martes, 23 de septiembre de 2014

Melones

MELONES

Es un hecho y una realidad como un pino que a partir de cierta edad, la idealización del pasado constituye una especie de recurso frente a una realidad por la que nos vemos superados. En realidad solo sabemos con certeza las cosas que empiezan a olvidarse.
Por ejemplo a veces idealizo aquellos puestos de melones, en el que sufridos campesinos bajo un acondicionado toldo verde, hacinaban habilidosas pirámides de melones. Generalmente no se situaban en zonas céntricas de las ciudades o pueblos, sino más bien en los barrios extremos por aquello de los permisos. Se trataba de una pareja que cuando echaba el ciere, incluso dormitaba sobre una colchoneta en un rincón. Se pregonaba la mercancía con voz varonil y autoritaria: “¡De Villaconejos, los traigo de Villaconejos, como el almíbar...Prueben, prueben...!”
Ella mientras tanto, cuchillo en mano , se afanaba en cortar trocitos del producto que repartía entre los concurrentes, alguna vez añadía: “¡niño vete por ahí, que ya lo has probado cuatro veces...!”
El uniforme masculino era el clásico pantalón de pana con gorra al pairo y camisa blanca y ella vestido floreado con pañuelo en la testa, un botijo colgaba en alguna parte.
Era todo un cuadro, para muchos entrañable.
Ahora cuando me dirijo a algún local del barrio y le solicito un ejemplar, preguntando con total reserva de dónde los trae, me suelta “del campo,..del campo...”.

Y encima no sabe pregonar...

J.L.G.R.