viernes, 15 de enero de 2016

El diente.

 El almuerzo había sido completamente satisfactorio. Doña Asunción, como todos los jueves, se había esmerado en el cocido familiar al que no había faltado de nada, incluida la famosa carne de morcillo. Como remate el melón sabía a almívar ̶ Así da gusto comer en casa. ¿Dónde ibamos a desgustar esta sopa de cocido y estos garbanzos que se deshacen con mirarlos, y el tocinito y la morcilla que estaba de rechupete...?̶ ,̶ se expresaba don Ramón con cara da angelito de Rubens. ̶ Bueno no habrá sido para tanto, lo que pasa es que una hace las cosas con cariño y a veces salen bien... ̶ replicó modestamente la cocinera. ̶ Bien..., ̶ exclamó el jefe familia ̶ esto es una maravilla... Y sin poderse contener se levantó y aproximándose a su media naranja le proporcionó dos sonoros besos en plena frente. Ante tal expresión de afecto el resto de los comensales, es decir los abuelos Angustias y Marcelo y los pitufos Rosita y Javierín, prorrumpieron en un masivo aplauso. Doña Asun visiblemente emocionada se levantó y anunció: ̶ Voy a calentar el café para después del postre. Regresó con la cafetera echando humo y sirvió media taza a los mayores. Al remover el azúcar, don Ramón paró de repente en seco, sacó la cucharilla y exclamó alarmado: ̶ ¡Un diente..., aquí dentro hay un diente...! Todas las miradas convergieron en la temblorosa cucharilla que se ofrecía a su vista, con un diente náufrago rodeado de café. Rosita exclamó de motu propio: ̶ ¡Puaf que asco...! A la pobre doña Asun no le faltaba mas que llorar, los abuelos se miraron con desconfianza y Javierito salió corriendo. Pero Rosita, dominado la situación exclamó: ̶ Esto lo aclaramos ahora mismo. ¡A ver Abuela...!, abra usted la boca ̶ tras examinarla detenidamente, dijo ̶ completa... ¡Ahora usted...abuelo...! Pero el abuelo ya se había imginado la jugada y sin mas, plantó con energía las dos partes de su dentadura, con algo de morcilla alojada, sobre la mesa. ̶ Estos son mis poderes, ¡con dos...! (era forofo del Cardenal Cisneros...). A don Ramón, del susto se le fueron cucharilla y diente al suelo. ̶ ¡A mi me da algo...! ̶̶ exclamó la cocinera, llevándose las manos al recogido... ̶ ¡Javierito...! ̶ bufió más que chilló el jefe. Javierito desde el umbral con cara de circunstancias se expresó: ̶ Dos semanas se ha pegado bajo la almohada y ni ratoncito Pérez ni madre que lo trajo... Como decís que es de leche me dije que serviría para un cortadito...

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