miércoles, 13 de noviembre de 2019

Librerías de segunda mano


Servir para servir…



             





                             Librerías de segunda mano.



A mí me gustan las librerías de segunda mano, donde puedo encontrar un insólito libro que nunca pude leer por falta de conocimiento u ocasión. Esas librerías de aire triste pero íntimo, con pinta de cuevas y estanterías de equilibrio indiferente que  amenazan derrumbe pero que milagrosamente nunca se caen. Me gusta hablar con los libreros que las regentan, que saben tanto de libros aunque no hayan leído nunca ninguno, que lucen guardapolvos con alergia a las piletas o lavadoras y en cuyos bolsillos siempre hay algún lápiz y acaso alguna colilla. Que te relatan anécdotas de Benavente, de Gómez de la Serna o de Valle Inclán como si fueran de la familia, que si te ven indeciso se deciden a aconsejarte la lectura de un viejo tomo de Sopena añadiendo:

    —Hay que leer bien, esto es canela fina…

No conoces al autor, ni falta que hace, te lo ha recomendado el librero, el técnico, seguro que vale la pena.

Estas librerías van desapareciendo y sabe usted el motivo, pues se trata de que una vez leídos nadie los hace circular, si les han gustado pasan a un triste estante domiciliario como si fueran estatuas  y si no mueren en cualquier rincón y cuando se ponen amarillentos acaban en la basura.

Si entras en un anticuario, aparte de que los precios son de no te menees, los primero que te dice es:”¿Qué busca usted…?”. Si fueras sincero dirías: ” pues, revolver… ”, pero no te atreves. Y es que el jodido los tiene reflejados en el ordenador. ¡Tamaña falta de humanidad libreril…!. Además los pobres libros están en otro piso… ¡Cómo no pueden gritar…!

  Yo reivindico las librerías de viejo, las estanterías inestables,  los ancianos libreros, los guardapolvos y hasta los desperdicios embolsillados..

No hay comentarios:

Publicar un comentario