lunes, 22 de octubre de 2012
Ordenadores mudos.
Mi ordenador no hace ruido alguno y eso me tiene mosca. Si realizara el tableteo que orquestaban las máquinas de escribir de antaño, seguramente me libraría de ser interrumpido con tanta frecuencia por mis allegados, que pensarían: “dejémosle, que está trabajando…” Incluso pudiera ser que el tecleo instara a pensar a la vecindad, “debe haber un escritor entre nosotros…”.
Pero nada de esto acaece, no hace ruido alguno, se limita a reflejar mis relatos sin el más mínimo comentario, acepta sin rechistar mis correcciones y al final me muestra el producto para mi aprobación o deshecho.
Es frío e impávido no dice absolutamente nada, ni aplaude ni censura. ¡Hombre…, yo tampoco espero una ovación cerrada a cada intento de relato! Tampoco un abucheo, por supuesto, pero podía estar programado al menos para animar al ejecutante, admitiendo su esfuerzo. Con un “¡adelante que la cosa mejora…!”, o algo así, me conformaría, pero que si quieres arroz…
Por eso he decidido escribir bajo la influencia de alguna música, alguna melodía de esas que te levantan la moral y al pairo de sus sones, y tras las oportunas correcciones, estimo correcto pulsar el “guardar”, obviando el “eliminar”. La letra impresa, independiente de la calidad de lo escrito, es fría, insensible, no transmite afecto ni ilusión, Habrá que inventar el libro sonoro.
Por todo ello querido lector, si alguna vez te viene bien, te agradecería que me enviaras alguna postal, cualquier postal, escrita a mano… No hace falta que me digas nada interesante, tan sólo quiero ver tu palabra manuscrita.
¡Me haría tanta ilusión…!
sábado, 1 de septiembre de 2012
La luna.
La luna
“Si, soy yo, tu pálida amiga nocturna, el astro de los enamorados ,
de los poetas, los soñadores, soy la Luna. Todos me cantan, me
recitan, dicen soy de ojos azules, cara morena..., y que tengo
un toro enamorado. Algunos hasta lograron pisarme.
No debo ser tan atractiva de cerca, porque no han vuelto. Soy algo
coqueta, unas veces muestro una mitad, otras la otra, pocas mi desnudo
completo. Soy mujer...”
Aunque a veces no me veas, estoy allá arriba, tras las nubes, sonriendo
a pesar de tu desdén
domingo, 29 de julio de 2012
Compañera imprescindible
Compañera imprescindible.
Salió con paso decidido, en tres zancadas amortizó los escalones que le separaban de la acera y dejó que la puerta de la calle se cerrara a su aire, tras de si. Pero en cuanto dio unos cuantos pasos por la Avenida, percibió que le faltaba algo. No podía percibir de qué se trataba, pero algo le faltaba y empezó a sentirse incómodo. El sol brillaba en las alturas y se detuvo desorientado, miraba a derecha e izquierda, se sentía descolocado y se puso a observar a cuantos se cruzaban con él. De pronto y con gran asombro descubrió el enigma. Todos la tenían y él no tenía sombra.
Cuantos circulaban arriba y abajo proyectaban sobre el pavimento una sombra más o menos aceptable, pero él no tenía sombra alguna. Atemorizado emprendió con prestancia el regreso a su vivienda. Algo había pasado en su persona, vivo estaba seguro de estar, ya que un vecino le había saludado al cruzársele en la escalera, pero algo pasaba.
Accedió con prestancia a su domicilio y comenzó a registrar con minuciosidad cajones, armarios, cómodas, cuarto trastero, en fin, registró cuanto se ofreció a su vista, pero la dichosa sombra no aparecía. Al fin la descubrió acurrucada debajo de la cama. Le dijo con energía:
̶ ¡Sal de ahí…! ¿Qué haces escondida…?, menudo susto me has dado. ¿Puede saberse a qué estás jugando?.
La sombra, desde un rincón le respondió:
̶¡Déjame…, no me necesitas, siempre renegando de mi!, ¡qué sombra puñetera…! ¡Se necesita tener mala sombra…! ¡Anda y búscate otra que te guste más…!
La sombra comenzó a sollozar débilmente.
̶¡Bueno, no te pongas así, mujer…! Sólo son expresiones que no encierran resentimiento alguno…Tu sabes que yo te apreció y de hecho no he tenido en mi vida más sombra que tú… ¡Anda sal de ahí preciosa…!
La sombra parece que poco a poco se fue consolando y se asomó lentamente.
Su dueño la tomó de un pequeño sombrajo que se ofreció a su mano y la sacó
de su escondite. Le dio un beso volado.
̶ Bueno, pero no me desprecies más… –arguyó mansamente-
Levantándola se la echó a la espalda con dulzura y aclaró.
̶ No te preocupes, no volverá a pasar.
