El Santo patrón.
San Isidro,
humilde y generoso, es un santo patrón de lo más facilón. Poco sabemos sus
patrocinados de su vida, allá por el año 1100, señal de que poco le hacía falta para ser santo. Es de lo más
curioso, no daba golpe y se dice que
ciertos ángeles esquiroles le hacían el trabajo para que se dedicara a
la oración. Los madrileños, algo chungones de por nos, celebramos el camino
elegido por el santo aunque verificamos con desilusión que este camino solo
valía para él. Contrariamente a otro colega suyo más moderno, San Juan Bosco,
que auguraba por el trabajo y la oración, nuestro ancestro suprimió la mitad de
la tarea para lograr al parecer idéntico fin. Cosas veredes…
Por ello los escritores no dejamos de ser
mejores cuando dilapidamos horas y más horas buscando un tema que interese, o
sea nuestra oración diaria, y no acude ninguno de aquellos benefactores de
antaño, con o sin alas, a echarnos una mano.
Se conoce que los campos de los Vargas les
dejaron para el arrastre y escarmentaron.
Está visto que
don Hilarión tenía mucha razón: “Hoy los
tiempos adelantan que es una barbaridad…”, pero eso lo escribió un currante de
otro siglo…
He dicho…
P.D.
Sirva la alusión
al Santo para recordar que, con motivo de las fiestas de su beatificación, fue
inaugurada en tiempos de Felipe III la Plaza Mayor de Madrid.