lunes, 30 de octubre de 2017

Los puntos sobre las ies



Clavó su mirada en la del bigotudo con decisión, se puso en jarras y le increpó con malas pulgas:
― ¿Qué…, hoy no tienes nada que reprocharme…? ¿Estás en baja forma, no se te ocurre nada…?. ¡Cariño la paella estaba aceptable…! Bueno el arroz un poquito pasado y los langostinos, al ser congelados, tenían ese saborcillo que le da el ácido bórico, pero por lo demás muy acertada… La camisa tiene una arruga en la manga e imagina si tengo que quitarme la chaqueta por ahí…Las lenguas se disparan. Mañana acudiremos a una reunión, ¡por favor, estemos a la altura correcta…! y no saques a la luz esos chismes de la tele: ¡Qué si la Esteban…Qué si la Pantoja…! No saques a colación temas tan vulgares. Las señoras finas hablan de Armani, de Christian Dior, o algo así…Y no realices demandas tontas. El otro día cuando la Sra. de Guzman pidió un capuchino italiano en el café, dijiste que preferías un costalero de Valladolid…Cuando te pones fina, la cagas… Es muy importante mostrar clase…

(El bigotudo ni se inmutaba…)

―¡Clase…, clase… La clase de cursi redomado que eres tú, exigente, dictador! Si ya me lo decía mi madre…, tu marido es tonto del culo, ¡y yo que te hacía caso porque me tenía dominada el hoyito de tu mentón…!
―¡Pero se acabó…! ― dijo reafirmándose en su postura de verdulera
―¡Ahora me vas a oír… si puedes, que lo dudo! ¡Sabes lo que es esto!― voceó haciéndole un ostentoso corte de manga ―¡pues esto es que te voy a poner los puntos sobre las íes…!
   La escarpia no aguantó más, abandonó la pared de repente y permitió que el cuadro se hiciese mil pedazos contra el suelo.

( El bigotudo como si tal…)

Mi barrio



Casi sin querer he percibido una conversación, en la mesa vecina del café que frecuento, que me ha hecho pensar sobre su grado de certeza. Intentaré describir lo mejor posible los comentarios escuchados.
  Decía uno de ellos:
―A mí esto de las nacionalidades, de las regiones, de las provincias, etc. que hacen a muchos sacar pecho y provocan la consiguiente discusión comparativa, así como el afán desmedido de exaltar la propia idiosincrasia, con el evidente fin de ponerla un peldaño superior a las ajenas, me parece ridículo. Es más creo que lo verdaderamente importante es el concepto de barrio.
―¿Cómo de barrio…? — interrumpía el otro — explícate…
―Verás, a mí lo importante, lo que me interesa es mi hábitat, la zona en que vivo, el ambiente que me rodea.
  Y para definirlo, no hay nada más sencillo que la palabra barrio.
  No importa donde se haya nacido, o vivido largo tiempo sin llegar a echar raíces, lo que importa es lo que te rodea habitualmente, lo que respiras a diario y eso es mi barrio.
―Bien, pero el concepto barrio es un término poco…, digamos técnico. Así de pronto, parece referirse a unas manzanas de viviendas, más o menos definidas, que formando un núcleo y cuyas agrupaciones dan lugar a las ciudades, entonces…
—Te equivocas, verás, mi barrio empieza en mi casa, en mi familia, en mis amigos presentes o ausentes, en los vecinos que saludo a diario al cruzármelos en la escalera o en la calle.
  El barrio no está compuesto solo por casas. Mi barrio es la cafetería en la que tomó un cortadito todos los días, es el puesto de periódicos que visito, es la vendedora del cupón de ciegos a quien a veces me dirijo. Mi barrio es el corto camino que me conduce a la cercana playa, e incluso su Avenida, que por su amplitud también pertenece a otros barrios.
  Mi barrio son las palmeras, algunas algo decrépitas, que pueblan las calles adyacentes es el olor que desprende el pan caliente del horno cercano.
  También es mi barrio, ese extranjero que se sienta frente al super, accionando un acordeón de aires tristones y solicitando una ayuda, el perro perteneciente a cierto paseante, con el que a veces me cruzo y nunca me saluda y que por cierto me mira con aire de desconfianza (conocerá que platico contra las meadas caninas).
  Mi barrio es el supermercado, que cada día cambia los anuncios de sus ofertas. Es la tienda de todo un poco, que a veces recorro sin fin alguno.
  Mi barrio es la humedad ambiental en los días de calima y ese fresquito que circula en los atardeceres en primavera.
  También mi barrio son esos bancos que se me ofrecen, y utilizo a veces, para alivio de las articulaciones y el estanco de las quinielas donde la ilusión se estrella tantas y tantas veces.
 En fin mi barrio son muchas cosas, supongo que como el de cada uno, y que constituyen mi vagar diario. El barrio no tiene dimensiones, puedes extenderlo hasta donde tu necesidad de campo vital precise, admite cambios de decoración y de personajes.

  Mi barrio es todo eso, mi juventud y mi patria es todo eso y mucho más....