lunes, 21 de junio de 2010

Monólogos con mi paloma.

Ya está otra ahí, sobre el rojo pavimento de mi patio, en el mismo lugar y a la misma hora,
con precisión matemática.
Me refiero a una esbelta y joven paloma de tonos entre grises y azules que asiduamente me
visita, cual novia expectante de algún requiebro. Comienza con un coquetón y aristocrático
paseo por la zona, un paseo a brinquitos indiferentes, sin mirarme directamente y eso que
sabe que la estoy observando desde la terraza. Mira, como miran las palomas, de soslayo,
cambiando de dirección constantemente, vigilándolo todo y sin fijarse en nada, pero se la
adivina desconfiada, dispuesta a levantar el vuelo a la menor alarma.
Pasea altiva, elegante y coquetona, tal vez esperando una reacción mía, ¿me conocerá de
algo...?¿será verdad eso de la reencarnación y estaremos relacionados...? Yo, la verdad no
recuerdo haber sido palomo, pero ella pudiera haber sido aquella paloma..., la del can-can.
No elucubremos, el caso es que sabe que es bonita y que la contemplo. La aludida anterior-
mente era una mocita de la calle Embajadores que a todo nos tiraba los tejos y luego no
hacía caso a ninguno..., tiempos.
Está esperando mi tributo a su elegancia, mi obsequio que consiste en poner a su alcance
unas migas de pan duro humedecido, para que lo digiera mejor y que se le saben a gloria.
Al recibirlas, retrocede asustada, ¿será virgen...?, pero tras dar una vuelta de inspección se
dirige a su alimento. Hace un lapsus y me dirige una breve mirada, como de agradecimiento
y reanuda sus picoteos que tienen algo de musicales.
De pronto aparecen otras de su especie, pero no de su categoría, estas son algo negruzcas,
gordas, feas y amenazantes, que se dirigen a las migas de mayor tamaño. Mi pobre paloma,
intimidada, se aleja hacia las migas más distantes y vuelve la cabeza contemplando con
tristeza a las invasoras. Luego humildemente levanta el vuelo, no sin dirigirme una postrer
ojeada.y se pierde en la lejanía. Yo quisiera gritarle: "¡vuelve otro día...!", pero me contengo
no sea que alguien me oyere y pensara: "lo que faltaba, el vecino tiene una novia paloma..."
La gente es así...

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miércoles, 9 de junio de 2010

La espera (dedicado a Conchi)

Terminó de poner la mesa, era un día especial, quería sorprenderle. Treinta años, puede decirse, de felizmente casados. Tenían sus tropiezos, como todos, fruto de la diferencia de educaciones que con los años suele aflorar en algunas parejas, ella era algo posesiva y él con un proceder más filosófico. Pero en general la convivencia no era dificil.

Puso doble cubierto, para pescado y carne, la mantelería que le regaló su madre años ha, copas de agua, vino y cava ( vamos a quitarnos la costumbre de afrancesarnos), dos hermosas velas rojas en forma de pirámide y en el centro de la mesa un florero tipo sorbete, con una flor amarilla y otra roja. Había preparado una tartita casera de chocolate con la palabra LOVE en el centro y ella misma vestía un atrasado modelo de noche, que le apretaba por todos los lados, pero quería estar guapa. Todo dispuesto para su cena de aniversario.

.- Parece que casi es ya la hora-se dijo, pero tampoco hay que ser tan estricta. Me voy a repasar el peinado y poner una gotita de la esencia que a él tanto le gusta. Ya está, entornaré las persianas para que no fisguen los vecinos, que son unos cotillas. ¡Ay Señor que mala es la envidia...!, yo que apenas miro hacia su ventana, aunque parece que hoy no está en casa, habrá venido a sacarla a pasear ese sobrino medio gay que tiene y que quiere heredarla...

¡Ya pasan diez minutos...! bueno no hay que ponerse nerviosa, habrá encontrado a alguien y le habrá entretenido, aunque es hombre de pocas palabras, dice que es que no le dejo...,cosas suyas..


Se reclinó en en el sillón frente al televisor, para centrarse en una tragedia de esas de malos tratos y se quedó medio adormilada entre exclamaciones de: <¡Abusador!> <¡no hay derecho!>,

<¡Todos son iguales...!> El ruido de la puerta al cerrarse la hizo despertar y abrir los ojos algo sobresaltada, vió que su marido avanzaba hacia ella con intención de inclinarse y besarla. Le contuvo:

.- ¡Ni me toques...! no te da vergüenza, ¡pero que horas son estas...! El día de nuestro aniversario..., seguro que que te has reunido con los amigotes, esa panda de lascivos que no hacen más que contar chistes verdes y mirar el culo a las jovencitas, ¡salidos que sois unos salidos...!

A ver, que te huela el aliento...¡Ah no quieres...! claro, te habrás puesto como el Quico de Valdepeñas y sabe Dios si no estabas acompañado por alguna camarera pelandrusca..., que se gastan el sueldo en silicona para presumir de lo que no tienen...

( Se ve que el programita la había puesto a cien...). ¡Guarros, que sois unos guarros...!. Y yo que salí del colegio de monjas directamente al altar del brazo de mi padre...¿qué, no dices nada...? , claro, qué vas a decir...Olvidar nuestro aniversario...Siéntate un rato a ver si se te pasa la cogorza -le gritó dándole un empujón sobre el sofá, donde el pobre cayó como pudo y recibiendo a continuación la tartita en las narices con LOVE incluido-.

Ella se sentó en el sillón de enfrente y continuó lamentándose de lo desgraciada que era por haberse casado con aquel crápula, que además a su madre no le gustaba...

.- Y yo aquí que me puse tu esencia favorita, gamberro. ¿Qué dices..., que has tenido un accidente con el coche, qué solo son las diez, que te ha ido mi hermano a buscar porque el coche se estropeó..? ¿qué mire en tu bolsillo...?. ¡Uy, una cajita con un lacito...! ¡¿A ver qué tiene...?, qúe pulsera más bonita ... y esa tarjetita! "A mi mujercita en nuestro aniversario"


.- ¡Mi vida no estarás herido, a ver que te vea...!, dijo restragándole la servilleta por la cara, de forma que el chocolate le inundó el único ojo en servicio. ¡Dios mío si tu eres mi ángel, mi tesoro, distinto a todos... Siéntate a cenar cariño, verás lo que te ha preparado tu mujercita.

Un momento que me voy a poner más esencia, que se me ha escurrido...y mañana regalo el televisor a la vecina...Jésus...


Y es que algunos tienen plaza segura en el cielo, Señor...