Una herramienta exquisita.
Antes de seguir adelante con mis
Divagaciones, quiero expresar el orgullo y lujo que representa para mi y para
cualquier autor de esta nuestra tierra y allegadas, el poder utilizar esta
preciosa herramienta, este exquisito lenguaje que es la Lengua de Cervantes, la
lengua Castellana o lengua Española, a gusto del consumidor.
A lo largo de muchos años he disfrutado de
las lecturas más variadas en nuestro idioma, incluso procedentes de Centro y
Sudamérica que han enriquecido un mucho este patrimonio. He verificado la
inmensa variedad y riqueza de este idioma nacido en el monasterio de Suso hace
más de diez siglos, y en el que Gonzalo de Berceo hizo sus primeros pinitos. La
evolución de la lengua visigótica de la primitiva Castilla, las desviaciones de
los distintos romances, los cambios fonéticos habidos y la influencia de otras
lenguas, han dado lugar a este peculiar lenguaje castellano, cuya repercusión
mundial es evidente.
En una modesta interpretación de su
evolución, pienso que Gonzalo descubrió el arroz y Cervantes confeccionó la
paella.
Fruto de su progreso y extensión son los
numerosos Institutos Cervantes creados, que no paran de aumentar en todos lo
países.
Un idioma que posee términos tan hermosos
como Amor, Gloria, Alba, Fervor, Granada, Posada, y tantas otras que surgen
constantemente y cuyo uso produce su introducción en nuestro diccionario
Es pues una responsabilidad el utilizar lo
más adecuadamente posible sus vocablos, su variedad y de vez en cuando
descubrir alguna que otra nueva expresión, como muchos de nuestros mejores
autores han realizado.
Son
utensilios inigualables para un autor, esos diccionarios de antónimos y
sinónimos indispensables en cualquier biblioteca.
No quiere esta retórica, menospreciar en
absoluto a otras lenguas regionales minoritarias, de indudable valor histórico
y cuya práctica es otra fuente de riqueza, pero si afirmar como lazo común y
motivo de orgullo esta lengua, este idioma que utilizan más de 400 millones de
personas en todo el mundo.
Yo presumo que todo esto es más que
conocido y pido perdón por la insistencia, pero nunca está de más valorar algo
que a veces pasa desapercibido y que constituye nuestro tesoro más preciado.
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