Por el placer de volver a verla.
Tres
nubes raudas cruzaron el cielo. Nubes de forma agraciada y colorido tenue que
no presagiaban lluvia. Tras ellas, creí distinguir los rasgos de alguien
inolvidable. Un instante, pero suficiente.
Rememoré
otras épocas: Cuando aquel ángel deseándome buenas noches subía el embozo de mi
almohada para que durmiera calentito. Cuando amorosamente calmaba mi fiebre con
paños humedecidos. Cuando en tardes frías frotaba mis manos. Cuando reía sin
ganas para alegrarme..., ¡y tantos cuándos...!
Mi
vista anhelante escudriñó las alturas intentando volver a percibir su imagen,
solo por eso, por el título:
Por el placer de volver a verla.