Don Tirso. (nombre de un símbolo fálico)
Este
nombre me ha venido de repente a la memoria. Allá por los años 50 o así, cada
vez que estrenaban en el teatro de la Comedia de Madrid, mi padre me
aconsejaba: “si quieres ver la obra, deja pasar unos días y luego vete a ver a
don Tirso”. Yo no sé qué cargo tendría
el citado, pero el caso es que le abordé varias veces y me facilitaba el acceso.
Don Tirso era un caballero más bien bajito,
debía de ser madrileño de cuna pues lucía siempre una capa oscura, forrada de
rojo por dentro muy vistosa, que le proporcionaba una singular apostura. Siempre
me atendió solícitamente, un día me preguntó: ¿te gusta el teatro…? Al contestarle
afirmativamente replicó “no me extraña pues tu padre lo lleva en la sangre…”
Aquellas palabras me hicieron meditar y
recordar aquel baúl percha, siempre presente, que mi padre tenía siempre a mano
donde guardaba ordenadamente todo su vestuario. Desde trajes y ropa interior a pelucas,
bigotes y patillas postizos, hasta cubre
botines y zapatos de lo más variado. Varias veces fueron alabadas sus transformaciones.
Yo tenía envidia al dichoso baúl, pues parecía de la familia. Era un
profesional de una pieza.
Vallan
estas líneas en recuerdo y homenaje a mi progenitor y agradecimiento a don
Tirso y su vistosa capa.