Curiosidad
Ya estamos otra
vez en guerra, frente al ordenador con la intención de contar algo.
<<Escribe, escribe mucho, para aprender a escribir>> perece que
decía un tal Flaubert, apoyando el arte singular de juntar letras, producir
palabras y transmitir pensamientos. Yo, que me considero un ávido lector y un
aficionado escritor, a veces no encuentro tema interesante que exponer, hay días nublados, pero me arriesgo a tal
práctica contando con la tolerancia y beneplácito de mis posibles lectores, a
los que agradezco un mucho su sacrificio.
Trataré hoy de
relatar una profesión desaparecida que al leer un libro muy detallado de la
historia de Madrid, he recordado y presenciado de hecho dicho ocupación. Parece
ser que allá por mil setecientos y pico se produjo en el barrio de Lavapiés un
pavoroso incendio que destruyó unas
cocheras con cuanto albergaban, es decir transportes de todo tipo de la época,
se supone eran carromatos de tracción animal, que precipitaron al paro a
cientos de operarios. Entonces y antes que el hambre hiciera acto de presencia,
las mujeres de los cocheros idearon trabajar en sus viviendas la hoja de
tabaco. Surgieron de hecho las cigarreras o tabaqueras. Aún por los años 50 personalmente presencié la fabricación manual
de cigarrillos en una casa que visitaba con frecuencia por amistad. Algunas
veces, junto al inquilino, y con un pañuelo estilo cow-boy sobre boca y nariz, picábamos con un utensilio la hoja de tabaco hasta porciones
mínimas, labor por cierto poco agradable. La señora empaquetaba los cigarrillos
y los servía por encargo a domicilio a precios asequibles. Es decir que esta
profesión surgió ante la falta de
trabajo. No deja de ser una curiosidad ignorada por la mayoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario