miércoles, 3 de junio de 2020

La Copla



                                          La  copla.


Hay recuerdos y recuerdos, pero algunos se han quedado impresos en esta mente que tenemos por ordenador personal y que en determinadas ocasiones saltan a la palestra y nos producen una agradable y tierna evocación.

Para aquel que ahora aludo, tengo que situarme en el patio de butacas del Teatro Calderón de Madrid, un atardecer. Cierro los ojos, las luces se van extinguiendo poco a poco y el silencio se apodera del local. Una guitarra muy lentamente va percutiendo sus cuerdas y el escenario se  ilumina con acusada  lentitud, acompañando unos sones andaluces que pueden  ser seguidillas, alegrías o peteneras, no sé…, a mi me suenan a España.

 De entre las extintas sombras va apareciendo una figura sobre el escenario, es un hombre bajito con un sombrero cordobés en la mano que al cesar la guitarra entona con su armónica voz una canción que suena algo así… “como una mare no hay ná…, un hijo la pone buena…, con un beso…, con un beso nada más…”

Al percatarse de su aparición el público se pone en pié, le reconocen, le aplauden a rabiar, es el Gran Juan Valderrama, el rey de la copla española, y la ovación atronadora inunda de alegría a los asistentes y pone al descubierto alguna que otra  lágrima sentimental. Es lo mejor de la copla española que en nada tiene que envidiar al folklore de cualquier país. Tiene raíz andaluza, pero es acusadamente nacional,  cien por cien, y sus letras llegan adentro.


Juanito se ha lucido, El emigrante, La mare mía, Cortijo de los mimbrales, Pena mora, todo un repertorio. Nunca un cantaor tan menudo levantó ovaciones tan grandes.  

Abro los ojos y vuelvo a la realidad, un recuerdo emocionante.

¡Qué me quiten lo bailao….!                                  J.L.G.R.

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