¡Esto no se hace…!
Cuando ya parecía que se habían acabado las
tareas importantes, madrugones diarios, cursos, clases, los cochinos plazos y
demás acciones más bien incómodas. Cuando solo restaba levantarse a las 10, si
plugiere, ver pelís, futbol, viajar, pasear a destajo, y hacer vida de la
buena, resulta que nos ha venido a visitar un tal Coronanosequé, a quien nadie
había invitado que nos coarta la libertad, nos pone horarios, enmascara y nos
trata como apestados.
Las calles están
plagadas por autómatas que nos saludan con el codo, y con rostros cubiertos
como si tuviéramos lepra o algo así, la alegría en sus miradas deja mucho que
desear y el trotar, con el calor reinante, es más bien
cansino y se realiza con gesto apático,
haciendo colas por doquier y evitando contactos que pudieran ser nocivos.
Como corderos, en silencio como la peli,
soportamos tamaño destino en espera de que la situación mejore y llegue un
final aceptablemente digno, que nos permita mirarnos al espejo y cantar con
entusiasmo aquello de: ¡Olé…, olé… y olé.
Porque hombre,
leches, ¡a estas alturas esto no se hace…!
J.L.G.R.
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