, pero que si quieres arroz..., el minino no tragaba y las miraba sorprendido.
Al parecer el gato solamente hablaba en privado y cada vez era más exigente, poniendo los nervios de punta a doña Matilde, quien un día en el colmo de su amargura a pleno grito y tomando el gato en sus brazos exclamó: “Eres como él y mereces igual fin, cabrón...” y lo tiró por el balcón.

Gracias al gato se descubrió el crimen. Estas cosas solo pasan en Valladolid, por donde pasa el Pisuerga.

domingo, 18 de agosto de 2013

El Maestro del Prado

LECTURA  DE ESTE VERANO.

Recomiendo "El Maestro del Prado" de Javier Sierra.
Aún para los no muy versados en pintura, esta novela es altamente interesante.
Partiendo de las pinturas mas conocidas de Tiziano, Rafael, el Bosco, Juan de Juanes
Botticelli y otros, el autor nos describe una "literatura" implícita en sus obras facilmente
accesible al lector, que descubre el método de observar y leer los cuadros de forma diferente.
Nos traslada a épocas pasadas y es un repaso a la cultura de los pinceles sumamente
agradable. No se lo pierdan...