miércoles, 30 de enero de 2019

Recuerdos




                      Recuerdo agridulce.





   Erase una vez un colega colegial, allá por mis 12 años, que a la salida del cole me citó para enseñarme el juego de los boliches. Apareció con una bolsa llena de bolas de colorines, las más preciadas de acero, y nos lanzamos suelos adelante del zaguán tratando de realizar carambolas entre ellas, a costa de ponernos rodillas y codos como el carbón.

   Mi amigo Velasco, así se llamaba, a pesar de su miopía era un figura en tal faena y yo no daba una, lo mío eran las chapas.   



   Seguramente en algún portal del cielo se habrá proclamado campeón.


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