lunes, 8 de abril de 2019

Las sillas de Recoletos


                                 Las sillas de Recoletos.





  El Paseo de Recoletos es la prolongación del Paseo 
 del Prado hacia el Paseo de la Castellana,
 limitado en sus extremos por la Fuente de la Cibeles
 y la estatua de Colon  respectivamente, formando
 en su conjunto  una de las Avenidas más bellas y
 grandes de Europa.
 El trío constituye un equipo complementario si bien
 son distintos, con personalidad propia cada uno.
 El Prado desmpeñaba antaño el Paseo señorial
 donde se exhibían las modas y las berlinas,
 hoy en día podríamos  llamarle Paseo Cultural,
 dotado de dos importantes Museos, el Real Jardín
Botánico y en su entorno el templo de San Jerónimo
 el Real, umbral de bodas de los aludidos.
 Es un paseo que tira hacia la imaginaria Viena. 
La Castellana es más bien parisina con mezclas de
 museos y prominentes edificios..., más actual.

   Pero yo ahora voy a referirme a ciertas sillas
 metálicas que el Ayuntamiento tuvo a bien situar,
 allá por los años cincuenta o así, en pleno Paseo de
 Recoletos y que, previo pago de una cantidad nimia, 
permitía a los viandantes disfrutar de “la fresca”
 en los atardeceres de los terribles veranos, 
a la par que se contemplaba el paseo de los osados
 peatones ajenos a la calima reinante.

   Mi madre me condujo más de una vez a las 
citadas sillas donde permanecíamos sentados
 por espacio de cerca de una hora, allí la gente
 hablaba muy bajito,sin querer ser protagonista.
 Era un entorno modesto y señorial donde se hacían
 evidentes los valores cívicos de la época.
 Acudir a Recoletos era importante, se saludaba
 a la gente a la que solo se conocía de vista
 con ligeras inclinaciones de cabeza o mano 
al ala del sombrero, Me explicaban que aquellas
 gentes sin tener nada tampoco carecían de nada,
 eran gente educada y corriente, enamorada de
 aquel paseo que contaba con tres de los más
 importantes palacios madrileños, con iglesia y
 Biblioteca Nacional.

   No se toleraban tómbolas gritonas ni canciones
 estridentes, y cuando se exponía la Feria
 del Libro, Recoletos aguantaba estoicamente
 las multitudes en pro de la cultura.

  Yo entonces no lo entendía, pero ahora cuando
 lo recorro, he pasado a valorarlo como se merece.
                               
 Son cosas de Madrid….