sábado, 13 de agosto de 2016

MESON DE PAREDES

                                                                                                                     
                                                                                                                   
                                                   
    Sin poder definir exactamente el motivo, lo cierto es que siempre me atrajo el nombre e historia de esta calle madrileña, por ello me gusta recorrerla como hacía en mi juventud, desde su inicio, en la Plaza de Tirso de Molina, hasta la Ronda de Valencia donde finaliza.
    Para situar al lector, puntualizaré que es una de las calles del más castizo Madrid, del barrio de Lavapiés, donde por desgracia los usos y costumbres han cambiado mucho. A ella van a parar sucesivamente otras típicas callejuelas madrileñas como la calle de Juanelo, la de la Esgrima, la de la Encomienda, Dos hermanas, la calle del Oso, Cabestreros, Caravaca y Tribulete. Todo un repertorio en el que se ha basado gran parte de la leyenda, la zarzuela y el cuplé del Madrid de antaño.
    Parece ser que allá por el siglo XVII, un tal Simón Miguel Paredes fundó en la misma un mesón de lo mejorcito de por entonces y desaparecido el mismo, vinieron a dar a la calle el nombre del mesonero.
Es un calle estrecha del Madrid de capa y espada, que baja, en acusada cuesta desde su origen hasta la Ronda y un barrio de gente humilde, en su origen pasteleros, carboneros, lañadores y demás profesiones, por cierto sus antiguos pasteles de carne no se sabía exactamente de que clase de carne eran, y por donde seguramente andaba el famoso Alatriste, quien a juzgar por sus andanzas no sería de extrañar. En el Madrid de entonces había muchos Alatristes sin otro oficio ni beneficio. También fue calle de nodrizas, exuberantes y bien dotadas amas de cría procedentes del agro, quienes tenían un medio de vida ofreciendo sus servicios a quien los precisara. En ella se encuentra la Plaza de la Corrala, la de las zarzuelas y en mi juventud alguna que otra churrería era punto de parada y degustación.
    Los vecinos podían hablarse desde sus casas, desde una acera a la de enfrente en muchas zonas, dada su estrechez y antaño, según dicen, la lengua de Arniches pululaba en cada esquina.
    Allí, casi al principio estaba, no sé si seguirá, la Peña Mariano, una de las más antiguas y conocidas Peñas del Real Madrid.

    Pero de lo que más me acuerdo es de la barbería del Sr. Felipe, familiar de un amigo mío. En realidad la barbería era de tres socios, el Sr. Felipe parlanchín y forofo del Madrid te ponía al tanto de todos los dimes y diretes del Club mientras te cortaba el pelo, era mi preferido; luego estaba don Roberto, de edad más avanzada y experto en el arte de Cúchares que enriquecía sus cortes de pelo con ostentosos pases de pecho o chicuelinas en el centro de la barbería, se lo sabía todo en tauromaquia. Por último el señor Sebastián era experto en vinos, Valdepeñas era la mayor productora, la Rioja era sublime y La Ribera del Duero el colmo del éxtasis, conocía todas las cosechas y cuando pillaba a otro experto en el tema bajo sus tijeras, no dejaba descansar a la sinhueso.
   Era una barbería de lo más divertido, yo diría que las tijeras de aquellos barberos tenían música de organillo en sus chasquidos. La minuta que me pasaba por sus servicios, era invitar al Sr. Felipe a un vaso de vino en el bar de enfrente.
    Si existiera el título, yo incluiría a la calle Mesón de Paredes en el Patrimonio Histórico Callejero de la Comunidad de Madrid, por su historia, su casticismo y representar a unas gentes que eran de lo más guapo, simpático y generoso de la villa.

    Hoy en día ha cambiado mucho, dada su antigüedad y bajo precio en alquileres, ha servido de asiento a variados inmigrantes que la pueblan, que también tienen derecho…y como ya los castizos no circulan…

    El caso es que a mi me sigue oliendo a churros calientes cuando la recorro, e imagino algún que otro barquillero en sus esquinas, dándole  vueltas a la ruleta bajo las notas alegres de la Verbena de San Cayetano.

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