lunes, 25 de junio de 2012
La palabra más hermosa.
Muchas veces me he preguntado cual puede ser la palabra más hermosa.
Tras abrir el diccionario por sitios muy variados y anotar más de cincuenta, que me han parecido bonitas y bien sonantes, procedí a una selección y las reduje a doce. Al llegar a este número no pude seleccionar una, todas me parecían bellas, era inútil seguir. Dejé para otra ocasión el tema.
Como hago habitualmente me dirigí a mi cafetería mañanera, a disfrutar del aroma y sabor del producto de marras mientras repaso la prensa. Mi camarera favorita, en realidad favoritas son todas, ha depositado la taza de la que emana el exquisito aroma sobre la mesa, a la par que me ha dado los buenos días. He correspondido, como siempre, a su disposición con mi agradecimiento y una sonrisa, que ha producido en ella un gesto amable.
Al disolver al azucar mediante reposados giros con la cucharilla, de pronto he repasado mi contestación. He pronunciado: Muchas gracias, ahí está..., esa es la gran palabra, gracias, una palabra sencilla, afectuosa, que pronunciamos muchas veces al cabo del día. Gracias, cuando nos ceden el paso, cuando nos preguntan por la familia, por la salud, cuando nos sirven, cuando nos ayudan...Incluso si tenemos una noticia buena decimos Gracias a Dios. Se pronuncia infinidad de veces diariamente, indica aproximación, reconocimiento, afecto y quien la recibe se siente reconocido, cumplimentado, satisfecho. Digamos pues, en cuanto tengamos ocasión, gracias. Nos sentiremos mejor y seguro que el mundo se nos hará más agradable.
José Luis Guijarro Rios.
viernes, 22 de junio de 2012
Posible novela
Principio de novela.
El Túnel
Mientras conducía en dirección al sur de la isla, comentaba con su amigo lo bien que había quedado la playa de La Laja, tras la reforma efectuado ultimamente.
Es una playa expléndida, lástima que se vea frecuentada por esas corrientes que la hacen algo temible.- comentó su amigo-.
Bueno en todo caso, para darse un prudente remojón y tomar el sol está muy adecuada.- respondió con convicción.
A todo esto enfiló el tunel de La Laja y encendió la luz de cruce. Aquel día el túnel le pareció bastante más largo que de costumbre, nadie circulaba paralelo a su camino, más que largo le parecía interminable. Una modorra comenzó a apoderarse de sus sentidos. Cuando al fin oteó la tenue luz de la salida, parece que comenzó a espabilarse, al fin salieron del tunel, pero la ansiada claridad no terminaba de aparecer. El cielo se mostraba de un tono grisáceo oscuro y el sol no hacía acto de presencia
De pronto el coche dió un brinco como si fuera un caballo desbocado, se fijó en el pavimento de la carretera, estaba destrozado , profusamente agrietado y con baches. Los barandales laterales aparecían trozeados y dispersos. Tuvo que ralentizar la velocidad y manejar el volante para evitar pedruscos y socavones. A la altura de la zona industrial observó que todos los edificios estaban en ruinas, no quedaba piedra sobre piedra. Se detuvo en lo que quedaba de una gasolinera, un hombre con el rostro en carne viva buscaba el brazo que le faltaba entre los escombros, al acercarse exclamó:
¡Mi brazo..., ayúdenme a buscar mi brazo...!
Les relató que una llamarada terrible, solar al parecer había incidido en el centro y sur de la isla y todo estaba en ruinas, las gentes abrasadas y el cielo medio cegado, pero lo curioso es que solo había sucedido desde La Laja para abajo.
Sin dejarle terminar, se apresuraron hacia el vehículo, transportando al herido y enfilando el camino de vuelta, pero por más que aguzaba la vista el túnel, frontera del desastre, no aparecía por el ningún lado.
¿El túnel..., dónde está el túnel...? -gemía más que exclamaba...
Final de novela
Un claxon desafinado le volvió a la realidad, estaba recostado en el asiento trasero del coche y su amigo iba al volante. Circulaban apaciblemente por la zona de San Cristobal con dirección Las Palmas. Se incorporó y dirigió su mirada al exterior preguntando.
¿El túnel..., encontraste el túnel...?
¿Qué túnel?, si te refieres al de La Laja, estaba donde siempre ha estado. Tal como has pasado el día, dormitando a lo bestia, no te has enterado de nada. Menos mal que me cediste el volante, porque te dió por zizaguear y casi nos matamos. Para ti el día ha transcurrido en el limbo. Si supieras lo concurrido que estaba Puerto Rico y lo agradable que me resultó el baño mientras roncabas....
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