Puesto de nuevo en circulación bajo la soleada Avenida, dirigió la mirada al pavimento y contempló con orgullo, una hermosa sombra que le perseguía a todas partes contoneándose. No pudiendo contenerse exclamó:
̶ ¡Viva la madre que te….!
La sombra se emocionó, pero no dijo nada.
Ya se sabe que las sombras nunca hablan en público…
lunes, 25 de junio de 2012
La palabra más hermosa.
Muchas veces me he preguntado cual puede ser la palabra más hermosa.
Tras abrir el diccionario por sitios muy variados y anotar más de cincuenta, que me han parecido bonitas y bien sonantes, procedí a una selección y las reduje a doce. Al llegar a este número no pude seleccionar una, todas me parecían bellas, era inútil seguir. Dejé para otra ocasión el tema.
Como hago habitualmente me dirigí a mi cafetería mañanera, a disfrutar del aroma y sabor del producto de marras mientras repaso la prensa. Mi camarera favorita, en realidad favoritas son todas, ha depositado la taza de la que emana el exquisito aroma sobre la mesa, a la par que me ha dado los buenos días. He correspondido, como siempre, a su disposición con mi agradecimiento y una sonrisa, que ha producido en ella un gesto amable.
Al disolver al azucar mediante reposados giros con la cucharilla, de pronto he repasado mi contestación. He pronunciado: Muchas gracias, ahí está..., esa es la gran palabra, gracias, una palabra sencilla, afectuosa, que pronunciamos muchas veces al cabo del día. Gracias, cuando nos ceden el paso, cuando nos preguntan por la familia, por la salud, cuando nos sirven, cuando nos ayudan...Incluso si tenemos una noticia buena decimos Gracias a Dios. Se pronuncia infinidad de veces diariamente, indica aproximación, reconocimiento, afecto y quien la recibe se siente reconocido, cumplimentado, satisfecho. Digamos pues, en cuanto tengamos ocasión, gracias. Nos sentiremos mejor y seguro que el mundo se nos hará más agradable.
José Luis Guijarro Rios.
viernes, 22 de junio de 2012
Posible novela
Principio de novela.
El Túnel
Mientras conducía en dirección al sur de la isla, comentaba con su amigo lo bien que había quedado la playa de La Laja, tras la reforma efectuado ultimamente.
Es una playa expléndida, lástima que se vea frecuentada por esas corrientes que la hacen algo temible.- comentó su amigo-.
Bueno en todo caso, para darse un prudente remojón y tomar el sol está muy adecuada.- respondió con convicción.
A todo esto enfiló el tunel de La Laja y encendió la luz de cruce. Aquel día el túnel le pareció bastante más largo que de costumbre, nadie circulaba paralelo a su camino, más que largo le parecía interminable. Una modorra comenzó a apoderarse de sus sentidos. Cuando al fin oteó la tenue luz de la salida, parece que comenzó a espabilarse, al fin salieron del tunel, pero la ansiada claridad no terminaba de aparecer. El cielo se mostraba de un tono grisáceo oscuro y el sol no hacía acto de presencia
De pronto el coche dió un brinco como si fuera un caballo desbocado, se fijó en el pavimento de la carretera, estaba destrozado , profusamente agrietado y con baches. Los barandales laterales aparecían trozeados y dispersos. Tuvo que ralentizar la velocidad y manejar el volante para evitar pedruscos y socavones. A la altura de la zona industrial observó que todos los edificios estaban en ruinas, no quedaba piedra sobre piedra. Se detuvo en lo que quedaba de una gasolinera, un hombre con el rostro en carne viva buscaba el brazo que le faltaba entre los escombros, al acercarse exclamó:
¡Mi brazo..., ayúdenme a buscar mi brazo...!
Les relató que una llamarada terrible, solar al parecer había incidido en el centro y sur de la isla y todo estaba en ruinas, las gentes abrasadas y el cielo medio cegado, pero lo curioso es que solo había sucedido desde La Laja para abajo.
Sin dejarle terminar, se apresuraron hacia el vehículo, transportando al herido y enfilando el camino de vuelta, pero por más que aguzaba la vista el túnel, frontera del desastre, no aparecía por el ningún lado.
¿El túnel..., dónde está el túnel...? -gemía más que exclamaba...
Final de novela
Un claxon desafinado le volvió a la realidad, estaba recostado en el asiento trasero del coche y su amigo iba al volante. Circulaban apaciblemente por la zona de San Cristobal con dirección Las Palmas. Se incorporó y dirigió su mirada al exterior preguntando.
¿El túnel..., encontraste el túnel...?
¿Qué túnel?, si te refieres al de La Laja, estaba donde siempre ha estado. Tal como has pasado el día, dormitando a lo bestia, no te has enterado de nada. Menos mal que me cediste el volante, porque te dió por zizaguear y casi nos matamos. Para ti el día ha transcurrido en el limbo. Si supieras lo concurrido que estaba Puerto Rico y lo agradable que me resultó el baño mientras roncabas....
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